No sé si somos conscientes de la importancia que 2022 ha tenido para nuestro colectivo. Sin duda alguna recordaremos este año que dejamos atrás como uno de los más negros jamás vividos. No es para menos. En él, la caza ha sufrido el mayor asedio político de la historia de nuestra democracia con el planteamiento de dos leyes fraguadas en el seno del Gobierno y basadas únicamente en el odio animalista a nuestra actividad.
Su tramitación ha sido una loca huida hacia adelante en la que PSOE y Unidas Podemos no sólo han ignorado la mayoría social que el 20M hizo historia en Madrid pidiendo su retirada, sino que han pisoteado los informes de expertos, científicos, biólogos, veterinarios, asociaciones de profesionales que trabajan con animales y hasta del mismísimo Consejo General del Poder Judicial.
Como expuse recientemente en otro artículo de opinión, lo realmente escalofriante no es ver que un Gobierno persigue e intenta acabar con una actividad por una simple cuestión ideológica. Lo que asusta es ver el absoluto desprecio con el que trata una democracia y un sistema de Derecho que a todas luces les estorba para cumplir sus objetivos políticos.
Estas leyes impuestas al capricho de una minoría nos han polarizado como colectivo y como sociedad
Las leyes deberían ser aprobadas tras lograr un consenso democrático y social, no impuestas desde una minoría radical que no escucha a nadie. Prueba de ello es que su impulsor, el director general de Derechos de los Animales, Sergio García Torres, ha anunciado que él y Unidas Podemos participaron en una manifestación que pide prohibir la caza en España. Una protesta que tuvo lugar el mismo día que el sector de las tiendas de mascotas también tomará la capital de España para pedir la retirada de la nefasta Ley Animalista.
A pesar de los momentos tan oscuros que atravesamos y de la vergüenza democrática que se siente al mirar hacia el Congreso de los Diputados, no hay que perder la esperanza. 2022 también nos ha hecho más fuertes. La exhibición de poder que realizamos el pasado 20 de marzo demostró a nuestros políticos y al resto de la sociedad lo grandes que somos. Estos golpes tan duros que hemos recibido han hecho que cerremos filas en torno al sector y que seamos mucho más efectivos a la hora de defendernos. Estas leyes impuestas al capricho de una minoría nos han polarizado como colectivo y como sociedad, y lo insensatos que lo han hecho lo acabarán pagando antes de que llegue 2024.
2023 es año electoral. Nunca los cazadores habrán acudido a las urnas tan unidos y tan convencidos de entregar su voto a quienes no los odian, criminalizan e intentan proscribir. Que os vote García Torres.