La emotiva historia de los dos perros perdidos mientras acosaban a un jabalí la recogía el diario asturiano El Comercio. Es la historia de una búsqueda incesante, de un cazador que nunca perdió la esperanza de hallar a sus dos compañeros inseparables y que arranca un domingo de batida.
El cazador se llama Antonio Cuesta. Asturiano, natural de Ribadesellesa, participaba con su cuadrilla en una batida de jabalíes celebrada en Selorio, una parroquia del concejo de Villaviciosa. Como era habitual, acudió a la cita con Rufa, una hembra de grifón español de año y medio, y Ron, un grifón azul de Gascuña macho de seis años.
En un momento de la cacería, los dos perros dieron con un jabalí encamado. Entonces comenzó la persecución. Y también unos de los días más angustiosos que recuerda este riosellano en sus más de 50 años de cazador.
Los perros y jabalí desaparecen
El cazador riosellano perdió a sus perros y al jabalí de vista. Cuando terminó la batida los animales no habían regresado. Entonces comenzó la búsqueda. Su localizador GPS no recibía correctamente la señal de los collares de Ron y Rufa
Caía la noche y los animales no aparecían, pero Cuesta no se dio por vencido. El lunes regresó al lugar donde transcurrió la cacería para seguir el rastro de sus dos perros. Cuando terminaba el día decidió descender un acantilado de unos cien metros de desnivel… y entonces su localizador GPS recibió una señal. Era del collar de Ron, pero la marea estaba alta. Volvería al día siguiente. De vuelta a casa, su mente sólo pensaba en una cosa: ¿cómo sacarle de ahí?
Dos perceberos, los ángeles de la guarda
David Álvarez-León y Carlos Rodríguez son dos perceberos aficionados a la escalada y amantes de los animales. El martes, terminada la faena, habían llegado a su coche cuando escucharon a Antonio, en el vehículo de al lado, debatir con sus acompañantes cómo rescatar a su perro.
«Fue una suerte toparnos con David y Carlos, como si nos los hubieran enviado», recuerda el cazador. En cuanto tomaron conciencia de la situación, los dos perceberos y escaladores diseñaron un plan de urgencia. Después de dejar los percebes en la lonja de Avilés pasarían por Gijón para coger cuerda de escalada. A las 16:00 horas estaban de nuevo en el acantilado.
Una imagen dramática… y un milagro
Al pie del acantilado se encontraron con una imagen desoladora. Rufa y el jabalí, de unos 100 kilos, se habían despeñado y yacían muertos sobre unas rocas. Unos 40 metros más arriba, en una repisa inaccesible, Ron estaba herido, pero por suerte vivo.
Cuando consiguieron rescatar a Ron Antonio no entendía que hubiera podido sobrevivir. Además de despeñarse y llevar casi tres días sin comer, el perro presentaba tres profundos navajazos que el jabalí le había propinado durante la persecución. Los cortes estaban infectados así que corrieron hasta un veterinario: «Ron vivirá, pero tiene para una temporada larga».
Así fue la historia de un cazador que buscó sin descanso sus perros perdidos. Una de las más emotivas que te hemos contado en Jara y Sedal y que recuperamos tres años después en un momento en el que nos nos viene mal encontrar lecciones de esperanza.