Un grupo de cazadores vivió el pasado sábado una jornada de horror en el Ardèche de Chanéac, en el sur de Francia, cuando siete de sus perros de caza aparecieron muertos en una finca cercana al lugar donde se desarrollaba una batida de jabalíes.
Los hechos ocurrieron cuando los canes seguían el rastro de un jabalí que se adentró en la propiedad de la comunidad hippie «Longo Mai», un movimiento de origen suizo que se instaló en Francia en los años 70 y que defiende un estilo de vida autogestionado y autosuficiente, alejado de la sociedad de consumo.
Miembros de la comuna hippie ya habían amenazado a los cazadores
Según relató a medios locales uno de los cazadores afectados, miembros de esta comunidad que se oponen radicalmente a la caza ya habían amenazado en varias ocasiones con matar a los perros si entraban en su terreno. El pasado sábado podrían haber cumplido sus palabras, ya que sospechan que fueran ellos quienes disparasen fríamente a los siete perros, que fueron hallados muertos por sus dueños con los collares GPS arrancados.
Los cazadores presentaron una denuncia ante la gendarmería, que abrió una investigación para esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades. Los cadáveres de los canes fueron trasladados a un laboratorio para practicarles la autopsia y recoger pruebas balísticas.
La noticia ha causado una gran conmoción en el mundo de la caza y ha generado un profundo debate sobre el respeto a los derechos de los animales de quienes dicen luchar por ellos y sobre la convivencia entre diferentes formas de entender la vida rural.