Icono del sitio Revista Jara y Sedal

Perdices de montaña: ocho consejos para cazarlas con perro de muestra

Una perdiz de montaña. ©Shutterstock

Si hay un terreno difícil de cazar, e incluso de moverse con cierta libertad por él, ese es sin duda la alta montaña. Los desfiladeros, cañones, hoces o arribes –según la zona–, son cortes más o menos estrechos provocados por la erosión de los cauces de agua en terrenos calizos o de tipo kárstico durante miles de años. Ya sean de un tipo o de otro, todos ellos comparten ser enclaves muy abruptos y difíciles de caminar. Para conseguirlo más o menos con ‘soltura’ hay que conocer antes la inclinación de las paredes laterales y su vegetación, con el hándicap de que al tratarse de un terreno rocoso las piedras sueltas son muy frecuentes. Cazar aquí una perdiz roja pura (Alectoris rufa) de las de verdad, es tocar el cielo cinegético con los dedos.

1. Conoce el terreno

La vegetación no sería un problema en los desfiladeros si se mantuviera bien ‘cuidada’. Pero el despoblamiento del campo, por un lado, ha hecho que vacas, ovejas y cabras, las encargadas de realizar estas tareas de mantenimiento del monte al tiempo que se alimentan, son cada vez son menos frecuentes; por otro, los habitantes de los pueblos, que han conocido bien siempre cómo mantener el campo y estas zonas limpias y bien podadas, son cada vez menos o tienen demasiada edad. Por ello, en muchas de estas zonas resulta imposible pasar y si antes ya era difícil cazar en ellas ahora se antoja imposible.

En los lugares todavía aptos para cazar encontrarás un terreno rocoso con un desnivel lateral muy acusado y cubierto generalmente de una vegetación que variará en función de la zona y de la orientación, pero lo más frecuente son encinas, robles, quejigos y enebros y, en el monte bjao, retamas, piornos, espartos, jaras y tomillos. La climatología suele ser suave, con microclimas en algunos casos, como el de Los Arribes del Duero: mientras arrecia el frío en la parte exterior del arribe, al descender y adentrarnos en el cañón la temperatura se suaviza y puede llegar a sobrarnos ropa.

2. Lleva un buen calzado

Si ha helado durante la noche las rocas estarán muy resbalizas: en estas situaciones te recomendamos utilizar calzado que no tenga una suela dura y que se agarre bien en las piedras, pero aunque vayas bien equipado toma todas las precauciones posibles: una caída con un gran desnivel, y con la escopeta en la mano, puede resultar muy peligrosa.

En ningún otro momento encontrarás tantas perdices ni tan confiadas como en el arranque de la temporada, pero no des por hecho que vas a llegar y besar el santo. No puedes lanzarte tras ellas cual Pancho Villa: necesitarás una buena estrategia para arrimarlas al puchero. 

Cazando en las Arribes del Duero. © Dámaso Jorreto

3. Plantea una buena estrategia

En los acotados que tienen algún tipo de desfiladero siempre es recomendable comenzar a cazar desde el cortado hacia fuera, intentando alejar las perdices de esa zona, ya que ahí tienen todas las de ganar. No será tarea fácil, ya que son conscientes de esa ventaja y al menor descuido volarán en esa dirección. Debes estar muy atento y procurar tener todo bajo control: los perros deberán cazar aún más cerca de ti que en otros terrenos, y la mano debe ir perfectamente organizada para que el cazador que vaya por la orilla del cortado sea el más adelantado respecto al resto, que caminarán en oblicuo al desfiladero procurando que no vuele ninguna en esa dirección.

Si optas por intentar una caza dura, extrema, en la que cada pieza abatida valga su peso en oro, no tendrás que hacer nada para llevarlas a estas zonas: irán solas. Bastará con que muevas los bandos para que ellos solos tomen ese camino.

4. Distribuye bien la mano

Es muy frecuente encontrar las perdices de montaña en las orillas del ‘arribanzo’, subidas en alguna roca tomando el sol y vigilando ante cualquier peligro. Cuando algo les alerta vuelan hacia su fortín rocoso: es ahí cuando comienza el juego. Si en cualquier terreno la caza en guerra galana es mucho más complicada que en mano, aquí se torna casi inefectiva. Para conseguir una cierta efectividad debes cazar en mano y distribuirla ladera abajo.

Los cazadores de la parte más baja siempre irán más adelantados que los de la parte alta, buscado tirar las que se descuelguen. Es poco habitual que emprendan el vuelo en el sentido en el que avanza la mano: rara vez lo harán hacia la parte alta. En las zonas del cortado donde las paredes son demasiado verticales no bajarán ladera abajo, sino que cruzarán al otro lado y, si hay un río por medio, como suele ser el caso, habrán encontrado su salvación y tendrás que empezar de nuevo para localizar otro bando.  

5. Elimina los machos de perdiz roja viejos

Juegan con ventaja, pues con un pequeño vuelo llegará a lugares a los que tú tardarás bastante tiempo en acceder… si lo consigues: deberás tener una buena preparación física, pues en algunos cortados, más que caminar, tendrás que escalar. Por eso en estas zonas se abaten tan pocas, y las que quedan suelen ser veteranas: es decir, experimentadas y resabiadas. Pero el hecho de que sean viejas juega en su contra: son grandes y fuertes, lo que provoca que, en época de celo, los machos más fuertes expulsen a los más jóvenes, que no se atreverán a plantarles cara. El resultado es que estos ‘gallos’ ocupen extensiones de terreno más amplias de lo habitual, al no encontrar rivales que se lo disputen.

Además, es habitual que se organicen ternas de cuatro o cinco machos viejos para expulsar a los de menos años. A la vez, estos machos tienen menos vigorosidad sexual que los más jóvenes, y las polladas resultantes serán mucho menores. Así, al cabo de unos años su población será muy baja, y algunas zonas podrían quedar despobladas: por ello la caza es fundamental aquí. El reclamo, en aquellas comunidades donde esté permitido, será una de las mejores alternativas, ya que permite seleccionar qué individuos abatir. Incluso algún pequeño ojeo para eliminar a alguno de esos machos sería otra opción válida.

5. Usa un choke intermedio para cazar perdices de montaña

Vete a cazar perdices de montaña con tu escopeta habitual, ya que estarás adaptado a ella. Los chokes dependerán de lo ‘fino’ que seas tirando: uno cerrado te favorecerá en los tiros largos, pero irá más concentrado y será mucho más complicado alcanzar a la perdiz. Uno intermedio es el más utilizado por la mayoría, siendo el de 3 estrellas el habitual.

Es preferible dejar pasar las perdices largas: así evitarás dejarlas tan solo heridas. La munición a utilizar será un cartucho rápido y con un plomo ‘gordo’ para intentar no dejar piezas heridas, ya que cobrar una alicorta en este terreno será muy complicado y lo más seguro es que la pierdas. Un cartucho de 34 gramos con un perdigón del 6 será una buena opción.

7. Entrena los disparos

Calcular los adelantamientos es más complicado que cazando en llano. Con una perdiz descolgada que ya te ha rebasado tendrás que calcular el adelantamiento lateral y cuánto apuntar por delante, pero en este caso hacia abajo. Ten en cuenta que vuelan bastante más rápido que ‘en horizontal’. Son muchos los cálculos que debemos hacer en décimas de segundo, por lo que los fallos también suelen ser frecuentes. Muchos de los tiros serán intuitivos y parecidos a los efectuados a conejos en monte, a tenazón.

En ocasiones se levantarán varios metros por encima de nosotros para tratar de cruzar a la otra ladera: aquí habrá que encarar alto y buscando el adelantamiento necesario. Los recorridos de caza serán un buen entrenamiento para practicar algunos de los encares que realizarás en este tipo de terrenos.

Un drahthaar con una perdiz caza en las Arribes del Duero. © Dámaso Jorreto

8. ¿Cuál es el mejor perro para cazar perdices de montaña?

Algo indispensable a la hora de elegir un perro de muestra para cazar perdices de montaña es que presuma de excelentes cualidades para el cobro, ya que la mayoría de ellos serán de gran dificultad y a mucha distancia del disparo: las perdices que se descuelguen ladera abajo a gran velocidad y que consigas abatir llegarán a caer a más de 100 metros de nosotros… ladera abajo. Eso, sin olvidar que en muchas ocasiones la vegetación no te permitirá ver el sitio exacto donde ha caído.

Que le guste zambullirse será otra cualidad fundamental, pues algunas de las perdices caerán en la parte más baja del desfiladero, donde habitualmente discurrirá algún río o torrente con corrientes más o menos fuertes: si cazas en Los Arribes, lo que le esperará abajo será ni más ni menos que el río Duero, uno de los más caudalosos de la Península. 

Una talla alta y buena agilidad son otros requisitos imprescindibles: tendrá que saltar de una piedra a otra, y uno pequeño se verá muy limitado. Además, al tener que subir y bajar continuamente buscando las patirrojas el desgaste físico será muy alto: asegúrate de que se encuentra en perfecta forma física.

Por su fuerza y tamaño un setter o drahthaar te darán grandes resultados. Un podenco bien adiestrado también puede ser una opción válida, ya que suplen su menor talla con una gran agilidad y mucha habilidad para cazar en zonas de mucho monte. Finalmente el pointer inglés o el braco alemán, protagonista del siguiente vídeo, también te puede dar grandes alegrías.

       
Salir de la versión móvil