El hallazgo de Dogxim cambió lo que la ciencia creía saber sobre la hibridación en cánidos. En 2021, un conductor atropelló en Vacaria, Brasil, lo que pensaba que era un perro. El animal herido, sin embargo, resultó ser un ejemplar que desconcertó a los veterinarios por su apariencia y su comportamiento, revelando un cruce hasta entonces considerado inviable.
Su cuerpo recordaba al de un zorro de las pampas: orejas puntiagudas, cola espesa y mirada astuta. Pero su pelaje, sus ojos y su forma de relacionarse con los humanos eran inequívocamente caninos. Dogxim ladraba, jugaba con objetos y aceptaba caricias, aunque prefería cazar presas vivas a comer pienso. La comunidad científica pronto supo que estaba ante un caso único.
Un caso inédito en la zoología
Los análisis genéticos confirmaron lo imposible. Dogxim tenía 76 cromosomas, un número intermedio entre los 78 del perro doméstico y los 74 del zorro de las pampas (Lycalopex gymnocercus). El ADN mitocondrial reveló que su madre era un zorro, mientras que el ADN nuclear confirmaba la fusión de ambas especies. Según Roland Kays, del North Carolina Museum of Natural Sciences, «nunca se había documentado una hibridación entre géneros tan lejanos en cánidos».
Los científicos recordaron que estas dos especies se separaron hace 6,7 millones de años. Sin embargo, Dogxim demostró que la barrera evolutiva podía quebrarse bajo circunstancias muy concretas. Su sola existencia fue suficiente para reabrir el debate sobre los límites genéticos y la adaptabilidad de la vida.
Consecuencia de un ecosistema alterado
El origen de este fenómeno está ligado a la degradación de la Mata Atlántica, uno de los ecosistemas más dañados de Brasil. La deforestación, la urbanización y el abandono de perros domésticos en entornos naturales han aumentado los contactos entre especies que, en otras condiciones, jamás se habrían cruzado. La investigadora Bruna Szunwelski advirtió: «El abandono de perros en áreas naturales, a pesar de ser un delito, continúa ocurriendo con frecuencia».
Dogxim murió en 2023 sin dejar descendencia conocida. Aunque la comunidad científica considera que la viabilidad de híbridos así es muy rara, la presión humana sobre el medio natural incrementa las posibilidades de que se repitan casos semejantes. El riesgo va más allá del hallazgo puntual: si los genes del perro se introducen en las poblaciones de zorros, la conservación de estas especies podría verse seriamente comprometida.
