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Dirigentes bellacos y secuaces del animalismo radical

Felipe Vegue.

24/10/2018 | Felipe Vegue. Presidente de la ONC y de ARRECAL
Tiráis la piedra y escondéis la mano.
Cuando se sufre una desgracia solo queda intentar superarla, y personalmente me siento incapaz de expresarme acertadamente, y si lo hago, mis palabras suenan tan torpes que en vez de ayudar, tengo la sensación de herir a las personas que intento reconfortar.
Sin embargo, me da rabia comprobar cómo muchos de los dirigentes animalistas, que considero son los promotores y responsables de los ataques sufridos en las Redes Sociales hacia cualquier desgracia de cazadores o taurinos, parece que se quedan al margen cuando manipulan e incitan en su violencia a sectarios a los que el odio acaba yéndoseles de las manos.
Los discursos de estos califas son mentirosos, envían a sus huestes a una cruzada de liberación animal convirtiendo a víctimas en verdugos ante una opinión publica ignorante de cómo se producen ciertos hechos que no son más que producto de mala suerte o accidentes sin explicación. Incendian en sus soflamas a pobres descerebrados, les dirigen sus opiniones cuando se trata de actuar contra la pretendida maldad del enemigo. Así, a cazadores, taurinos, ganaderos se nos ataca donde más nos duela y según la ocasión les convenga, todo parece valerles, para conseguir demonizar a cualquier persona o actividad, sea esta rural o tradicional, siempre que les interese y ofrezca réditos políticos o subvencionados.
Falso victimismo, mucha, mucha maldad y mentiras sin limitaciones, convierten a cualquiera que tenga la desgracia de cruzarse en sus objetivos en seres depravados, da igual que estos sean padres, familiares o amigos, tienen la habilidad de convertir a las víctimas en verdugos y les importa una mierda el honor personal.
Manejan bien los tiempos con unos medios de comunicación siempre dispuestos a la casquería noticiable, son dirigentes de mil organizaciones subvencionadas, Ongs con objetivos sociales que no cumplen y que siempre obtienen aumentos patrimoniales y con justicia gratis, y si la cosa se tuerce contra sus intereses, realizan peticiones de crowdfunding para sufragar su defensa, que se apropian por manifiestas declaraciones de insolvencias personales… son los mismos que envían contra pobres gentes a soliviantados rabiosos.
Son muchas familias las que tienen que aguantar lo indecible, que solo quieren guardar un grato recuerdo de sus seres perdidos y que aguantan a hienas, sectarios y famosillos televisivos, muy vivos en su verborrea panegírica, que destrozan a las víctimas en los momentos en que estas se encuentran indefensas por el dolor.
Seguro se sentirán orgullosos cuando se vean en TV, se felicitarán con sus coach personales por lo bien que los han entrenado, sonreirán orgullosos al releer sus comentarios o cuando escuchen a sus acólitos cómo derrochan el odio que  inducen y que han vertido en las Redes Sociales como una muestra real de su ideología de amor a lo irracional. Malnacidos, que tanto aman a los animales y desprecian al prójimo, adjudicando todos los males del planeta a quienes no son de su cuerda.
Estos escombros de odio y de actitudes hipócritas que brindan orgullosos a la sociedad española y especialmente a la sociedad urbana, parece que les reportan créditos. Desde el anonimato de Internet o la comodidad del hogar, sus sectarios no parece que quieran entender que están siendo manipulados, dirigidos y provocados en sus bajos instintos por mediocres dirigentes que los manejan a su antojo, oscuros personajes, ambiciones políticas en un “totúm revolutúm” de directivos y entidades en la doctrina del odio y que encuentran el espacio necesario para hacer irrespirable las relaciones entre sectores y Opinión Pública, utilizando el bienestar animal como pantalla, cuando lo pretendido es el enfrentamiento y destrucción de la sociedad.
El dolor y sufrimiento que están causando a las familias que necesitan superar este horror lo están transformando en un problema de tal magnitud que en el resto de la vida, difícilmente, las familias y nosotros los cazadores podamos ni tan siquiera remendar; perder a un ser amado es un horror, y actos de tal crueldad y tan deleznables no dejan lugar ni a la tristeza ni al consuelo.
Si estas acciones fueran contra las minorías e intereses caciquiles de la nueva corriente progresista seguro que serían contemplados como delitos de odio y contra la integridad moral, derecho que en la actualidad el poder nos niega por ser cazadores  y no pertenecer a una de las facciones o minorías oprimidas, aquellas que identifican en la fiscalía en grave riesgo de exclusión, por homofobia o minorías. Unos delitos de odio que nos niegan el derecho por una más que discutible aplicación de la manipulada libertad de expresión, (lo que para unos es cierto para otros es libertad), hechos que ofenden a los españoles que practicamos actividades en la más estricta legalidad y que no parecen del agrado del nuevo poder.
Somos muchos los que creemos que los dirigentes que se escudan en su sectarios saben utilizar la violencia subyacente de manual guerrillero y la canalizan en las RS con cobardía, así crean un estado de violencia, humillación y vejación constante, enfrentando anónimamente a las personas, convirtiendo a ambos en las víctimas imprescindibles para lograr una nueva dictadura que tiene que llevarles hacia un nuevo orden, que dudo mucho sea el promulgado por el animalismo.
Hoy, en un humilde ejercicio de libertad, afirmo que nunca podréis dominar ni controlar a nuestro colectivo y mucho menos al colectivo rural.
La caza es una libertad y capacidad individual que el ser humano goza desde la noche de la especie y que utilizamos por nuestros valores, razones y voluntad. De perder la posibilidad de cazar, la sociedad también perderá el derecho inalienable primigenio, ésta será la última de las fronteras que el hombre debe permitirse.
Habéis mostrado en demasiadas ocasiones vuestras cartas de tahúres ventajistas, y no olvidéis que el dolor une a las personas en objetivos comunes y tardaremos mucho en olvidar. Tan solo sois carroñeros que con saña hurgáis en el dolor de familias destrozadas.

       
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