El 16 de agosto, la pequeña localidad lucense de Galegos fue escenario de una de esas historias que rápidamente trascienden las fronteras del pueblo. Cuando Cristian Rodríguez llegó a la iglesia donde le esperaba su prometida, Nerea López, se encontró con una sorpresa inesperada: sus amigos habían tapiado la entrada del templo con bloques, impidiéndole el acceso al altar. El propio novio tuvo que remangarse la camisa y quitar los bloques con esfuerzo. «No tardó mucho en derribar el muro porque los bloques estaban cubiertos de espuma, solo los golpeó y salieron», contaba entre risas la novia en declaraciones que recoge El Progreso.
La ocurrencia fue grabada en vídeo y compartida por la tienda de tocados y accesorios Toquetería en sus redes sociales, donde en apenas unos días superó las 300.000 visualizaciones. La escena, tan cómica como emotiva, hizo que cientos de usuarios comentaran la creatividad y la buena sintonía del grupo de amigos, destacando que pocas veces se ve un recibimiento tan peculiar en un enlace.
@toqueteria Un novio que no da entrado a la iglesia parte 1
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Más bromas dentro y fuera de la iglesia
El humor no terminó con el muro improvisado. Una vez que Cristian consiguió entrar en el atrio, se topó con otra traba: sus amigos habían cerrado las puertas con un candado. «Los amigos le dijeron que la llave estaba en uno de los agujeros de los bloques», explicó Nerea López, mientras recordaba cómo su pareja buscaba entre las piezas hasta que, finalmente, uno de los presentes le entregó la llave escondida.
@toqueteria Falta la llave
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Con el acceso desbloqueado, el novio pudo llegar al altar y esperar la llegada de la novia. Sin embargo, las bromas continuaron en el interior del templo. Sus amigos le colocaron alzas en los zapatos y, para sorpresa de todos, incluso le regalaron una cabra en plena ceremonia, lo que desató las carcajadas de los invitados.
Al salir de la iglesia, el recién matrimonio fue recibido con una lluvia de arroz poco convencional: en lugar de lanzar los granos con las manos, los amigos utilizaron un soplador de jardín que lanzó una nube de arroz sobre la pareja. La celebración concluyó con otra ocurrencia: una gran paca de hierba bloqueaba el paso del coche nupcial, obligando a Cristian y sus acompañantes a hacer un último esfuerzo físico antes de emprender su paseo por Sarria.
Una boda para recordar
Más allá de las bromas, la jornada quedó grabada en la memoria de los novios y de los vecinos de Galegos como una fiesta única. La pareja, que derrochó complicidad en todo momento, disfrutó de un día lleno de risas, tradición y cariño de sus seres queridos.
El paseo posterior por Sarria, vestidos con ropa de caza y acompañados por su perro, fue la guinda de una boda que ha conquistado también a miles de personas en Internet. La unión entre Nerea y Cristian, entremezclada con la alegría y el humor de sus amigos, se ha convertido en una de esas historias entrañables que trascienden lo local y se comparten en todo el país.
