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Griffón korthals, un perro para todo

Griffon Korthals. © Shutterstock

Por Miguel Ángel Huerta

El griffón korthals es mi gran escudero venatorio. Su apellido lo debe a su creador, el holandés Edouard Karel Korthals. En una época dominada por el perro inglés –pointer y setter–, que intervenía en todos los cruces, el objetivo de Korthals fue obtener un tipo bien fijado de perro puramente continental, apto para todo tipo de caza y que se adaptase a cualquier tipo de terreno. Y lo consiguió a partir de un perro muy antiguo: el griffón. Dicha especie, colocada morfológicamente entre el barbet y el spaniel, fue descrita por el historiador griego Jenofonte (431-354 a. de C.) y está extendida por toda Europa desde hace siglos –sobre todo el griffón gris de San Luis–.

Mediante una severa y estricta selección de los mejores ejemplares procedentes de Holanda, Alemania, Suiza y Francia, y tras proceder a vigorizarlo con bracos, media-sangre alemanes y barbets, Korthals logró establecer un tipo muy homogéneo de griffón de pelo duro –como también se le conoce–. Estableció el estándar en 1887 y agrupó a los criadores en un organismo internacional, el Griffon Club, que creó en 1888 y al que se podían adherir todos los amantes de los grifones de todo el mundo.

En 1889 estableció el Libro de Orígenes, el Griffon-Hunde-Stammbuch, breviario de los criadores. La sangre del griffón korthals se extendió enseguida por Alemania, Holanda, Bélgica, Suiza y Francia. El aumento del número de aficionados que elegía esta raza como compañero de caza obligó pronto a crear diversos clubes a partir de 1895. Por aquella época, algunos criadores alemanes se apartaron deliberadamente de la idea de unificación de Edouard Karel Korthals y emprendieron la creación de grifones lo más alejado posible del tipo korthals –apareciendo así el drahthaar y el pudel-pointer–.

Cazando con un todo terreno

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Se trata de un perro que caza con un trote prácticamente constante sin pasar por alto cualquier mata que encuentre en su camino. Constante en el rastro, su muestra es muy fija y segura, su olfato es prodigioso y sabe mantener distancias entre él y su presa para no espantarla y, al mismo tiempo, darnos tiempo de abatirla. Gracias a su pelaje, duro y basto, no duda en adentrarse en aliagas, zarzas, juncos u otro tipo de vegetación, sabiéndose adaptar a cualquier tipo de terreno en busca de caza. Yo lo utilizo para todo tipo de caza, en especial para la codorniz, perdiz, liebre y conejo: si está en forma, aguantará una jornada de caza sin problemas tanto en verano como en invierno, contribuyendo a llenar nuestras perchas. Suelo cazar con él por rastrojos, monte bajo de tomillos, aliagares, espartos, jarales, viñas… adaptándose sin el más mínimo problema. Es un perro que caza para el cazador y siempre a tiro de escopeta. Algunos ejemplares, apasionados por las piezas de pelo –conejos, liebres…–, exigirán un poco de mano firme para poder dominarles, pero siempre de forma suave.

De codornices

Como siempre decimos un grupo de amigos amantes incondicionales a este tipo de caza, «la codorniz la caza el perro no el cazador», ya que sin nuestros canes poco o nada haríamos con la pequeña africana. Esta modalidad es quizá una de las más duras pruebas para un perro de muestra debido a las altas temperaturas veraniegas, a los terrenos secos y duros –mortales para las almohadillas de nuestros perros–, a la agobiante humedad de los canales o a los molestos cardos y pinchos donde se esconden las codornices. Aquí el korthals demuestra tesón, fuerza y predisposición para el trabajo duro sin temer a ningún obstáculo que se pueda encontrar en busca de la gallinácea: su manto de pelo le sirve de escudo ante las adversidades que se pueda encontrar.

De perdices

© Miguel Ángel Huerta

Cazar perdices en la viña requiere una búsqueda constante de nuestro perro a una distancia prudente de nuestra escopeta para poder detectar la presencia de las perdices a peón. Cuidadoso con las distancias, es una tarea que el korthals lleva a cabo perfectamente. La cosa cambia cuando el escenario es el llano: aquí las patirrojas tienden a ir hacia adelante abriéndose hacia los lados. Es cuando nuestro griffón dibujará sus lazos a ambos lados para impedir que emprendan la huida.

En familia

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Cualquier persona que haya tenido un griffón korthals coincidirá en que se trata de un perro de carácter vivo, alegre, obediente, amable y muy leal: más que una mera mascota, se llega a convertir en un miembro más de la familia. El amor incondicional hacia sus amos a veces resulta hasta pesado. Acepta las ‘fechorías’ de los niños y les encanta jugar con ellos, a los que cuida además con sumo celo. Acepta muy bien a otros perros, y cuida del hogar como si de un perro guardián se tratase.

       
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