El arranque de la media veda nos está dejando imágenes para el recuerdo y piezas que los cazadores nunca olvidarán, como las tres que protagonizan esta entrada. Son tres palomas torcaces muy llamativas -con parte del plumaje blanco o el pico largo y torcido- que han abatido tres seguidores de esta web y que han narrado a Jara y Sedal cómo se han hecho con ellas.
Una torcaz con la punta de las alas blancas
El cazador Miguel Cepero se hizo con esta extraña torcaz hace unos días en un coto ubicado en las cercanías de Chelva, en la provincia de Valencia: «Iban cuatro torcaces por la mañana y, entre ellas, iba una con las plumas blancas, por lo que se lo dije a mi padre. No sabía si era o no entera, pero sí que resaltaba un montón entre las otras. Me sorprendió muchísimo», confiesa el cazador a este medio.
«Las volví a ver y, al rato, se echaron a una pinada… ya por la tarde, me puse en ese lugar y, entre los pinos, disparé y me hice con ella. Es increíble el color que tiene», expone, señalando que la disecará. Como hemos apuntado otra veces en Jara y Sedal, este tipo de animales pueden contar con un fallo en su carga genética conocido como leucismo. A diferencia de los albinos, producen melanina de manera correcta, sin embargo, esta no se deposita en las células de las plumas, de ahí que tengan algunas de color blanco.
Una torcaz con ‘pintas blancas’ cazada en Madrid
El cazador Adrián Becker, natural de la localidad de Villarreal, en Castellón, pero que todos los años acude a la Comunidad de Madrid a tiradas de torcaces, abatió el pasado 21 de agosto por la tarde en el municipio de Humanes un ejemplar que tenía algunas partes blancas y que ha denominado como ‘semialbina’. «Era adulta y muy peculiar», explica el cazador a esta redacción.
Una torcaz con un largo y retorcido pico en Ciudad Real
El cazador Ángel Mendoza, natural del municipio manchego de Alcázar de San Juan, en la provincia de Ciudad Real, abatió el primer día de la apertura de la media veda en Castilla-La Mancha -el 20 de agosto- una rara paloma torcaz con un largo y deforme pico en su coto.
«Hicimos un puesto y, cuando empezamos a disparar torcaces, nos dimos cuenta tanto mi compañero como yo que que una de ellas tenía un pico muy inusual; no sabemos cómo podría comer», narra aún sorprendido. «Todo tipo de aves se lo afilan en las piedras, y lo raro es que lo tenga como una pala. Aún no nos explicamos que tenga un pico así. No sabemos si es que se le partió en algún momento de su vida y aprendió a comer con él deforme», añade.