El lobo ha llegado, tal como llevábamos años advirtiendo. La confirmación de dos jabalíes infectados por peste porcina africana en Bellaterra (Barcelona) ha abierto un escenario inédito desde 1994 en España que preocupa –y mucho– tanto a ganaderos como a cazadores. Aunque las autoridades españolas aún analizan el alcance del foco y no han anunciado medidas específicas para la actividad cinegética, lo sucedido en países como Alemania, Polonia, Francia, Dinamarca, Italia o Bélgica dibuja qué podría ocurrir si la enfermedad se extiende por el territorio.
La PPA no representa un riesgo para la salud humana, pero sí supone un desafío sanitario y económico de primer nivel. En toda Europa, la experiencia demuestra que el virus obliga a tomar decisiones extremadamente duras, muchas de ellas centradas en el control o reducción drástica de las poblaciones de jabalí. No es para menos: en juego están, ya no solo la supervivencia de los animales, si no la de un sector tan importante para la economía como en porcino. De entrada, las exportaciones de este animal y sus productos podrían cerrarse, con lo que ello supone para un país que tiene el jamón ibérico como bandera.
Medidas extremas en Europa: del derribo masivo de jabalíes a las vallas fronterizas
Para tratar de adivinar lo que nos espera, especialmente a los cazadores, solo debemos fijarnos en lo que ha sucedido en otros países europeos donde el virus ha llegado antes que aquí. Esto nos ofrece un anticipo de lo que podría ocurrir en España si el foco catalán no queda aislado. La más contundente ha sido, en numerosos casos, la orden de acabar con todos los jabalíes en áreas declaradas infectadas, tanto para frenar la dispersión del virus como para proteger al porcino doméstico.
Bélgica, Alemania, Francia, Polonia o Dinamarca han vivido este escenario. En Polonia, donde el año pasado se sacrificaron 35.000 cerdos de granja y otros 24.000 a comienzos de año, el Gobierno autorizó medidas inéditas: uso de silenciadores en la caza, pese a estar prohibidos históricamente, y movilización del ejército para apoyar a los cazadores en la reducción poblacional. Las autoridades justificaron estas decisiones por la necesidad de rebajar el número de jabalíes en un 90 % en regiones de alto riesgo.
En Alemania, además de recurrir a drones y perros rastreadores para localizar cadáveres infectados, el estado de Sajonia levantó una valla de 130 kilómetros para frenar el paso de jabalíes desde Polonia. La estrategia alemana incluyó también vallas electrificadas de más de 100 kilómetros y restricciones a las exportaciones de cerdo tras detectarse el primer caso de PPA en Brandeburgo.
La respuesta danesa siguió el mismo patrón: una valla fronteriza de 70 kilómetros, considerada “pieza fundamental” para impedir la entrada de la enfermedad y cuyo coste final se redujo a seis millones de euros. Francia y Luxemburgo también han reforzado el control en frontera y ampliado las campañas de vigilancia epidemiológica.
En el caso luxemburgués, incluso se ha llegado a pagar 50 euros por cada jabalí abatido, con el objetivo de reducir al mínimo las poblaciones en zonas sensibles. Aun así, los propios cazadores han manifestado su preocupación ante una presión cinegética que consideran capaz de conducir “al inicio del fin de la especie” en algunos territorios.
¿Qué puede ocurrir ahora en España?
Por ahora, España se encuentra en una fase inicial: investigación del foco, vigilancia reforzada, revisión de bioseguridad y delimitación de áreas de control. Sin embargo, la experiencia europea indica que se podrían decretar medidas similares a las adoptadas en otros países:
- Prohibiciones temporales de caza de otras especies en zonas infectadas para evitar el desplazamiento de animales.
- Búsqueda activa y retirada inmediata de jabalíes muertos.
- Control intensivo o eliminación total del jabalí en áreas afectadas, como ya hicieron Bélgica, Alemania o Polonia.
- Levantamiento de vallas o barreras físicas en fronteras o áreas limítrofes para evitar movimientos de fauna.
- Medidas excepcionales como ampliación de temporadas de caza, incremento de cupos o incluso apoyo militar, tal y como se aplicó en Polonia.
A día de hoy, ninguna de estas decisiones está tomada en España. Las autoridades han insistido en que la prioridad es identificar el origen del foco y contenerlo. Pero el precedente europeo muestra que la gestión de la PPA suele ser severa, rápida y con un impacto muy significativo en la caza del jabalí, por lo que los cazadores de las zonas afectadas en Cataluña deben estar atentos a las comunicaciones oficiales y a los medios de comunicación especializados, desde donde iremos informando de todas las novedades que vayan surgiendo.
El impacto en la caza tendrá consecuencias imprevisibles
Si finalmente se confirma la presencia estable de la PPA, es más que posible que se produzca una elevada mortalidad natural de los jabalíes, lo que ya de por sí tendría consecuencias muy serias para la especie y para la actividad cinegética. Pero si esa mortalidad no se diera, las medidas aplicadas para frenar el avance del virus pasan necesariamente por el control total de las poblaciones en las zonas afectadas, desde batidas masivas hasta restricciones de movimiento y protocolos estrictos de bioseguridad.
En ambos escenarios, el impacto será profundo: la caza tradicional del jabalí quedaría modificada durante un largo periodo de tiempo, condicionada por decisiones sanitarias que podrían alterar por completo el manejo cinegético de la especie.
