El fenómeno de los Demassiet, una familia de agricultores de Yvelines (Francia), se ha convertido en un ejemplo inesperado en un sector golpeado por la bajada de ingresos y la competencia extranjera. Su propuesta, sencilla y directa, ha atraído cada semana a cientos de personas dispuestas a recorrer kilómetros para cargar sacos de patatas, coliflores o calabacines a precios difíciles de encontrar en el mercado.
Medios locales franceses explican que la historia arrancó en mayo de 2020, cuando los Demassiet se vieron sin contratos y con toneladas de patatas Fontane almacenadas. Sin compradores y con el riesgo de perder toda la producción, improvisaron una primera venta directa en Saint-Cyr-l’École. Para ellos fue casi una medida desesperada, aunque el resultado superó cualquier previsión.
Aquella jornada marcó un antes y un después. Llegaron con un coche y una carreta. Volvieron a casa con la mercancía agotada.
«Los fabricantes nos han hecho comprender que ya no necesitaban nuestras patatas», ha recordado Jérémy Demassiet, uno de los responsables de la explotación y primer teniente de alcalde de Bois-d’Arcy. La situación les obligó a buscar alternativas rápidas. Lo que no sospechaban es que el modelo improvisado se convertiría en un fenómeno social.
Dos semanas después repitieron la operación. El boca a boca, reforzado por las redes sociales, atrajo aún más clientes. «No paraban de preguntarnos: ¿Cuándo vuelven?», ha explicado el agricultor. Aquella segunda venta terminó con otras 50 toneladas despachadas en un solo día. A partir de ahí, la caravana de los Demassiet comenzó a recorrer Yvelines y después otros departamentos de Île-de-France, siempre con largas filas de coches aguardando turno.
Un modelo que ha cambiado su negocio
La clave está en combinar producto de calidad, venta directa y precios ajustados. Una red de 15 kilos cuesta seis euros. Antes la vendían a 7,50. «Decidimos bajar el precio. No perdemos dinero, evitamos el desperdicio y ofrecemos un producto excelente», ha señalado Jérémy.
El sistema ha permitido a pequeños comercios y familias abastecerse sin intermediarios, algo especialmente valorado en un contexto de inflación y costes al alza. En su última venta, en Les Mureaux, movilizaron 25 toneladas y atendieron clientes durante toda la jornada, hasta valorar enviar un segundo camión para soportar la demanda.
Un ejemplo para un sector en tensión
El caso de los Demassiet ha encendido el debate sobre la sostenibilidad del campo europeo. En Francia, como en España, muchos productores están al límite. De ahí que experiencias como esta, nacidas casi por obligación, se sigan con atención en el sector agrario. Su éxito demuestra el potencial de un contacto más directo entre quienes producen y quienes consumen.
Los Demassiet, mientras tanto, continúan su ruta semanal, convencidos de que este modelo es hoy su única garantía de estabilidad.
