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La caza con arco llevada al extremo: el Capra World Slam de Pedro Ampuero

Pedro Ampuero con dos de las 12 cabras de su hazaña con arco. ©Pedro Ampuero

Por Pedro Ampuero

Durante una cena, un amigo de mi padre comentó que no veía viable cazar con arco en su coto. Es propietario de algunas fincas en la vertiente sur de la Sierra de Gredos, de terreno más abrupto y animales más esquivos que en la cara norte o en muchas reservas nacionales de caza. Mi padre le propuso una apuesta, y dos meses más tarde me encontraba escalando una de aquellas montañas para demostrarle que estaba equivocado.

Moviéndonos a lomos de caballos y durmiendo en un refugio de los pastores en las montañas, tuve suerte y pude meterme a 20 metros de un magnífico macho viejo  que descansaba en su cama. Nunca olvidaré la cara de nuestro amigo mientras el guarda le contaba, aún incrédulo, la historia: «¡Un poco más y lo agarra por los cuernos!». Dos meses después, abatí un macho en Beceite.

Pedro Ampuero con sus dos primeros machos monteses en 2009.

Rebeco de Pirineos

Es una de mis cadenas montañosas favoritas. Aquí, mi primera cacería con un arco en la mano tenía como objetivo una hembra de sarrio . Tuvimos éxito en el primer intento, pero todavía recuerdo el primero que fallé. A 20 metros, golpeé con mi flecha en la roca en la que estaba asomando. La cara del guía era un poema. Sucede más veces de lo que deseas, y sólo debes estar preparado para aprender de tus errores, entrenar para mejorar y divertirte mientras lo haces.

Desde entonces suelo visitar estas montañas todos los años con mi padre. Cazamos en la misma zona, y su gerente siempre nos pregunta si vamos a hacerlo con arco: goza guiando a arqueros, algo no muy habitual debido al enorme esfuerzo extra que exige. Es muy agradable cuando cazas con alguien que realmente lo disfruta.

El sarrio con los Pirineos como escenario en 2010.

American Style

Por cuestiones de trabajo tuve que mudarme a Hawai un par de años, donde disfruté persiguiendo cabras y carneros en un escenario espectacular. Un día recibí la llamada de un amigo, Johnny Nikirk. Es organizador de cacerías, y me ofrecía recechar un ejemplar de mountain goat  en la la Columbia Británica (Canadá) que un cliente había cancelado… dentro de 15 días.

Nada más colgar, compré los billetes y empecé a organizar mi trabajo para poder ausentarme un par de semanas. Todo salió tal y como planeamos. Disfrutamos de un tiempo fantástico y pude vivir y comprender la caza en su versión más salvaje, y compartir la experiencia con un amigo hizo que la expedición fuera aún más especial.

La mountain goat y Pedro Ampuero en 2015.

Rumbo a Asia para cazar con arco

Regresé a España y receché rebecos y cabras monteses. En 2016 abatí mi primer macho montés de Sierra Nevada , y ese mismo año reservé mi primera expedición con arco en Asia para abatir un tur del Dagestán en Azerbaiyán. Era mi animal soñado desde niño, cuando mi padre trajo aquella calavera llena de gusanos dentro de su equipaje. Después de escuchar tantas historias de caza supe que tenía que ver aquellas cumbres del Cáucaso con mis ojos, una de las cadenas montañosas más peculiares y peligrosas del mundo.

No recuerdo cuántas personas me dijeron que estaba cometiendo un error al llevar mi arco, pero tenía las ideas claras. Quería experimentar la caza en este escenario durante diez días. Regresar con un ejemplar de tur sería una extra, no el propósito principal del viaje. Me planteo las expediciones de caza como si de vacaciones se trataran, por lo que patear las montañas con un arco, dormir en tiendas de campaña, montar a caballo… ya es un éxito. Los planes salieron a la perfección y no tardé mucho en cobrar un hermoso macho .

Poco después viajó a Azerbaiyán para regresar con un tur de Dagestán.

Rebecos alpinos

Mi siguiente parada fue en los Alpes franceses. El rebeco alpino es más grande que el pirenaico, así que me apetecía probar suerte y descubrir la cadena montañosa más grande y más alta de Europa… en noviembre, durante el celo. He visto pocos espectáculos con tanta fuerza como rebeco que ahuyenta a otro rival corriendo por un valle nevado como si fuera un terreno plano. Aquí conseguí un machazo de 15 años, ¡el rebeco más grande que había visto en mi vida!  Incroyable.

También en 2016 cobró este ejemplar en las cumbres más altas de Europa.

Los machos del sur

Había pasado muchos años cazando en Beceite (Teruel) y la reubicación de mi familia en Madrid me acercaba más que nunca a los machos monteses del sudeste de la Península, las subespecies de Sierra Nevada y Ronda. Sentía curiosidad por descubrir qué les diferencia de las otras que habitan en la Península. Divisamos muchos ejemplares hasta que localizamos uno adulto.

En la Sierra de Ronda la presión cinegética es muy alta y es realmente complicado conseguir animales ya viejos. Empecé a cazar con arco para aumentar el nivel de desafío de cada cacería, pero el trofeo o la calidad debería ser el mismo que si llevara conmigo el rifle. No buscaba un animal con un trofeo de puntuación alta, sino un ejemplar adulto que hubiera vivido bien. Cobrar uno de estas características en la montaña resulta mucho más gratificante: sólo necesitas armarte de paciencia para dejar pasar a los más jóvenes… y disponer de más días para volver a intentarlo, algo que en España me resulta más fácil.

EL macho de Ronda es el más pequeño de la Península, pero del que se siente más orgulloso (2018).

Tiempo después regresé a Ronda para realizar un segundo intento. Volví al corazón de la sierra en busca de la subespecie más pequeña de todas y, probablemente, la más difícil de conseguir. Creo que es el íbex español del que estoy más orgulloso , aunque lo cierto es que lo más importante es cómo planteas la cacería y la experiencia recechando: es lo que permanecerá en tu cabeza durante años, así que disfruta al máximo y déjate guiar por tu corazón. 

Picos de Europa y caza con arco

Cuantas más veces fallas, la atracción por un animal y el lugar donde habita se hace más fuerte. Regresé a estas montañas, unas de las más especiales donde he cazado, para cobrar un rebeco cantábrico. Estuve cerca, pero no pude cerrar el trato. Fue en mi tercer viaje cuando por fin pude hacerme con la subespecie más pequeña del mundo.

Antes de abatir el macho de Ronda logró cobrar la subespecie de rebeco más pequeña del mundo (2017).

A las antípodas

De los kiwis envidio la forma en que cazan. Disfrutan de grandes espacios donde perderse con su mochila y de una gran libertad para cazar, más que en cualquier otro lugar del mundo. Compartir una expedición en Nueva Zelanda con un par de amigos y mi padre hizo las cosas aún más especiales. De la amplia oferta cinegética de estas islas siempre me he sentido atraído por el tahr  y el rebeco alpino , ambos introducidos.

La experiencia fue muy exigente. Puede nevar, llover o hacer mucho frío, pero cazando con arco tu mayor enemigo es el aire. Sufrimos vientos muy fuertes que complicaron mucho el disparo, pero las cosas salieron bien y pudimos cobrar dos ejemplares grandes y viejos.

El tahr que abatió en territorio kiwi en 2018.

El paraíso mongol para la caza con arco

Mongolia es quizá uno de los países más increíbles en los que puedes cazar, tanto por sus paisaje como por la hospitalidad de sus gentes. Cazadores puros y duros, nómadas que recorren el país con su ganado y sus caballos, conocen las montañas mejor que nosotros nuestra casa. Los tres primeros días de los diez que duró mi primer viaje a estas tierras los pasé en cama con fiebre muy alta; el resto, debilitado por la enfermedad y los antibióticos que, por suerte, había incluido en mi botiquín.

Tuve una buena oportunidad de abatir mi objetivo, el íbex del alto Altai, a 50 metros, pero la dejé pasar: no era el ejemplar que estaba buscando. ¿Que si me arrepiento? Es fácil analizar, a toro pasado, qué deberíamos haber hecho y qué no, pero mi filosofía es confiar en mí mismo y respetar las decisiones que tomo en cada momento. Es precisamente donde reside la belleza de la caza: cada oportunidad es única. Dos semanas después, antes de que caducara el precinto, volví a intentarlo. Lleno de energía, localizamos un grupo de machos.

Después de cinco horas de rececho en los que ganamos 760 metros de altitud, estaba esperando a que el elegido se levantara para lanzar la flecha. Era un tiro largo, pero había entrenado duro para afrontar estas situaciones. El animal se levantó para cambiar su posición en la cama y decidí arriesgarme. Es imposible describir aquella sensación tan gratificante cuando puse mis manos sobre el precioso macho de 11 años . Había invertido mucho tiempo y esfuerzo, dos expediciones consecutivas sin éxito en busca de este espectacular animal. La caza con arco es asombrosa, inesperada, repleta de incertidumbre, pero cuando alcanzas tu objetivo te sientes como si estuvieras en la cima del mundo.

El íbex del Alto Altai  con el que ha conseguido el Grand Slam Club/Ovis.

Aquí tienes un espectacular vídeo resumen de las 12 aventuras que dan forma al Capra World Slam de Pedro Ampuero. ¡Disfrútalo!

       
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