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Un niño cría a una perdiz roja desde que era un pollito y ahora son inseparables

El pequeño Hugo con su perdiz. © F. P.

‘Moto’ es una perdiz que tiene cuatro años y que llegó a la vida del pequeño Hugo Pampliega, natural de la localidad madrileña de Mejorada del Campo, cuando éste solamente tenía dos años. Su padre, el cazador Félix Pampliega, recibió de su esposa el regalo de una incubadora y, después de que un amigo le regalase unos huevos de una perdiz fecundados, los incubó y nació este precioso ejemplar macho. Desde entonces, «no se ha separado de mi hijo en ningún momento; es como un perro, lo llamas y viene, comparte cientos de momentos con Hugo e incluso labores domésticas», reconoce Félix a Jara y Sedal. Solamente se separa de él a la hora de dormir.

De hecho, una de las grabaciones más graciosas realizadas por los padres de Hugo es la que muestra al pequeño duchando a la perdiz en el baño de su casa: «Es uno más de la familia», relata el progenitor. Aunque el abuelo es un gran aficionado a la caza de perdiz con reclamo, a ‘Moto’ aún no se la ha llevado.

Un niño apasionado por el mundo de la caza

Félix, padre de Hugo, practica la actividad cinegética en el coto social de su pueblo madrileño, que «aunque es pequeño, tiene abundancia de conejo y otras especies, pero no tanto de perdiz», explica Pampliega. Desde que era un niño, Hugo siempre ha mostrado atención por este mundo y ha acompañado a su padre al final de todas y cada una de las jornadas de menor que ha vivido en el coto: «Siempre lo lleva su madre a última hora y, gracias a ello, ha ido creciendo en él una genial afición por el campo», describe su padre.

«Yo vengo de familia de cazadores, mayormente el 90% de ellos amantes de la menor y de los galgos», añade Félix. Cada vez que el padre sube un vídeo de la perdiz ‘Moto’ y su hijo a redes sociales es todo un espectáculo: «Es su gran mascota y además, como es tan noble y como ha crecido con nosotros, nunca se escapa», manifiesta el cazador sobre la perdiz.

El amor por la naturaleza, transmitido de padre a hijo

Sobre todo, de lo que más orgullo siente es de haber podido transmitir los valores del mundo cinegético a su hijo: «A Hugo le enseño que esto va de respeto por la naturaleza, de amor por los animales, de cuidar el medio ambiente y de que nunca se note que has pasado por allí, que hay que gestionar el coto para mejorar la vida silvestre que hay en él», pone en valor este cazador madrileño.

       
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