La transición energética avanza a gran velocidad en la península ibérica. Impulsada por los objetivos europeos de neutralidad climática, la instalación de infraestructuras eólicas y fotovoltaicas se ha multiplicado en los últimos años. Sin embargo, esa expansión acelerada podría estar comprometiendo el hábitat de una de las especies más emblemáticas y vulnerables del continente: el águila imperial ibérica (Aquila adalberti).
Un equipo del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), junto con la Fundación CBD-Hábitat y varias universidades españolas, ha analizado cómo las nuevas zonas energéticas coinciden con áreas de reproducción y dispersión de esta rapaz. Los resultados, publicados en la revista Biological Conservation, confirman que el avance de las energías renovables amenaza de forma directa el espacio vital del águila.
La especie, en recuperación pero aún en peligro
El águila imperial ibérica, endémica de la península, está catalogada como “En Peligro” en España y “En Peligro Crítico” en Portugal. Aunque sus poblaciones se han recuperado en los últimos años —con 841 parejas censadas en 2022—, la especie sigue enfrentándose a amenazas persistentes. Entre ellas, la electrocución en tendidos eléctricos y la pérdida de hábitat derivada de la expansión humana.
Para el estudio, los investigadores analizaron los movimientos de 61 ejemplares juveniles monitorizados mediante GPS entre 2017 y 2023, junto con datos oficiales de zonas de cría. Las conclusiones son preocupantes: el 40% del área de dispersión juvenil del águila imperial en España se encuentra hoy en zonas de riesgo moderado o alto por la presencia de infraestructuras energéticas. En esas áreas se concentra más del 46% de los aerogeneradores y el 67% de la superficie fotovoltaica analizada.
Durante el seguimiento, más de un tercio de las águilas monitorizadas murieron, y en casi seis de cada diez casos el fallecimiento estuvo relacionado con instalaciones de transporte o producción de energía, principalmente por electrocución.
Planificación energética con enfoque ecológico
Los autores advierten que las actuales “zonas de aceleración” creadas por la UE, que flexibilizan los requisitos ambientales para agilizar proyectos renovables, podrían agravar la presión sobre especies sensibles. Según el estudio, solo el 21,3% del área de dispersión juvenil y el 38% de las zonas de cría del águila imperial están actualmente protegidas por las exclusiones recogidas en la Directiva (UE) 2023/2413.
El investigador Roberto Sánchez-Mateos señala en el trabajo que «las políticas de descarbonización deben integrar criterios ecológicos a pequeña escala si se quiere evitar un nuevo frente de pérdida de biodiversidad».
El equipo propone ampliar las zonas de exclusión a las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA), lo que aumentaría la superficie protegida hasta un 26%. No obstante, muchas de estas áreas ya albergan instalaciones en funcionamiento, por lo que grandes zonas sensibles seguirían expuestas.
Hacia un equilibrio entre energía y biodiversidad
Los científicos reclaman una planificación energética más precisa, basada en información de telemetría y datos de comportamiento animal. Solo así —afirman— será posible garantizar la protección de las zonas de dispersión juvenil y aplicar medidas eficaces, como el refuerzo de la seguridad en líneas eléctricas para evitar electrocuciones.
El desafío, concluyen, no es menor: compatibilizar la lucha contra el cambio climático con la conservación de la fauna más amenazada.
