Para muchos la caza del conejo de monte (Oryctolagus cuniculus) en descaste supone el regreso al campo tras un largo periodo de veda. Esta temporada cinegética comienza con la llegada del verano y sirve para controlar sus poblaciones, muy elevadas tras los nacimientos de la primavera. Esto ayuda a frenar las enfermedades que les amenazan y a reducir los daños a la agricultura allí donde sus poblaciones gozan de buena salud. En este artículo abordaremos todo lo relativo a su caza.
Formas de cazar el conejo en descaste
Al salto
Un error habitual es pasear por el campo confiando en que el conejo vaya a saltar ‘pisado’ y en el claro que mejor oportunidad de disparo nos ofrece. Por suerte, no es tan fácil. Sí, en cualquier momento y lugar puede arrancarse uno, o varios, pero antes de bajarte del coche planifica una estrategia. Es fundamental ‘ver’ el cazadero y analizar cada mata. No es lo mismo cazar un arroyo desde el margen más elevado, a paso tranquilo, lanzando algún que otro ‘terrón’ y con un buen dominio de los tiraderos ante esos conejos que puedan escurrirse hacia arriba, que hacerlo desde abajo realizando tiros comprometidos hacia las laderas del cauce… y siempre que los veamos, pues en la mayoría de las ocasiones huirán sin posibilidad de disparo. Cada paraje tiene su tiradero.
Si cazas solo y al salto tu recorrido deberá dominar la mayor parte de claros y pasillos por el monte. Camina despacio y escudriñando cada palmo de terreno, pues te lo puedes dejar en cualquier pequeña mata. Busca sus madrigueras y examina las matas aledañas con el viento de cara y en silencio, así como las esparteras, retamas, romeros y toda clase de arbustos que puedan darle cobijo. Si encuentras algún rastrojo donde aún no hayan recogido la paja, repasa sus carriles: te llevarás más de una sorpresa.
En mano
Nada tiene que ver, aunque puede parecer lo mismo, cazar al salto o hacerlo en mano, y menos aún en verano, cuando en la mayoría de comunidades no se permite el uso de perros durante el descaste. Si vamos solos serán aquellos lugares querenciosos como arroyos, lindazos, junqueras y otras pequeñas agrupaciones vegetales las que cacemos longitudinalmente, siempre adivinando cuál puede ser el lugar por el que huirán para intentar tener oportunidad de disparar.
Cazando en mano tres o cuatro cazadores la cosa cambia. Mientras uno de ellos puede ‘hacer de perro’, introduciéndose en lo más enmarañado del lugar, los otros dos o tres compañeros podrán cubrir de manera mucho más efectiva las posibles huidas del conejo, obteniendo mayores oportunidades. Lo normal es alternar los roles y que cada cierto tiempo sea otro integrante de la cuadrilla el que realice las tareas perrunas para desalojar los conejos hacia los lugares donde se han apostado previamente los demás componentes de la mano. Si el terreno es llano esta modalidad puede ayudarte a cazar, de unas pocas pasadas, aquel rastrojo querencioso o el erial que cubierto de pasto ofrece cobijo a nuestro conejo de monte.
Con amigos… y perros
Si tienes la posibilidad de cazar en grupo y auxiliado por perros los rastrojos recién cosechados, los grandes arroyos y los eriales o perdidos, son los mejores lugares donde podrás hacerte con algunos orejudos. Aprovecha los rastrojos donde aún no ha sido recogida la paja. En sus carriles encontrarás más de uno tumbado a la sombra a primera hora de la mañana. Un pequeño agujero o carril de entrada a los montones les delata. Caza los arroyos y aquellas zonas con densa vegetación donde tendrás más posibilidades de encontrar tu objetivo. Aprovecha que eres de los pocos que caza en grupo y con perros. Su ayuda te servirá para poder desalojar los conejos de los lugares más enmarañados.
Al aguardo
No es la modalidad más ética pero quizá la más idónea para introducir a los más jóvenes en el mundo de la caza o para aquellos que, ya peinando canas, eligen la comodidad de tu taburete para echar la tarde. Colócate en una sombra, con el aire a favor y a una distancia de unos 20 metros de las bocas de los vivares que estén tomados. Alguno asomará a lo largo de la tarde.
Miniganchos y batidas
Hay montes muy cerrados, cultivos con goteo, olivares, viñedos en espaldera… en los que no conviene pegar tiros. Aquí la única forma de caza posible o eficaz es realizar ganchos o batidas, colocándose unos de puesto y ojeando otros con o sin perros. Son cacerías que si no están bien organizadas la mayoría de conejos que vayan saliendo se vaciarán por cualquier sitio excepto por la línea de escopetas, que también han de estar ubicadas en sitios estratégicos como las proximidades de vivares, barrancos, pasillos o vías naturales de escape, querencias… Elegir el sitio donde aprovechar las piezas que nos levanten será cuestión de conocimiento del coto, experiencia, un poco de fortuna… y reflejos felinos.
Dónde encontrar los conejos en el descaste
Llega el calor y con él, el momento de salir en busca de los conejos que pueblan tu coto. Sé paciente y observador, aprovecha las horas más frescas del día y revisa cada rincón. Pueden aparecer por cualquier sitio, no descartes nada. Aunque es un animal que se adapta casi a cualquier tipo de terreno, dentro de un mismo acotado encontrarás zonas más o menos querenciosas. El monte suele ser una de las descartadas por la mayoría, ya que tanto caminar por él, con sus continuas subidas y bajadas, como el disparo suelen ser tareas más exigentes. No obstante, depara más oportunidades de lo que muchos piensan. Repasar la falda de monte que linda con los cultivos o el llano puede hacer que cuelgues más conejos de lo que imaginas.
Lindes, riberas, arroyos, lindazos…
No olvides revisar de nuevo las citadas lindes a primera hora de la mañana y las vaguadas de estas laderas algo más tarde, ya que se meten a sestear entre retamas y aulagas. Aprovecha las zonas de umbría a primera y última hora, ya que será aquí donde el conejo tarde más tiempo en encamarse y donde nuestra silueta se camufle mejor que en sitios soleados. Revisa también los majanos en las primeras horas de la mañana; si lo haces más tarde será difícil encontrarlos fuera.
Ten muy en cuenta también los arroyos y lindazos, es el biotopo ideal para el orejudo. Los arbustos que crecen en su ribera –zarzas, rosales silvestres, sauces, juncos…– le deparan cobijo, a la vez que tiene cerca y a su disposición agua y alimento. Aprovecha las últimas horas de la tarde, cuando las primeras sombras cubran parte de los cultivos que haya junto a estos cauces, para cazarlos. Será cuando salgan a alimentarse y dichas sombras evitarán que destaques entre la maleza.
Búscalos en sus comederos
Lo haremos bordeando las zonas de cultivo o claras dentro del monte por donde ellos pululan, evitando caminar por medio del pelado, ya que el conejo, sin ser un águila, tampoco está ciego, y nos detectará peor si nos confundimos con el entorno. Si la siembra o broza le impide la visión y no nos ha oído, podremos tirarlo a una distancia razonable cortando su fugaz retirada a la seguridad del monte; pero, de ordinario, los disparos a rececho se realizan a una distancia considerable, por lo que mejor no andar con sutilezas y enviarle 32-34 gramos de plomo del 6 al 8 para sujetarlo y no dejarle ganar la madriguera herido, lo que significa perderlo.
Asómate a las ramblas
Los buscaremos también revisando cuanta rambla y barranco encontremos, ya que son querencias naturales por ser zonas de fácil excavación para sus vivares. Estas asomadas nos otorgan la ventaja de la sorpresa, y a veces se hace necesario chistar o toser para que nos detecten y se dejen ver. Atentos a sus pasillos entre la maleza, visibles a simple vista. Seguro que los utilizarán para retirarse a la boca, por lo que podemos intuir por dónde va a pasar, lo que facilita la puntería.
Las mejores horas para cazar conejos en descaste
Salvo abundancias fuera de lo común, que nos permitan levantar conejos tejiendo monte a deshoras, hemos de aprovechar, y más aún en las jornadas calurosas, la primera y última parte del día, cuando están activos y se dejan ver fuera de sus refugios. Los conejos son muy quedones, e intentar desalojarlos de sus encames ‘a golpe de uña’ y sudando a mares, puede resultar desmoralizador.
Cuando andan levantados, el sigilo será una premisa, pues sus grandes orejas enhiestas son un auténtico radar detectando sonidos fuera de contexto. Debemos evitar ponerlos en fuga antes de que entren en la jurisdicción de la escopeta. Por lo tanto, nada de arrollar monte o hablar con el compañero si vamos acompañados. Silencio y ojo avizor, que cuando el conejo es sorprendido tiene un reprise fulgurante y nos puede dejar sin siquiera amagar el encare.
¿Cómo sacar el conejo del matorral sin perros?
Uno de los problemas es cómo desalojarlos cuando escurren el bulto y buscan refugio en el matorral. De entrada, sacarlos de ahí sin perro, o incluso con él, es complicado. Si la franja de vegetación es amplia será imposible. Aun así, cuando se guarecen en esas isletas de chaparro o coscoja que tanto les gustan se puede ensayar con un truco que a veces funciona. Todos hemos intentado hacerlos salir a pedrada limpia, por eso sabemos que lo único que conseguimos es que corran de un extremo a otro del rodal y no den la cara.
Probad a tirar las piedras no de una en una, sino dos o tres a la vez, de manera que no caigan simultáneas ni en el mismo punto, esparciéndolas. Hay ocasiones en las que al huir de un impacto se encuentran con el otro, y confundidos rompen a lo limpio y se dejan plomear. De todas formas, mejor pillarlos antes de que se metan dentro, que luego no acepto reclamaciones.
Siempre que lo encontremos otearemos desde un alto, pues nos ofrece un control del terreno mucho mejor que el piso llano, tanto para verlos como para tirarles. Disparar a conejo parado o esperar a que corra dependerá del cazadero más o menos cerrado y de la ética de cada uno. Es obvio que la mitad del atractivo de la caza de esta especie lo supone su espectacular voltereta cuando lo cortamos en plena carrera, pero no es menos cierto que, en según qué monte, esperar su arranque supone perder toda opción, así que… vosotros mismos.
Ten mucho cuidado con los disparos
Durante el descaste de conejos lo más habitual es que realicemos numerosos disparos llevados por la precipitación y sin dominar la distancia, sobre todo en las primeras jornadas en las que aún estamos recuperando sensaciones con la escopeta. Debemos templar los nervios. Es raro que todos los conejos exijan un disparo a tenazón, y en ese caso lo mejor será dejarlo marchar, ya que si es demasiado cercano lo más probable es que no podamos aprovechar su carne.
Es una operación en tres pasos: dejarles cumplir, enderezar su huida para esperarle en ese hueco que hemos detectado con el rabillo del ojo y, de esa manera, conseguir abatirle adecuadamente. Los orejudos que se arrancan a media distancia nos darán el tiempo suficiente para encarar, y apuntando un poco más por delante de su cabeza podremos darles un revolcón de manera certera. Nada de repetir disparos sin sentido, apenas sin apuntar, o estaremos haciendo oposición para dejar escapar la mayoría de ellos.
Las enfermedades te dirán cuándo y dónde cazarlos
El efecto del descaste en las poblaciones variará en función del punto de partida de las mismas, pudiendo ser la densidad local de conejos el mejor indicador para establecer su conveniencia o no, en base a las cifras indicadas con anterioridad. Sin embargo, también es necesario considerar otros aspectos que nos den idea de la posible capacidad de recuperación de las poblaciones tras la realización de esta modalidad. Algunos de estos factores son la calidad de un hábitat con alimento suficiente, refugio, suelo de calidad donde realizar madrigueras y vivares, una gestión adecuada de predadores y un aprovechamiento cinegético que garantice la sostenibilidad de las poblaciones serán determinantes
Otro aspecto decisivo será la climatología: de ella dependerá la actividad reproductiva de los animales y la presencia de alimento suficiente para mantener poblaciones de calidad. Temperaturas suaves y precipitaciones moderadas son dos importantes valores para su recuperación.
Otro factor que determina el estado inicial de las poblaciones es conocer la situación en la que se encuentran las enfermedades (mixomatosis y enfermedad hemorrágico vírica). Para ello hay que basarse en datos objetivos recogidos a lo largo de varios años y que indiquen la posible aparición de brotes confirmados, en qué época y la posible relación con el clima previo (lluvias o temperatura fundamentalmente), las localizaciones de dichos brotes y su evolución tanto en tiempo como en número de animales afectados. Con esta información seremos capaces de intuir e, incluso, predecir la posible aparición de un brote y, por tanto contar, con un argumento más para decidir si llevar a cabo el descaste.
Cómo mantener la carne de los conejos a salvo del calor de verano
Los calores propios de la época nos obligarán a eviscerar los conejos cazados en descaste en el campo cuanto antes así como a transportarlos lo más aireados o frescos posibles para evitar que se eche a perder su preciada carne. Para ello, durante la jornada utiliza un morral de cuero o lona en el que habrás guardado una ‘pastilla’ congelada de las que se emplean en las neveras portátiles: los chalecos pueden convertirse en un auténtico horno.
El truco de los palomeros vascos
En estas fechas, portear una docena de conejos aún calientes en la mochila, por muy eviscerados que estén, es estropear la carne. Si no podemos contar con un ayudante que vaya recogiéndolos para ponerlos al fresco podemos ensayar el método de los palomeros vascos en media veda. Se hace un racimito de conejos bien arregladitos y limpios, se cuelga en una buena sombra y, con un paño de mosquitera bien tupida, se embolsa el paquete sin dar opciones a moscas, avispas, hormigas… Si no les toca el sol aguantarán el tirón.
Prepáralos para el transporte
Al llegar al coche toca ponerse los guantes de látex, sacar una navaja bien afilada, practicar un corte longitudinal en el abdomen del animal y extraer las vísceras que enterraremos en el terreno. Ya de camino a casa, para evitar que se echen a perder o que las garrapatas que puedan portar campen a sus anchas por nuestro vehículo, guárdalos en una nevera portátil sin dejar que la carne entren en contacto con hielo. Llegarán a casa en perfectas condiciones.
Mételos en el arcón
Si no lo vas a consumir inmediatamente lo mejor es que lo congeles a temperaturas inferiores a -18º C. Y por supuesto, no olvides de protegerlo con papel film para evitar que el frío queme la carne. Si los has eviscerado en casa, una vez sin piel lávalos bajo un chorro de agua fría durante unos segundos. Ya limpios de sangre, sécalos con una tela de algodón o papel de cocina. Y recuerda guardar las partes que podrás utilizar después, como el hígado, el corazón y los pulmones.
Descongélalos lentamente
Para conservar al máximo sus propiedades nutricionales debemos descongelar la carne muy poco a poco, sin prisas. Nunca la sumerjas en agua con la intención de acelerar el proceso y evita el uso del microondas, ya que una descongelación muy rápida alterará la composición y textura de la carne… además de hacer que pierda los jugos de su interior. Coloca la pieza en una bandeja especial para descongelar: incorpora una rejilla que la mantendrá en suspensión y evitará que entre en contacto con los líquidos resultantes del proceso.
¿Qué arma y cartuchos utilizar para la caza del conejo en descaste?
Una escopeta de cualquier tipo con chokes abiertos, de tres estrellas hacia arriba, cumplirá su cometido. Quien caza a rececho, en asomadas y ramblas amplias, suele tirarlos a 60 o 70 metros consiguiendo mejores resultados con un choke estrecho que condense más los perdigones. Si buscas uno para todo, el de tres estrellas. Con los cartuchos, lo mismo. ¿Uno estándar? 30 o 32 gramos del 7 para distancias normales. Los dispersantes no, porque son algo peligrosos; quien caza en un boscarral y hace el 90% de los tiros a ocho o diez metros… es usarlos y fallarlo o no poder aprovechar su carne.
Un armero nos contaba que muchos se equivocaban con el plomo, pues unas bolas de más diámetro atravesaban mejor la maleza y estropeaban menos la carne. Para él, un cartucho con 30 gramos de plomo del 4 era lo mejor con diferencia.
Último consejo: nunca tires a los gazapos
Si cazamos para evitar futuros daños a la agricultura lo mejor será abatir ejemplares adultos; si lo hacemos con cupo y queremos dejar suficiente ‘madre’ en esa zona, ¿por qué tirar a los gazapos? Su carne es tierna, sí, pero esa no es la cuestión. Bien es cierto que en zonas cerradas o con mucho pasto donde sigues su trayectoria por el movimiento del pasto no resulta sencillo distinguirlos: en estos casos lo mejor será no disparar, ya que incluso podríamos llevarnos una liebre por delante.