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Cataluña activa su plan contra la peste porcina: así afecta a los cazadores

Un cazador junto a un jabalí. © Israel Hernández

Cataluña ha activado ya su plan de contingencia frente a la peste porcina africana después de confirmarse la llegada del virus a España. La Generalitat ha puesto en marcha un plan de contingencia extraordinario que etablece las medidas que se deben adoptar para gestionar las poblaciones de jabalí a partir de ahora y que da las directrices para saber cómo deberán actuar los cazadores en las zonas donde aparezca un foco.

El documento, muy técnico, establece diferentes áreas de control —desde la zona infectada hasta los anillos de vigilancia— y fija medidas inéditas en nuestro país: desde la prohibición total de cazar dentro del perímetro afectado hasta la obligación de analizar todos los jabalíes abatidos en los alrededores. Se trata, probablemente, del plan más exhaustivo elaborado hasta ahora en España para contener la PPA en fauna silvestre, y su aplicación marcará un antes y un después en la gestión cinegética catalana.

La prioridad: aislar los focos y reducir la población de jabalí

La peste porcina africana (PPA) es una enfermedad vírica mortal para los cerdos domésticos y el jabalí, pero no afecta a las personas. El virus viaja con una facilidad enorme: puede ir en la carne, en los restos de comida, en la sangre, en las heces, en los vehículos y hasta en las botas de quien ha estado en contacto con animales infectados.

Por eso el plan catalán de contingencia no se limita a las granjas de porcino: dedica un bloque entero a lo que ocurre en el monte con el jabalí y prevé medidas muy estrictas sobre el terreno cuando aparezca un foco en fauna silvestre. En ese escenario, los cazadores dejan de ser solo usuarios del monte para convertirse en un elemento central del dispositivo de vigilancia, control poblacional y detección temprana.

Zona infectada: la zona cero

Si el laboratorio confirma que uno o varios jabalíes encontrados muertos son positivos a PPA, la administración dibujará sobre el mapa una zona infectada (ZI). Esa zona se compone de un “núcleo” —donde han aparecido los casos— y de una franja de 6 kilómetros alrededor, denominada “zona tampón”. Todo el conjunto se considera de alto riesgo, aunque en algunos puntos no se hayan detectado cadáveres.

En torno a esa ZI se colocará un auténtico cordón sanitario: se señalizarán accesos, se cerrarán pistas y se informará de las restricciones con carteles específicos. El objetivo es doble: evitar que el virus salga de allí pegado a botas, ruedas o colmillos, y minimizar cualquier movimiento de los jabalíes que pueda llevar la enfermedad a otros territorios.

Para los cazadores, la consecuencia es clara y contundente:

En paralelo, la administración podrá instalar vallados y cierres provisionales para que los jabalíes no crucen hacia zonas sanas.

Esquema de zonas afectadas por PPA. La Zona Infectada incluye lugares en los que se hayan detectado individuos positivos en PPA (Zona Núcleo) y los terrenos comprendidos en una franja de 6 km a su alrededor (Zona Tampó). La Zona de Vigilancia incluye los terrenos comprendidos entre la Zona Infectada y una franja de 10 km en torno a la Zona Núcleo.

Zona de vigilancia: caza sanitaria y todos los jabalíes analizados

Más allá del perímetro infectado se establece una zona de vigilancia (ZV), que llega hasta los 10 kilómetros desde la zona núcleo. Sus límites se ajustan a la realidad del terreno: carreteras, vías de tren, áreas urbanas, grandes masas forestales o incluso los propios límites de las Áreas Privadas de Caza, Zonas de Caza Controlada y Reservas Nacionales.

La filosofía es distinta a la de la ZI. Aquí sí se mantiene la actividad cinegética, pero transformada en una caza sanitaria muy regulada con tres objetivos:

  1. Reducir drásticamente la densidad de jabalí para minimizar contactos con posibles animales infectados y evitar el “efecto reserva” en el borde de la ZI. El plan prevé expresamente apoyarse en los cazadores para este vaciado sanitario, planificando cómo abatir el máximo de animales causando el mínimo movimiento hacia otras zonas.
  2. Evitar que la ZV atraiga jabalíes de la zona infectada, por ejemplo a través de cultivos muy apetecibles, residuos mal gestionados o puntos de alimentación suplementaria.
  3. Detectar rápidamente cualquier jabalí muerto que pueda delatar que la enfermedad ha roto el confinamiento.

En la práctica, esto se traduce en un cambio radical para las sociedades de cazadores:

La ZV, en resumen, no aparta a los cazadores: los coloca en el centro del dispositivo, pero con una actividad completamente condicionada por la estrategia de erradicación: la prioridad es acabar con los jabalíes.

Ejemplo de adaptación del límite de la Zona de Vigilancia a la red viaria ya los límites de las Áreas Privadas de Caza (APC).

Alrededor de las granjas: zonas de protección y vigilancia

Cuando el foco afecta a una explotación porcina, el mapa cambia, pero también puede salpicar a los cotos. El plan establece una zona restringida estructurada en:

Aunque aquí el foco está en el ganado doméstico, las restricciones de circulación, los controles a vehículos y las exigencias de bioseguridad pueden afectar de forma directa a sociedades de cazadores cuyos acotados queden dentro de esos radios, con caminos cortados, accesos regulados y cambios en la dinámica de las batidas.

Qué debe hacer un cazador si encuentra un jabalí muerto

Uno de los mensajes clave del plan es que un jabalí muerto sin causa aparente es una alerta sanitaria. El protocolo es muy claro: no se debe tocar ni mover el cadáver; hay que avisar de inmediato a los Agents Rurals de la zona o a los servicios veterinarios oficiales, que activarán la recogida y el análisis de la muestra.

Para los cazadores, la recomendación práctica es doble:

En cualquier caso, la consigna es la misma: no manipular el animal, no cargarlo al coche, no intentar retirarlo del monte y, por supuesto, no aprovechar su carne.

Cómo deben prepararse las sociedades de cazadores

Para las sociedades cinegéticas catalanas, el plan deja claras varias obligaciones y líneas de trabajo:

1. Saber en qué zona está cada acotado.
Tras la declaración de un foco en jabalí, la administración elaborará un mapa de zonas afectadas y actualizará de forma periódica los límites de la ZI y la ZV, además de señalizar sobre el terreno el perímetro y los puntos de acceso. Es fundamental que cada sociedad confirme con su servicio territorial si su coto entra total o parcialmente en estas zonas.

2. Asumir que la caza se puede convertir en “caza sanitaria”.
En la ZI, la actividad se detiene por completo. En la ZV, las batidas y aguardos dejan de programarse según criterios puramente cinegéticos y pasan a integrarse en un plan de reducción de densidad supervisado por la administración, con exigencias claras sobre cómo organizar las cuadrillas, qué zonas batir, cómo manejar las canales y cómo remitir las muestras.

3. Garantizar que todos los jabalíes abatidos se analizan.
El plan no deja margen de duda: todos los animales capturados en la zona de vigilancia deben enviarse a análisis para comprobar si están infectados o no. No se trata de remitir “algunos” ejemplares: la información epidemiológica depende de que la totalidad de los jabalíes abatidos sean muestreados correctamente.

4. Organizar la comunicación interna.
Las juntas directivas tendrán que reforzar la información a sus socios: explicar qué zona afecta al acotado, qué modalidades están permitidas y en qué condiciones, a qué teléfonos avisar si se detecta un cadáver y qué procedimiento se seguirá con las piezas abatidas. Carteles en el coto, grupos de mensajería y redes sociales pueden ser aliados imprescindibles para que nadie salga al monte sin conocer las normas.

5. Extremar la bioseguridad también en la caza.
El virus puede viajar en barro pegado a las ruedas, en sangre en la ropa o en restos de vísceras sobre el terreno. El documento insiste en desinfecciones rigurosas de vehículos y equipos, y en tiempos de espera antes de entrar en otras explotaciones porcinas después de haber estado en una zona afectada. Para los cazadores, esto significa cambiar rutinas: lavar y desinfectar botas, ropa y utensilios tras cada jornada y evitar desplazarse directamente de un coto en ZI o ZV a una granja o a otro territorio sin ese mínimo de higiene.

Una oportunidad para que la caza lidere la contención de la PPA

La PPA es, hoy por hoy, una de las mayores amenazas para el sector porcino europeo y para la gestión del jabalí en buena parte del continente. Cataluña se ha dotado de un plan muy detallado que combina medidas duras —paralización de la caza en zonas infectadas, restricciones de acceso, controles de movimientos— con una apuesta clara por integrar a la caza en la solución: vaciado sanitario en la zona de vigilancia, colaboración en la búsqueda de cadáveres y participación en la vigilancia epidemiológica.

Para las sociedades de cazadores, el mensaje de fondo es sencillo: Habrá momentos incómodos, con temporadas enteras condicionadas o incluso paradas, pero su colaboración puede ser decisiva para evitar que la enfermedad se asiente en el monte y para proteger tanto a la fauna silvestre como a miles de explotaciones porcinas.

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