Antonio de la Gala, un cazador de 41 años residente en la urbanización Campoalegre, perteneciente a la barriada cordobesa de Santa María de Trassierra, ha enviado a la redacción de Jara y Sedal las instantáneas del disparo en la cabeza que recibió su perro durante la madrugada del pasado 14 de julio cuando escapó de su casa.
«El perro se escapó esa noche y a la mañana siguiente apareció en casa con un tiro entre los ojos», nos cuenta el dueño del bodeguero de ocho años de edad que sufrió el impacto de un plomo de una carabina de aire comprimido que podría incluso haberle matado.
«La persona que lo hizo sabía dónde apuntaba», asegura sobre el lugar del impacto del plomo que le produjo a su perro una profunda herida. Según relata a este medio Antonio, él mismo tuvo que extraer el proyectil de la carne del animal, «a escasos milímetros del ojo derecho», con unas pinzas.
Un amigo veterinario le recomendó curar a diario la herida con un desinfectante antiséptico y, gracias a que el perdigón no profundizó en el cráneo del perro, este ya se encuentra fuera de peligro.
«Una buena persona nunca haría algo así a un perro»
A pesar de que quien realizó el disparo apuntó a conciencia entre los ojos del perro -probablemente con la intención de matarlo-, de la Gala dice que «una buena persona nunca haría algo así».
Aunque sospecha de alguien del vecindario, dice que no puede acusar a nadie: «No puedo decir quién ha sido a ciencia cierta, pero sí que en mi casa se meten otros perros y se comen el pienso del mío y yo nunca haría algo así. Un cazador tampoco».
Antonio se despide con la esperanza de que no vuelva a sucederle algo así a nadie y da gracias que su perro ya se ha recuperado.
Un escopeta de aire comprimido no es un arma de caza
Conviene recordar que, tanto el Reglamento de Armas como las diferentes legislaciones de caza de España, prohíben expresamente el uso de las carabinas de aire comprimido para cazar y, además, limitan su potencia. Su uso sólo está autorizado para disparar al blanco y cualquier ciudadano puede poseer una, porque no se exigen requisitos adicionales como sí sucede con las armas de fuego, sometidas a un estricto control de concesión.