«Fuimos con la intención de recechar tres ejemplares de macho montés pero lo que no esperábamos era conseguir cazar los tres animales la misma mañana», relata Fran Campos a Jara y Sedal sobre la cacería.
11/8/2019 | Redacción JyS
El experimentado cazador J.C. y dos amigos más lograron cazar, hace unas semanas en un coto de Teruel, tres machos monteses en una exitosa mañana de rececho. «Fuimos con la intención de recechar tres ejemplares de macho montés pero lo que no esperábamos era conseguir cazar los tres animales la misma mañana», ha relatado a Jara y Sedal el propio Campos.
En esta ocasión eran tres cazadores diferentes, por lo que los guardas Cucho y Miguel decidieron dividirlos en dos grupos para poder cazar más cómodos y recechar zonas diferentes. J.C se encontraba en el segundo grupo, compuesto por Miguel (el guarda), su padre y él mismo. Salían un poco más tarde que el primero, por lo que guardaron todo el equipo y se pusieron rumbo al cazadero cuando, al poco de subir al coche, vieron el primer macho.
Se trataba de un macho «muy bonito, rodeado de un gran grupo de hembras que cumplía con las características que estábamos buscando», reseña J.C . Casualmente, el otro grupo estaba pasando muy cerca de allí por lo que decidieron avisarlo para que intentara hacerle una entrada que pudieron contemplar y grabar desde una perspectiva que aparece en el vídeo.
Siguieron la marcha en busca del suyo, recorriendo caminos custodiados por bonitos cortados y haciendo paradas estratégicas donde habitualmente solían campear hasta que, de nuevo, localizaron a un grupo en su mayoría de machos con alguna hembra suelta. «Pronto nos dimos cuenta de que uno de los ejemplares bien merecía un intento y nos pusimos en marcha para hacerles una entrada que nos obligó, en el último tramo, a gatear entre duras piedras que se clavaban en las rodillas», reseña el cazador.
Lograron ponerse a una distancia adecuada para intentar un disparo justo cuando los machos, hasta ahora tranquilos, reactivaban su marcha en dirección opuesta a su presencia. «Afortunadamente, cuando estaban cerca de taparse, un disparo alcanzó al macho más grande haciendo detener su marcha para segundos después desplomarse definitivamente en el pedregoso suelo», sigue explicando J.C.
La alegría en el ambiente era palpable: «Se sucedieron abrazos y felicitaciones comentando la jugada, analizamos el disparo, el trofeo y poco después de dejar al sabueso de Baviera de Miguel hacer su reconocimiento, preparamos el trofeo para guardarlo convenientemente en el coche. Era el segundo macho en apenas un par de horas, la cosa no podía ir mejor», comenta entusiasmado el joven.
Al llegar al coche y después de recoger todo lo necesario, se pusieron en contacto con el otro grupo que comentó que acababan de abatir un buen macho a una distancia de 320 metros y que lo habían pinchado, que iban a necesitar su ayuda «ya que le habían soltado un sabueso de Baviera (con un GPS) y se había perdido detrás del macho en dirección a un barranco muy pronunciado», relata J.C.
Conectando el receptor de señal del GPS, éste les daba la señal y «efectivamente estaba en un barranco de acceso complicado», señala el cazador. Al llegar allí, la estampa que pudieron contemplar «fue realmente espectacular». El macho herido se había subido a una pared de piedra «prácticamente vertical» y el perro, haciendo honor a su raza, «estaba acosando al macho prácticamente al lado del mismo, ladrándolo a apenas unos metros», explica.
«Era difícil de entender ya no que un macho herido se hubiera subido allí, sino que un perro hubiera conseguido subirse a esa pared tan inaccesible, sorprendente», añade el cazador. El macho necesitó un segundo disparo para abatirlo y caer así de aquella pared. Era el tercer macho montés de la mañana y el mejor de los tres.
Al reunirse todos, comentaron las experiencias vividas en esta jornada corta pero intensa en la que volvían a dar vía libre a su pasión por la caza. Una aventura que queda reflejada en este reportaje:
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