Con los calores y las primeras lluvias se desata la pasión y las llamadas del celo del ciervo resuenan, atronadoras, en las sierras y dehesas. Si quieres reclamar al ciervo de tu vida tendrás que saber qué teclas tocar.
Localiza tu ciervo objetivo
Es el primer paso. Para ello, asciende cuanto puedas y aguza el oído. No es necesario que lo llegues a ver: basta escucharlo para saber dónde está. Si sus llamadas resuenan después de las 9:30 horas es posible que ya esté encamado. Tranquilo, volverá a la misma zona al día siguiente, y al otro… hasta que algo le moleste y le eche de allí.
Las corrientes de aire son sus mejores aliados. Los ciervos siempre se desplazan contra el viento. Si te es favorable, recorta distancias lo máximo posible sin molestarle, pero no te preocupes si no puedes acercarte demasiado: tienen un gran oído y detectarán cualquier ruido a kilómetros. Prevé el patrón de los movimientos de la manada por la dirección de sus huellas.
Imita hembras y crías
Inicia la secuencia con el sonido de una hembra, con una llamada desde el diafragma o mordiendo y soplando. Imita sonidos sociales, sin notas alarmantes o amenazantes, durante entre 30 segundos y un minuto. Es difícil, pero muy efectivo. Compagina el anterior reclamo, el de las hembras, con el de las crías: llamadas más cortas y rápidas. Esto llamará la atención de las ciervas, las atraerá… y si están acompañadas de algún macho éste no dudará en seguir los pasos de su harén. Es el momento de introducir la hembra. Hazlo con emoción.
Se supone que estás en celo, así que ponle cariño, como si se tratase de un reclamo para predadores. Alcanza un registro más alto, con toques más nasales, y alarga la llamada para simular que la cierva está cada vez más excitada. Alterna las tres llamadas variando y cambiando el volumen. Ponte en situación: estás imitando a un grupo pequeño de ciervas deambulando por la zona y comunicándose entre sí. Serás irresistible.
Monta jaleo
Reclamar en pleno celo es el momento ideal para olvidar el silencio y las precauciones propias de la caza. Patea ramas, pisotea con fuerza, haz rodar rocas… Tienes que sonar como un ciervo deambulando entre el monte. Continúa llamando a izquierda y derecha, hacia el cielo y a tu espalda. Imagina que estás en una fiesta en la que los grandes machos no dejan de lanzar la caña en todas direcciones. Después de cinco o seis minutos deja que todo vuelva a la calma.
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La intensidad debe ascender y descender. Pasados unos minutos es importante que te centres en tu macho y trates de hacerle entrar. Cambia el registro de sonidos guturales a otros graves como los que realizan los machos cerca de las hembras en celo. Otros venados lo oirán y cargarán para desafiarte. Si no se dejan ver en el primer intento, disminuye la intensidad poco a poco y vuelve a la carga de nuevo pasados un par de minutos.