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Cazan otro extraordinario jabalí en Galicia: un vakamulo de 142 kilos

Los tres cazadores afortunados junto al jabalí abatido© D.F

Los protagonistas de esta jornada fueron por un lado, Diego y David Fernández «Patelas», dos hermanos que no sólo se apodan como su padre sino que han heredado de él su pasión por la caza del jabalí en batida, especialmente en el Tecor Societario de Sober que ha sido siempre como su casa.

Por otro, José Duarte, un cazador y perrero asturiano y gallego a partes iguales, que junto a su ejército de laikas acompaña en numerosas ocasiones a la cuadrilla de los hermanos.

En esta ocasión, la batida se celebraba en el corazón de la Ribeira Sacra (Lugo), en una de las grandes encañadas de la ribera del Sil. Llena de viñedos en los costados más soleados, con grandes manchas de monte apretado y zarzales prácticamente impenetrables entre paredes de piedra que antaño fueron caminos de carros, obligaba a situar las posturas en las laderas de pinares donde, con un poco más de visibilidad, se podrían efectuar mejores lances.

Tres miembros de la misma familia

La suelta de los perros- Grifones vendeanos, azules de gascuña, leonados y Laikas – ponía en tensión a los puestos. Marcando rastro desde el primer momento y hasta llegar a los encames, sus ladras retumbaban en toda la cacería y el primer levante no tardó en llegar.

Los puestos ubicados en la ladera del cañón escucharon romper monte, tres jabalíes se habían desencamado casi simultáneamente y cumplirían cada uno a una postura.

El primero lo abatía David Patelas en un lance sumamente largo, de ladera a ladera, con su rifle Beretta .300 Winchester Magnum y una puntería pasmosa. Su tío, Pepe Coutado, jugaba su lance al borde de un precioso viñedo, alcanzando en los cuartos traseros al jabalí que volvía a entrar en el monte y sería agarrado por los laikas. Todo quedaba en casa y, lo mejor, aún estaba por llegar.

Después de las detonaciones y unos segundos de silencio, las voces de los grifones redoblando al unísono ponía a las posturas de nuevo en alerta. Un gigantesco suido venía rodeado por todos los canes y a pesar de ello iba a un paso lento y despreocupado. Sabía bien que con su tamaño, pocos le harían frente. Lo que ignoraba el animal es que Diego estaba en medio del pinar y había advertido su presencia.

Así consiguieron darle caza

«Su comportamiento me sorprendió. Cuando estaba ya en medio del puesto, se giró y echó a correr arrollando a todos los perros que encontraba a su paso. En su huída pasó por delante de mí, a escasos 15 metros, pero no pude tirar por lo cerca que llevaba a los perros», cuenta Diego. Al borde de la maleza, antes de que el jabalí desapareciera en la su espesura, el cazador encaró rápido el Browning MK3 calibre 9,3×62 Mauser y pese a quedar algo trasero el animal «se iba muy tocado», apunta Patelas.

Pinar abajo, el monstruoso cochino llegó al puesto de su hermano quien también jugó un lance certero, pero no definitivo. Finalmente volvió a la zona de la que se había desencamado. Allí se paró a los perros, el impenetrable zarzal lo hacía fuerte y fue necesaria la rapidez y valentía de José para rematarlo antes de que hiriese a alguno de los canes.

Los cazadores después de pesar el jabalí © D.F

El jabalí, que dio 142 kilos en la báscula, fue la alegría de toda la cuadrilla y el que puso fin a la batida. El brillante trabajo de los perros y la colaboración de los cazadores hizo de aquella una jornada única y memorable.

       
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