Crear nuestros propios trofeos de caza nos permite estar aún más en contacto con nuestras piezas de caza y aprovechar ellas aún más si cabe esto con un recuerdo que guardaremos en nuestro particular salón de trofeos toda nuestra vida. En este caso te enseñamos cómo preparar una tabla de corzo en diez sencillos pasos.
A punto de cocción
El primer paso es eliminar todos los restos de carne que sean posibles. Lo haremos con la ayuda de una buena navaja: retiramos toda la piel y la carne de la cabeza que después hervimos en un recipiente durante una hora, siempre colocando el trofeo en vertical y evitando que la cuerna entre en contacto con el agua –ayúdate de una barra de metal y un poco de alambre–.
Utilizar agua caliente
Con la ayuda de un cuchillo de cocina extraemos los restos de carne que aún permanezcan adheridos. En la parte trasera de la cabeza encontraremos un orificio por el que podremos extraer toda la masa cerebral. Hay que ser muy meticuloso en este punto, pues si no se limpia bien el trofeo amarilleará con el tiempo e incluso podría desprender mal olor. Hay quien utiliza una pistola de agua a presión, pero hay que tener mucho cuidado pues los huesos están ahora hidratados y se pueden romper.
Desengrasa a fondo
Tras limpiarlo escrupulosamente volvemos a cocerlo durante 20 minutos, esta vez añadiendo al agua una cucharada de desengrasante en polvo. Así conseguiremos que desaparezca cualquier resto de grasa que haría que, con el tiempo, el cráneo amarillease. Este paso es necesario para lograr una conservación impecable con el paso del tiempo.
A blanquear
Introducimos el cráneo en agua oxigenada de 110 volúmenes durante 24 horas. Si es muy grande, como en el caso de un venado, en lugar de sumergirlo lo recubriremos enteramente de algodón empapado también de agua oxigenada –cuidado al manipular esta sustancia, ya que puede quemarnos la piel con facilidad: utiliza guantes de látex–.
Pega los huesos
Una vez blanqueado, es el momento de restaurar los huesecillos de la parte nasal –es muy habitual que se desprendan tras la cocción; incluso es recomendable que los separes para no romperlos–. Aplica un cordón del adhesivo –la cola blanca de carpintero servirá– en la parte interior de las piezas dentales para evitar que se desprendan y se extravíen.
Reforzar para conservar
Utiliza pasta blanca para modelar y afianzar las partes del cráneo más débiles: así se conservará en perfecto estado durante mucho más tiempo. Es aconsejable aplicar un poco en los huesecillos nasales para reforzar la estructura. No te preocupes si queda algo irregular, pues con el posterior lijado y pulido apenas se notará.
Desbastar y taladrar
Con la ayuda de una amoladora y un disco de lija –el más fino posible– desbastamos la parte trasera superior del cráneo de manera que asiente en la tabla. Tras ello, realizamos dos pequeños taladros de dos milímetros justo en la parte plana –en la foto– que servirán más adelante para fijar el trofeo a la tabla.
Lijar y pulir
Con una lija muy fina –de grano número 500 o superior– lijamos toda la superficie del cráneo haciendo especial hincapié en aquellas zonas donde aplicamos pasta para modelar. A continuación colocamos un disco de fieltro al taladro y aplicamos pasta blanca de pulir. Pulimos todo el cráneo retirando los restos con la ayuda de algodón y alcohol de 96 grados.
Restaura el color
Envolvemos el cráneo con film transparente de cocina. Con betún de judea diluido en trementina o aguarrás y un pincel restauramos el color inicial del trofeo, que ha podido perderse –sobre todo en la zona de las rosetas– tras la cocción. Intenta ser meticuloso en este paso ya que si pintas en exceso puedes restarle realismo.
Aparece un impresionante corzo que vuelve locas a las redes
Fíjalo a la tabla
Marcamos con un lapicero los dos puntos a taladrar –desde la parte anterior hacia la posterior de la tabla–. Después, en el dorso, realizamos un avellanado de los dos orificios para que las cabeza de los tornillos no sobresalgan. Por último, un destornillador bastará para unir el cráneo a la tabla.