Con la llegada de la media veda, el control del zorro cobra especial importancia en muchos cotos. La abundancia de ejemplares jóvenes nacidos en primavera hace que sea una época propicia para gestionar su población y minimizar daños sobre perdices, liebres y otras especies. Además, su menor experiencia los convierte en presas algo menos esquivas que durante el invierno.
Además, al intervenir en estos meses, se logra un doble beneficio: se refuerza la supervivencia de la caza menor y se evita que estos raposos novatos provoquen accidentes al merodear por las carreteras en busca de animales atropellados, un recurso alimenticio habitual para ellos.
Estrategias para el éxito en verano
Las modalidades tradicionales como la caza en madriguera pierden efectividad en los meses de calor. Los zorros suelen abandonar sus cubiles, incomodados por insectos y polvo. Por ello, los ganchos y las esperas se consolidan como la opción más práctica: permiten abarcar grandes manchas de terreno en poco tiempo y obtener buenos resultados si se organiza correctamente.
Eso sí, el gran reto es reunir a un grupo suficiente de escopetas. En plena media veda, muchos prefieren dedicar la jornada a especies como la codorniz o la paloma. La implicación de los socios en esta gestión resulta clave para que el control tenga continuidad y utilidad.
Localización de los raposos
El hábitat estival del zorro es muy distinto al invernal. En esta época frecuenta las zonas más frescas, buscando sombra y protección. Los cazadores los encuentran con frecuencia en la maleza cercana a antiguas zorreras, zarzales densos o prados altos aún sin segar. Controlar la dirección del viento se vuelve esencial, ya que su fino olfato les permitirá detectar cualquier amenaza antes de salir a descubierto.
Si eres hábil haciendo la chilla podrás engañar ahora a esos ejemplares más jóvenes y hacerte con ellos antes de que capten el engaño. Las buenas temperaturas del verano son también el perfecto aliado para dedicar varias mañanas o tardes y cazarlos en espera.
El papel de los perros
El uso de perros, en aquellas autonomías donde está autorizado, supone una ayuda notable. Aunque no siempre son imprescindibles, facilitan la localización y salida de los raposos de sus encames. Los conejeros son especialmente útiles en ganchos, ya que saben desenvolverse en monte cerrado y zarzas.
En el adiestramiento, los ejemplares jóvenes deben iniciarse con pieles o acompañando a perros veteranos. Cuando derriba el primer zorro, es fundamental que lo huelan y muerdan: así se despierta su instinto y aprenden con rapidez a seguir rastros. Esta labor resulta decisiva para garantizar un futuro relevo generacional de perros eficaces en la gestión del zorro.
