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Ecologistas en Inanición y la desinformación interesada

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Una vez más, la desinformación se convierte en arma política y propagandística. Leo en INFOBAE las declaraciones de Ecologistas en Acción –a los que bien podríamos llamar «Ecologistas en Inanición»– exigiendo a la Junta de Castilla y León la suspensión de la temporada de caza a raíz de los incendios en Zamora y León. Su argumento, tan previsible como hueco: las condiciones climáticas adversas «impiden garantizar la protección de la fauna y el control de la actividad cinegética».

¿Dónde estaban estos predicadores cuando ardían nuestros montes? ¿Dónde se les vio cuando miles de vecinos y cazadores arriesgaban su seguridad, gastaban su dinero y su tiempo en luchar contra el fuego, en llevar agua y alimento a la fauna superviviente, en colaborar sin descanso para salvar lo que se podía salvar? Desde luego, no en el frente del incendio. Ellos estaban redactando comunicados, afinando titulares sensacionalistas para engañar a urbanitas desinformados y alimentar el miedo colectivo.

Su estrategia siempre es la misma: prohibir, prohibir y volver a prohibir.

La realidad, que tanto les incomoda, es muy distinta. La actividad cinegética en media veda, centrada en la codorniz, se desarrolla en vegas y secanos que no han sido afectados por el fuego. Pero claro, reconocerlo les desmontará el discurso. Prefieren hablar de contaminación, de calidad del aire, de falta de alimento… repitiendo mantras prefabricados sin el menor sustento real.

Su estrategia siempre es la misma: prohibir, prohibir y volver a prohibir. Usan leyes que no entienden ni respetan, hablan de patrimonio cuando no son propietarios de nada, pontifican sobre sostenibilidad sin ser capaces de plantar una tomatera, y presumen de amor por los animales mientras mantienen a sus mascotas encerradas entre cuatro paredes, humanizadas hasta la caricatura.

Los cazadores están aportando aguay alimentos para los animales en las zonas afectadas por los incendios. © ARRECAL

La Ley de Montes en Castilla y León se viene aplicando con rigurosidad, y no serán estos parásitos de despacho quienes dicten lo que debe hacerse en el medio rural. Ese derecho lo tienen quienes allí viven, trabajan y sufren cada incendio en sus carnes. La paciencia y la dignidad de esos habitantes contrasta con el oportunismo miserable de quienes, sin haber aportado nada, ya quieren sacar rédito político y mediático.

Los cazadores rurales, mucho más numerosos que los urbanitas de pancarta, saben lo que hacen y cómo lo hacen. Son los que buscan colaboración sincera, no titulares vacíos. Mientras ellos ponen medios propios, los ecologistas se limitan a aparecer para pedir más prohibiciones, más trabas, más presión sobre políticos incapaces que se dejan arrastrar por la cobardía y el chantaje ideológico.

Al final, ocurre siempre lo mismo: más dinero en extinción que en prevención.

Aviones, helicópteros, maquinaria pesada contratada tarde, mal y cara. Y como los ecologistas, cuando se les necesita, nunca están: ni preparados, ni presentes, ni útiles.

El mundo rural ya ha aprendido a distinguir entre quienes ayudan y quienes parasitan. Y cada vez está más claro quiénes sobran en esta ecuación.

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