En toda Europa, las poblaciones de aves silvestres están disminuyendo a un ritmo preocupante. Aunque tradicionalmente se ha señalado a la pérdida de hábitat, la intensificación agrícola o el cambio climático como responsables, un reciente estudio arroja luz sobre un factor añadido que podría estar actuando como barrera invisible: la depredación. Investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) y de la University College Dublin apuntan a los depredadores generalistas como una amenaza clave que nuestros mayores ya intuían.
La depredación, una amenaza silenciosa
Las especies que anidan en el suelo, como la perdiz roja, la codorniz, el alcaraván común, el sisón o la avutarda, se encuentran especialmente expuestas tanto a depredadores terrestres como aéreos. Estas aves están biológicamente adaptadas a sufrir ciertas tasas de fracaso reproductivo, pero el problema aparece cuando este equilibrio se rompe.
Según explican desde el IREC, el impacto de la depredación se multiplica cuando los hábitats están degradados o cuando las poblaciones de depredadores, como zorros o córvidos, se encuentran descompensadas. En estos contextos, se crean auténticas «trampas ecológicas» de las que estas especies no pueden escapar sin una transformación profunda de su entorno.
El análisis que lo demuestra
El estudio, realizado en diez países europeos —entre ellos España, Francia, Portugal o Reino Unido—, cruzó datos de tendencias poblacionales con estrategias de nidificación, niveles de protección y relación con hábitats agrícolas. Los resultados fueron claros: las aves que anidan en el suelo tienen un 86% más de probabilidades de estar en declive que otras especies.
Además, se comprobó que las aves protegidas por la Directiva Aves (Anexo I) tienen un 50% menos de probabilidades de disminuir, lo que demuestra la eficacia parcial de las políticas de conservación. Sin embargo, en zonas agrícolas intensivas, incluso estas especies sufren un retroceso marcado.
Urge un cambio en las estrategias
Este hallazgo refuerza la necesidad de revisar las políticas agroambientales actuales y aplicar medidas que incluyan la gestión eficaz de los depredadores, especialmente en los entornos agrícolas donde más vulnerables son estas aves.
Los investigadores concluyen que, sin un enfoque que tenga en cuenta la interacción entre el hábitat, la ecología de las especies y la presión de los depredadores, será imposible revertir el dramático declive que están sufriendo estas aves. La clave está en volver a mirar al campo con los ojos de quienes ya sabían lo que la ciencia acaba de confirmar.