Los errores de puntería que más duelen en el orgullo de los cazadores suelen coincidir con las piezas a priori más fáciles. Pero, quien esté libre de pecado… ¡que tire la primera bala!
Cuanto más fácil nos lo ponen, más fallamos. Suele suceder. Y si no que se lo digan a los siguientes cazadores a los que «se les han llenado los ojos de pieza», como suele decirse, y han errado el disparo.
¿No te suena esa perdiz que se te arranca de los pies mientras el resto de integrantes de la cuadrilla mira? Sí, posiblemente antes has bajado una cruzada que iba bastante larga, pero a esta no le va a rozar un plomo y lo sabes.
Situaciones como la anterior hacen que quien grabe el lance se parta de la risa. Y es que no es para menos. Cuando el compañero falla estrepitosamente suele escaparse una carcajada y las bromas a las que da pie pueden durar años y años. Hay errores míticos que pasan de generación en generación como testimonios cinegéticos de incalculable valor.
Reconozcámoslo, nos encanta ver cómo otros compañeros cazadores fallan, no por la frustración de su lance, sino por las risas y los buenos ratos inolvidables que nos garantizan.
Los fallos, un clásico entre los cazadores
Cuando los protagonistas somos nosotros, la cosa cambia. No nos gusta fallar. A nadie le gusta. Cuando sucede, los remordimientos de conciencia suelen durar días. A menudo te asedian durante la noche, cuando acostado en tu cama revives el lance una y otra vez intentando explicarte lo inexplicable.
La duración de la penitencia es inversamente proporcional al grado de dificultad del lance. Cuanto menor es la dificultad de resolverlo con éxito, mayor es el tiempo de martirio autoimpuesto.
Y a la búsqueda de explicaciones de por qué hemos fallado ese corzo, jabalí o perdiz que estaba ‘a huevo’, se suma el martilleo constante de las bromas de tus compañeros. Cuando esto pasa, no queda otra que aguantar con resignación a que escampe el temporal y a que, con suerte, otro compañero falle. Su error será una cortina de humo, una válvula de escape para ti. Y se la devolverás, con creces. No habrá piedad para él, como tampoco la hubo para ti. Son las reglas del juego sagradas de cualquier grupo de cazadores.
Aquí tienes algunos de los fallos más divertidos de la red: