El jovencísimo cazador navarro Manu Cabañas, de 18 años de edad, vivió este domingo en el coto social de su localidad natal, Artajona (Navarra), un lance que no olvidará jamás en el que consiguió abatir el jabalí más extraño de la temporada: blanco, con una rara pezuña y un colmillo deformado. Y es que además del peculiar pelaje de verraco, una de las pezuñas traseras la tenía deformada y no tenía una de las navajas (en el interior de la encía estaba deformada), lo que hacía que una de las amoladeras fuese desproporcionada.
«Con un resaque indeciso y al azar comenzamos la jornada. Decidimos ir a un maizal el cual está rodeado por acequias con abundantes carrizales, lugar que en otras ocasiones ha cobijado jabalíes», comienza explicando el cazador a Jara y Sedal. «En principio iba a salir de caza a la becada pero de buenas a primeras cambié de opinión y decidí ir al lugar donde estaba a punto de comenzar la batida», señala Manu.
«Nada más comenzar la jornada, un jabalí salió de un campo de maíz. Emprendió la huida a través de un sembrado de colza y, en uno de los disparos, mi padre, desde el otro puesto, consiguió alcanzar en la zona trasera al animal». Fue entonces cuando el joven decidió grabar la escena por el comportamiento extraño que había tenido al salir el macareno, además de ser blanco.
El joven salió corriendo con el cuchillo a por el jabalí
«Al ver que estaba frenándose cada vez más por el disparo y con los perros llegando a él, salí corriendo tan solo con mi cuchillo de remate. Llegué grabando, con el cuchillo en la mano y de buenas a primeras el jabalí ya estaba plantando cara y revolviéndose con los perros. Al ver los colmillos que tenía, volví corriendo a por el arma, pues meterse ahí solo con un cuchillo iba a ser muy peligroso», confiesa Cabañas.
Fue en ese momento cuando el joven dejó de grabar y cargó en la recámara una sola bala. «Por suerte, en el momento que iba a volver al lugar, decidí coger otra bala y añadirla rápidamente al cargador por si acaso», relata.
Vuelta al lugar del jabalí herido, ahora sí, con el rifle
Cabañas volvió a entrar en la escena y el animal no le quitaba ojo de encima. «Intentaba que los perros se separaran de él para poder disparar. Al mismo tiempo daba vueltas sobre el agarre, intentando colocarme, pero no había manera, ya que el jabalí me encaraba cada vez más», describe el joven.
De buenas a primeras, Cabañas vio un hueco para poder apretar el gatillo sin peligro para los canes y, con rapidez, se lanzó sobre él para recortarle distancia y poder hacer un disparo lo más perpendicular posible para enterrar la bala. «En ese mismo momento, el jabalí se arrancó hacia mí como un resorte, pero me adelanté a su acción y disparé», dice Manu.
El primer disparo no consiguió frenarlo y fue en el segundo cuando ya cayó a sus pies. «La última imagen que tiene grabada mi mente al disparar por segunda vez es la de los colmillos del jabalí a unos pocos centímetros de mi muslo. Me hicieron falta unos minutos para asimilarlo y coger aire, ya que de todas las arrancadas que he sentido hacia mí, esta ha sido la más impresionante», confiesa el joven.
Más jabalíes blancos en la zona
Cabañas explica que, años atrás, ya habían abatido en el término de Artajona jabalíes de color blanco, pero la mayoría de ellos pequeños, por lo que tenían la gran curiosidad de saber cómo sería uno blanco adulto y corpulento como bien podría ser este.
El animal no parecía cruzado, dice el cazador. «Era un jabalí morfológicamente perfecto a pesar de su color, por lo que deduje que el color podría deberse a antepasados cruzados con cerdo», añade el cazador.
Otro lance de infarto de este cazador: corre tras un jabalí de 140 kilos y sufre este percance al rematarlo
Cabañas ya protagonizó otro lance de infarto con un jabalí que rondaba los 140 kilos de peso. La mala suerte hizo que el animal quedase herido y, tras un último disparo para rematarlo, Manu le partió uno de los colmillos. Así nos lo contó.