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Caza un viejo corzo con sus cuernas unidas en una única y gran roseta

El corzo abatido por el cazador. © J. M.

El cazador Diego Martínez, de 28 años de edad y natural de la provincia de Castellón, abatió el pasado lunes 8 de agosto un corzo con un extraño pero bello trofeo que le nacía de una única y gran roseta. Martínez explica a la redacción de Jara y Sedal que en este coto de la Comunidad Valenciana -cuyo lugar exacto prefiere mantener en el anonimato- reparten un precinto de macho y otro de hembra entre la decena de cazadores que lo componen, y justo el día que le tocó el precinto pudo utilizarlo y hacerse con este bonito animal.

«Fue un sueño, porque es el corzo de mi vida», explica a esta redacción. «Ese corzo, el año pasado ya lo tenía visto e incluso me pasó por delante. En este terreno hay mucho bancal y mucho pinar, y aquel día se me hacía de noche e incluso me tropecé yendo tras el animal», explica a esta redacción. Intentó entonces incluso dispararlo en la distancia porque se acababa su día de rececho y de precinto… pero no consiguió cazarlo. Ahora, un año más tarde, ha logrado dar de nuevo con la pieza.

Así fue el intenso lance a este corzo único

Otra imagen del corzo abatido junto al cazador. © J. M.

Martínez explica que, este año, consiguió verlo un par de veces antes, pero no pudo dispararle. «El día que tenía el precinto entre mis manos, durante la mañana, lo vi a las 6:40 horas aproximadamente, y hasta una hora después no pude disparar porque no lo tenía bien colocado», señala, destacando el «carácter esquivo» que tenía la pieza.

«Le costaba salir al bancal con las hembras, pero cuando lo hizo, apunté y cayó», señala sobre un lance a unos cien metros de la pieza que protagonizó con su rifle Benelli Argo en calibre .300 Winchester Magnum cargado con munición Norma Plastic Point.

«No es normal un corzo con un trofeo así en esta zona»

El trofeo del corzo. © J. M.

«Es el corzo de mi vida», vuelve a repetir el joven. «Para el terreno en el que ha sido cazado, es increíble el trofeo que tiene. Todos mis compañeros coinciden en ello. No es normal que haya crecido un corzo con esas dimensiones de defensas aquí, porque no es una zona con mucha comida para ellos», concluye el joven su relato.

       
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