A David Miguel Pérez no se le olvidará la noche del pasado 14 de agosto, en la que consiguió cazar dos grandes jabalíes en espera en las cercanías de su localidad natal, Ibahernando, en Cáceres.
20/9/2019 | Redacción JyS
El cazador extremeño David Miguel Pérez, natural del pequeño municipio cacereño de Ibahernando –en las cercanías de Trujillo- cazó el pasado 14 de agosto dos jabalíes de récord. Pérez ha narrado a Jara y Sedal cómo se desarrolló la jornada que probablemente no olvide en su vida.
«Era la última noche de la temporada de esperas para mí, puesto que el 15 cortábamos por las monterías de mi pueblo», señala. Hacía dos meses que David Miguel había grabado «un buen cochino» que tenía «picado» a un comedero: «Entraban varios, pero el único que a mi parecer me llamaba la atención era este, y no solo por su tamaño y sus defensas, sino también porque lo tenía localizado.Su oreja derecha estaba rajada», explica el cazador.
Por eso, esa noche David se subió a una encina donde tenía preparado un puesto artesano: «No llevaba ni cinco minutos cuando escuché el gruñido de un guarro, por lo que me puse en alerta. Al momento empecé a escuchar de removerse piedras en mi comedero, pero no era capaz de ver si había un cochino comiendo. De repente, por debajo, empecé a escuchar que se acercaba otro», sigue reseñando el cazador.
Esa noche había mucha luna, y entonces sí que pudo ver el bulto: «Parecía bueno», se dijo para sí Pérez. Fue entonces cuando encendió el foco y lo vio: «Me miró. Era él. No podía creer que tan pronto apareciera. Intentó dar marcha atrás, pero ya era demasiado tarde, puesto que lo tenía metido en el visor y… disparé», explica el cazador sobre el lance que llevó a cabo con su rifle Savage Axis en calibre .30-06 Springfield y su visor Khales Helia 3-12×56.
El cochino dio una espantada y se fue entre la maleza, «haciendo muchísimo ruido y rompiendo monte». De repente, «se silenció el campo. No sabía dónde habría caído y tampoco podía bajar de la encina e ir hacia allí, ya que era bastante peligroso», explica el joven, por lo que decidió seguir allí arriba y esperar a que vinieran más cochinos a visitarle… y así fue.
El segundo de la noche
A la media hora le entraron dos más pequeños, de unos 50 kilos, junto con dos cochinas «bastante grandes». A los cuatro los dejó ir. En torno a la una y media de la madrugada de nuevo se escucharon ruidos en el puesto, por lo que David encendió el foco y… ¡vio un enorme macareno en él! De un disparo en el codillo, el animal cayó al instante: «Era un macho con menos colmillos pero enorme de cuerpo. Ahora tocaba irse a casa a dormir algo, aunque poco después de lo vivido», explica el cazador extremeño.
Por la mañana David fue al lugar a buscar al primer animal que abatió y, efectivamente, se encontraba a unos cincuenta metros del puesto con sus enormes colmillos y su oreja cortada. ¡Lo había conseguido!
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