Fran Valverde ha cazado junto a su padre, al que le ha llegado la «jubilación» como cazador a sus 70 años, un extraño conejo el último día que compartían jornada.
21/2/2019 | Redacción JyS
Un conejo con «unos dientes muy raros» fue la pieza obtenida hace unos días en Barcelona por Fran Valverde, un cazador y seguidor de Jara y Sedal que no ha dudado en contactar enseguida con nosotros para contárnoslo. Casualmente ese mismo día su padre, Paco Valverde, había decido que a sus 70 años ese sería su última jornada de caza después de toda una vida practicándola.
Tal y como Fran Valverde ha narrado a Jara y Sedal, «disponíamos solo de dos horas para poder cazar. Aún así me fui al coto, que está muy castigado, pero que trabajando duro se pueden hacer unas perchas curiosas», explica.
Así ocurrió, paso por paso, la jornada con este conejo por protagonista
Fran Valverde se dispuso a batir terreno aquel día «como si no hubiera un mañana». Entró inicialmente en una pequeña viña y su perra empezó a «tocar rastro». Según relata el cazador: «De repente, el animal se quedó de muestra y el corazón se me paró». Era una codorniz que le dejó sorprendido, aunque reaccionó rápido consiguiendo abatirla. «Quedé contento y asombrado –dadas las fechas- porque era salvaje», relata Valverde.
El cazador siguió caminando y poco después la perra volvía a caer en muestra. A más de cien metros, inalcanzable para la munición de caza menor, se levantó un bando de perdices que de un solo vuelo abandonaron los límites del coto de Valverde. «El tiempo pasaba, decidí ir a una zona en la que los fríos días de invierno, sin aire y soleados, suele salir algún conejo del sucio a encamarse en los matojos y tomar el sol», explica el cazador. De este modo consiguió abatir el extraño conejo que es protagonista de este relato.
«Entro despacio, controlando la perra para que no se adelante ni haga ruido en exceso, y ésta empieza a tocar rastro, de golpe hace un giro y se encara directa para unas matas, cuando como un rayo a cinco metros se arranca un conejo», explica Valverde, añadiendo que de otro certero disparo consigue hacerse con él. «La perra lo trae y antes de dármelo le veo algo blanco en el morro. Cuando lo tuve en la mano me di cuenta que tenía un diente que le había crecido mal… ¡Menudo conejo trofeo!», relata el cazador.
Para rematar, de vuelta al coche y ya con el tiempo justo, se le arrancaron dos perdices a las que pudo disparar haciéndose con una de ellas. «Iba tarde, pero valió la pena llevándome el recuerdo de una bonita jornada junto a mi padre». Por ese motivo quiere dedicar ese lance a su «maestro», Paco Valverde, «gran padre, cazador y tirador de foso, que a sus 70 años se retiró esta última temporada después de toda su vida cazando».
Otro «orazo»
El pasado mes de septiembre Jara y Sedal publicaba la fotografía de un conejo cazado en Mérida con unos prominentes colmillos muy parecidos a los del animal cazado por Fran Valverde. Todo un «orazo», comentaron los cazadores refiriéndose a la longitud de los dientes y comparándolo con los de otros animales de caza mayor que pueden homologarse, como los jabalíes.