No es la primera vez que mostramos en Jara y Sedal un vídeo como el de estos dos jabalíes en celo que se enfrentaron entre sí sin miedo a las cámaras. Las imágenes mostraban a dos grandes verracos pugnando por ver quién era el dueño del territorio; una estampa que fue filmada desde un vehículo y que evidenciaba que ambos se encuentran en una de las épocas del año más intensas para ellos: el celo. Hay que destacar que en esta etapa del año los machos pueden recorrer decenas de kilómetros para reproducirse y muestran una mayor agresividad hacia otros machos que puedan encontrarse en su camino.
Conforme se acerque el invierno la comida escaseará y se despertarán aún más las ansias reproductivas de los jabalíes, obligando a los más viejos del lugar a salir de la espesura. Por tanto, llega en breve tu oportunidad para intentar ganarles la mano, pero ¿cómo hacerlo? A continuación recopilamos algunos de los mejores trucos para cazar un gran jabalí durante el celo.
No tires al escudero
¿Existe realmente o es un mito? Debates aparte –ya que hay quienes dicen es una leyenda-, definiremos como escudero a aquel machete joven de unos 40 kilos que acompaña en sus correrías nocturnas al viejo macho, ése que se las sabe todas y del que intentará aprender lecciones de su dilatada experiencia. A cambio, para beneficio de su jefe y por ir siempre delante de él, le serviría de aviso en caso de detectar algún peligro. ¿Moraleja? Si tiras al primer machete que te entre en el puesto puede que estés perdiendo la oportunidad de cazar el grande, ése que espera tu error desde la espesura.
Localiza sus rastros
Acude al coto y visita viejas bañas. Fíjate en los árboles que les gusta marcar año tras año y busca las colmilladas más altas: si son recientes será prueba de que un veterano marrano las frecuenta de nuevo. No dejes de lado las huellas. Las solitarias, grandes y redondeadas en su parte anterior suelen pertenecer a viejos machos que ya van desgastando su ‘calzado’. De igual modo recorre alambradas, portillos, trochas, prados… Cualquiera de estos lugares son ideales para obtener la mayor información posible que te permita adivinar por dónde se mueven los más grandes.
Coloca maíz bajo unas piedras
Cuando un macho solitario visita este tipo de comederos suele dejar las rocas formando un círculo, ya que las irá apartando una a una con su jeta para alimentarse. Sin embargo, si es una piara de hembras y jóvenes la que ha entrado a tu señuelo esparcirán las piedras de manera descontrolada sin orden aparente. Esto se debe a que, sobre todo los más jóvenes, se apresuran a moverlas de cualquier modo en un intento de ser más rápidos que sus hermanos y llegar antes al manjar que se esconde debajo de ellas.
Ayúdate de una cámara trampa
Las tecnologías están a la orden del día, y ahora mejor que nunca debes aprovecharlas para conocer de primera mano qué es lo que está entrando a tu puesto. Las imágenes de una cámara trampa te ayudarán a identificar los machos grandes y los grupos de hembras y primalones y conocer a qué hora o cada cuánto tiempo se dejan caer por tus dominios. Sí, no es sencillo. El viejo jabalí no es animal de costumbres, pero te aseguramos que, si lo identificas y sacrificas los lances sobre ‘visitantes menores’, te dará una oportunidad.
No pierdas detalle a su comportamiento
Cuando la piara rompe el monte y se detiene frente a esa querenciosa baña natural que has localizado o bajo esa encina donde aún queda bellota puede que, a simple vista, no distingas un ejemplar a tener en cuenta. No te confíes. El viejo macho suele entrar algo más tarde, cuando el resto lleva ya unos minutos en la plaza. En ese momento puede que se confunda entre las viejas hembras, y tendrás que identificarlo analizando su comportamiento.
El año pasado conseguí abatir un buen macareno en espera cuando le descubrí a través de mi monocular ¡oliendo el trasero a una jabalina! También pueden intentar montarlas, pegarse al resto para alimentarse o aparearse o bien apartarse a un lado, recelosos y con la jeta levantada.
Córtale el paso
Dicen que si un jabalí tiene cubiertas sus necesidades básicas en su trayecto habitual no se preocupará de variarlo a lo largo de toda su vida. Difiero bastante de esta teoría, ya que los grandes machos son bastante impredecibles y pueden cambiar de mancha de un día a otro sin motivo aparente. Sin embargo, el empleo de cámaras de fototrampeo en lugares querenciosos y el estudio de sus instantáneas a lo largo de los últimos 15 años me han enseñado a ser paciente. Si un viejo macareno visita un lugar donde encuentra alimento, hembras en celo y refugio, volverá a él sin lugar a dudas. Es la baza que debes explotar para esperarle. ¿Dónde? Si te ha sacado esperándole en el propio comedero ¡córtale el paso! Toma nota de las sendas que utiliza para entrar o salir y colócate donde menos lo espere. Eso sí, ¡no olvides tener en cuenta el aire!
Espérale de recogida
Otra opción que suele dar buen resultado con los viejos machos en celo es invertir la costumbre y, en lugar de esperarle al anochecer, buscarle las vueltas llegando de madrugada al coto para colocarnos en las trochas que frecuente de regreso a su encame. Es una estrategia que suele dar buenos resultados, sobre todo con los machos que sabemos que rondan tarde por nuestra postura. Para localizar, de nuevo entran en juego las cámaras de fototrampeo.
Fíjate en la bellota
Una de las razones que motivan a un gran jabalí a establecer sus movimientos diarios en esta época –aparte de la búsqueda de hembras en celo- es el alimento. Si tu coto cuenta con encinas, coscojas o robles, los cochinos dormitarán en el punto más cercano al lugar en que se encuentren las bellotas más dulces, utilizando para establecer sus encames, si el paraje es relativamente tranquilo, cualquier grupo de matas. Toma nota de los rastros en las trochas de entrada y salida de estos encames, quizá des con la pista del macareno que buscas y puedas montar un aguardo.
Hay que dejarlos crecer
Para abatir grandes ejemplares, aunque parezca de Perogrullo, hay que dejar que crezcan. No es el primer coto en el que se hartan de cazar navajeros de dos años para quejarse después de que no hay buenos ejemplares. Hace unos años, un compañero de máster, André Raposo, llevó a cabo un estudio para descubrir qué factores afectaban al desarrollo de su trofeo. La principal conclusión fue.. ¡que depende de la edad! «Dadme un jabalí de esos que decís que no echan boca que ya lo tengo yo en casa unos años verás si no es así», decía. Y no le faltaba razón. Si quieres enfrentarte a ese animal viejo que se las sabe todas deberás dejar pasar, sin tirar, a muchos jóvenes.