Icono del sitio Revista Jara y Sedal

Este es el ingenioso invento de un armero para un cazador que solo puede cazar con su ojo izquierdo

El peculiar montaje con el visor en un lateral del rifle. © Armería Nieremberg

Los visores de caza se han convertido en una parte decisiva en el equipo de los cazadores de mayor. Todos buscamos esa mira que se ajusta a nuestras necesidades y que nos permiten alcanzar con precisión objetivos que sin ellas serían imposibles. Monturas hay muchas pero seguro que nunca habías visto un trabajo como el que han publicado los amigos de Armería Nieremberg en sus redes sociales.

Se trata de una petición especial de un cliente que, por un problema de visión, se ve obligado a disparar apuntando con el ojo izquierdo y consiste en un desplazamiento lateral de las anillas para que el cazador pueda seguir encarando su rifle de diestro sin modificar la postura.

Para ello se emplearon unas monturas Apel EAW y desde que las imágenes salieron a la luz no han dejado de surgir preguntas al respecto.

Las monturas Apel EAW sobre el Sauer 202. © Armería Nieremberg

¿Puede el cazador disparar con precisión?

Esta es la pregunta clave que muchos se apresuraron a hacer a través de Facebook e Instagram y la respuesta de la armería no se ha hecho esperar. «En este caso era para un cazador que solo iba a montear y no iba a tirar lejos. Al no estar alineado sobre el eje de cañón, siempre va a haber desviaciones de deriva. En este caso no era un factor crítico. Está claro que lo mejor en este tipo de situaciones es adaptarse y tirar de zurdo pero el cliente es un señor mayor que perdió la visión del ojo derecho y ya es difícil volver a empezar de cero», contestaron a un seguidor.

Otras reparaciones imposibles

Esta no es la primera vez que los trabajos de esta armería llaman la atención en redes sociales y yo, como cazador, puedo dar fe de ello, ya que fueron los encargados de devolver a la vida uno de mis rifles favoritos después de romper su culata por la mitad. Esta es su historia.

El día era espantoso. Llevaba tres días jarreando y nos tocaba montear en un coto de la provincia de Cuenca. Mi mujer Esperanza, haciendo un esfuerzo que jamás le fue recompensado, decidió acompañarme aun admitiendo que acabaríamos como una sopa.

Montando la armada ya pintaba feo. El agua nos daba en la cara por el fuerte viento y todo eran resbalones y patinazos, incluido un torpe servidor. En uno de esos traspiés, perdí el equilibrio y caí de bruces. El golpe fue amortiguado por la funda del rifle y apenas me hice daño. Al llegar al puesto le pedí a Esperanza que fuera sacando las cosas mientras me marcaba con los vecinos… y su cara fue un poema.

Abrió la funda y al tirar del rifle solo sacó la culata, dejando la otra mitad al calor del borrego. No me lo podía creer. Con la caída había partido mi rifle por la mitad. Se trataba de un precioso rifle de caza Heym con madera de nogal heredado de mi tío Luís y la tragedia era enorme. Ni que decir tiene que nos pasamos cuatro horas calados en el puesto sin opción de tiro y dándole vueltas a lo que en ese momento era una pérdida irreparable. El sueño de todo cazador…

Así quedó el rifle después del accidente. ©Carlos Vignau

Cazador: ponte en manos de profesionales

Con la tranquilidad que dan el paso de los días decidí llevar el rifle de caza a mi amigo Juan Conde, maestro armero de Armería Nieremberg, en Madrid. Con tantos años de experiencia seguro que me ofrecería una solución al desaguisado.

Como si de la camilla de un quirófano se tratase, apoyé con suavidad las dos mitades en la mesa de su taller y me quedé mirando, esperando un diagnóstico. «El corte es limpio, no te preocupes que tiene solución», espetó Juan, para mi tranquilidad. Lo que yo pensaba que era una misión imposible con un cambio de culata total, el armero transformo, para mi asombro, en una simple reparación. Unos tornillos por aquí, algo de pegamento por allá y el rifle de caza quedó como nuevo en pocos días.

El rifle de caza en la actualidad. Es imposible apreciar la rotura. ©Carlos Vignau

Con el paso del tiempo le pregunté a Juan Conde por este tipo de averías y esta fue su respuesta: «En nuestro taller pegamos infinidad de culatas todos los años. Para ello estudiamos cada caso de manera individual, ya que la reparación dependerá del tipo de rotura y de la zona afectada de la culata. Es importante que los dos trozos casen bien y que no esté astillada. El uso de pegamentos modernos a base de epoxi y otras resinas sintéticas permite que este tipo de roturas y rajas queden unidas de manera casi permanente. En muchos casos, y según el desperfecto, reforzamos con espigas de acero en distintos ángulos para reforzarlo. Hemos pegado culatas en auténticas operaciones de ortopedia que siguen aguantando después de muchos años y muchos tiros con total seguridad para el cazador que las dispara».

Y de esto último puedo dar fe ya que llevo más de tres años cazando con mi viejo rifle de caza Heym y no he tenido el más mínimo problema. Así que si alguna vez te pasa algo así no pierdas la esperanza y ponte en manos de profesionales.

       
Salir de la versión móvil