Elisa Amado es una joven cazadora enamorada de sus perros. Esta gallega de 26 años trabaja en un hospital, pero cada minuto del tiempo que no le absorven sus obligaciones laborales se lo dedica a sus fieles compañeros de caza: «Desde hace diez años dedico todo mi tiempo libre y esfuerzos a ellos», reconoce a Jara y Sedal.

Su gran pasión es la caza del jabalí, una práctica que realiza en la provincia de La Coruña y Lugo. «Entreno una raza muy poco conocida en España, el pequeño sabueso azul de Gascuña», asegura. Además lo hace a traílla y en libertad.

Durante sus diez años de experiencia cazando con sus perros, Elisa ha tenido «mil historias» con senderistas que se han encontrado a sus canes mientras cazaban y se los han llevado pensando que estaban abandonados. «En una ocasión, atraparon a dos de mis perros. Uno de ellos lo recogí junto a un grupo de excursionistas en un mirador. Allí, unas mujeres indignadas se negaban a darme el perro, pues estaba muy cansado y sediento. Al ver que corría hacia mí feliz, lamiéndome, se quedaron más tranquilas», recuerda.

«Ese mismo día unos senderistas cogieron otro de mis perros y lo llevaron durante más de media hora con una correa siguiendo su ruta, hasta que llegaron a una zona accesible en coche. Entonces me dijeron que si no lo recogía en media hora lo entregarían a la Guardia Civil».

Otra foto de Elisa con sus perros atraillados. /Sara Paniagua
Otra foto de Elisa con sus perros atraillados. /Sara Paniagua

Carta al ‘urba-senderista salvaperros’

Las malas experiencias vividas por Elisa por culpa de algunos senderistas le llevaron a escribir una carta ayer en las redes sociales que en pocas horas se ha vuelto viral. Cientos de cazadores han compartido su mensaje, en el que trata de explicar a los «urba-senderistas salvaperros», como ella los llama. A continuación reproducimos el texto.

No dudo de tus buenas intenciones. Estoy segura de que si lees esto, entenderás mi punto de vista, que como es lógico será contrario a tu visión en este momento, pues nuestros mundos son completamente opuestos.

Si algún día te encuentras en una de tus rutas por nuestros montes, un perro trabajando, por favor no lo mires, no lo toques y por supuesto, no lo cojas. Lo diferenciarás fácilmente de un perro extraviado, pues un perro en rastro se moverá con total soltura buscando la pieza que persigue, es probable que ladre, fije su nariz al suelo, e irá identificado con un collar con un número de teléfono, y otro collar gps en el 90% de los casos. No temas ni sufras por él pues para esto ha nacido, en realidad, todos los perros existen para un trabajo innato que el ser humano ha arrancado de algunas razas..

Estos perros son deportistas de élite, y si, te los encontrarás cansados, pues vendrán de hacer muchísimos kilómetros corriendo por terrenos complicados y dando el 100% de si mismos. ¡Trabajamos duro todo el año para que estén preparados! No es malo estar cansado, eso significa que el trabajo ha sido óptimo, y es normal tener sed.. ¿Acaso en tus rutas tú no te sientes satisfecho a la par que agotado al terminar?

No te preocupes, su dueño no estará lejos, es por eso que equipamos a los perros con localizadores, para recogerlos al terminar, felicitarlos y darles el descanso que se merecen.

Algo que quizás desconozcas es que cuando, por el motivo que sea, el perro da por finalizado el trabajo, vuelve encima de su propio rastro a reencontrarse con su compañero humano. Si tú atas al perro y te lo llevas heroicamente no estás haciendo más que desorientarle: el perro ya no sabrá volver al punto de partida y ese es el único riesgo que corren. Su único peligro eres tú.

No obstante, tranquilo. Si se llegase a dar la situación de que el perro se desorienta y el gps falla, ahí estará su dueño para buscarlo incansablemente, día y noche, hasta encontrarlo. Porque no se abandona a la familia, y eso es lo son, esos perros cansados o sedientos, y pseudoabandonados a tus ojos, son nuestra familia y están donde deben estar.