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Los cazadores españoles invierten 54 millones de euros al año que ayudan a evitar y extinguir incendios

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El «Informe de Impacto Socioeconómico de la caza en España», elaborado por la consultora Deloitte para la Fundación Artemisan, revela que el sector cinegético es clave en la lucha contra incendios forestales ya que cada año invierte 54 millones en mantenimiento y adecuación de accesos, pantanos, mejora del monte, cortafuegos y cortaderos, podas… entre otros.

Pero el papel de la caza en la lucha contra el fuego va mucho más allá: los miles de guardas que trabajan en los cotos de caza de toda España se convierten en agentes activos en la prevención, ya que en innumerables ocasiones son quienes primero advierten el inicio de los incendios forestales así como comportamientos inadecuados por parte de los usuarios del monte y que pueden aumentar el riesgo de que se inicie un incendio.

Los cazadores españoles, el colectivo que más dinero gasta en conservar la naturaleza

Por otra parte, el citado estudio demuestra que los cazadores invierten casi 290 millones de euros al año en mejoras medioambientales y son, después de las administraciones públicas, quienes más contribuyen a la conservación en España.

Son esas importantes inversiones las permiten mejorar los accesos a zonas rurales y minimizar el riesgo de incendios a través del cuidado del entorno. No es una casualidad que las grandes zonas de caza mayor sean históricamente espacios con pocos incendios forestales. Según explicaban expertos en esta materia en el documental La caza y los incendios forestales -que compartimos al final de este artículo-, esto es consecuencia de varios factores como un manejo sostenible del espacio; la presencia de los guardas; las torretas de vigilancia; los cortaderos de los cotos de caza (que forman auténticos cortafuegos); y la red de balsas de agua que los cazadores crean y mantienen en muchos de ellos.

El trabajo ‘sordo’ de cazadores y especies cinegéticas

Además, otro factor muy importante es el papel que tienen las especies cinegéticas que cuidan los cazadores, especialmente las de caza mayor, que se convierten en auténticas ‘máquinas desbrozadoras’ naturales.

A todo ello hay que sumar el trabajo que los cazadores realizan una vez que el fuego aparece. Tanto en la extinción, como a la hora de guiar por el monte a los bomberos forestales -son quienes mejor conocen cada monte-, así como en el mantenimiento de los puntos de agua y comida para facilitar la recuperación de la población animal tras el paso de las llamas.

       
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