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La caza ha ingresado más de 3.000 millones de euros a las arcas públicas desde 2018

Cazadores de menor. © Israel Hernández

Ahora que tanto se habla de la España vaciada y de las actividades que ayudan a fijar población en en entorno rural, no está de más recordar la contribución de la actividad cinegética a las arcas públicas. Según los datos del Informe Evaluación del impacto económico y social de la caza en España, realizado por la consultora independiente Deloitte, la actividad cinegética aporta cada año 614 millones de euros a las arcas públicas. Para que nos hagamos una idea, esta es una cifra muy superior al presupuesto de ministerios como el de Igualdad. De estos, el 33%, son generados directamente en concepto de tasas e impuestos para cazadores. Esto supone que, desde el año 2018, la administración pública ha ingresado 3.070 millones de euros

La caza genera en España 6.475 millones de euros y 187.000 puestos de trabajo

Un rehalero y sus perros. © JDG

Además, hay que recordar que, en total, la caza genera en España 6.475 millones de euros  –el gasto directo supera los 5.470– y crea 187.000 puestos de trabajo. Su importancia es de tal magnitud que supone el 0,3% del PIB del país. Para hacernos una idea de lo que esto representa, Fundación Artemisan recuerda en su informe que esa cantidad es equivalente a las ventas netas de vino, al 13% del sector agrícola, ganadero y pesquero, al 4% del sector de la construcción o al 9% del sector financiero.

233 millones para repoblaciones y 54 millones en mantenimiento de accesos

En la actualidad los cazadores destinan también 233 millones de euros a repoblaciones y otras inversiones de conservación medioambiental, y 54 millones al mantenimiento de accesos, pantanos, podas, mejoras del monte y cortafuegos, entre otros.

La gestión de los cazadores tiene además un impacto positivo en la seguridad vial, al reducir el número de accidentes, y en la sanidad animal, así como la reducción de siniestros agrícolas.

Imagen de un accidente con un jabalí en una carretera europea. © Shutterstock

El dinero generado antes de las cacerías

En el informe se estima que los cazadores realizan un gasto medio anual en ropa y complementos de 225 euros, otros 580 euros anuales en compras en tiendas de animales para su manutención y servicios veterinarios, a lo que hay que añadir los gastos asociados a cartuchería, óptica, cuchillería…

Además, son muchos los pueblos y ayuntamientos que engrosan el presupuesto anual con la venta de derechos y acciones sobre cotos de caza municipales, ingresos que después repercuten en la mejora de servicios a los ciudadanos. En el informe se estima que el gasto de los cazadores por estos conceptos es de 2.306 euros y que corresponde principalmente a la modalidad de caza mayor, en el que se concentra el 62% del desembolso en tarjetas de coto, acciones, puestos o precintos.

Durante la actividad cinegética

En cuanto al desembolso que realizan los cazadores durante la práctica de la caza, los aficionados a la actividad cinegética en España gastamos de media 2.425 euros anualmente en los desplazamientos que se realizan. A este importe hay que añadir el gasto en la compra de vehículos todoterreno y las reparaciones en talleres por averías, por ejemplo, en los trayectos por pistas sin asfaltar. Los fines de semana los cazadores tienen que alojarse y comer en los numerosos establecimientos hoteleros, casas rurales y restaurantes de los pueblos, lo que supone un gasto por cabeza, según el informe de Fundación Artemisan, de 494 euros al año.

Aquí no acaba la cosa, pues durante las acciones de caza son muchos las personas implicadas que por participar en ellas se ganan sus jornales y viven de la caza durante estos cinco meses. Hablamos de rehaleros, ojeadores, batidores, postores… y también de los guardas rurales.

Guarda rural junto a cazadores. © FTSP-USO

El aporte económico de los cazadores tras la jornada cinegética

Una vez finalizada una jornada de caza existen empleos que tienen buena parte de su razón de ser en la caza. Entendemos por ellos a los veterinarios, a los taxidermistas y a las empresas de recogida y aprovechamiento de la carne. El trabajo de los primeros es imprescindible dentro del sector cinegético, ya que la normativa exige su intervención para la inspección de carne de caza y el control de las rehalas. Los taxidermistas intervienen después de las cacerías para naturalizar las piezas. Suelen ser negocios que pasan de padres a hijos y que se sitúan en las zonas con mayor raigambre cinegética. El informe de la Fundación Artemisan estima que en España existen al menos 70 taxidermistas, y los cazadores gastan de media al año 175 euros en contratar sus servicios.

Por último, la caza hoy en día no se entiende sin el respeto al animal cazado y el aprovechamiento de su carne. Aquí es donde entra en juego la industria cárnica en España. Según datos de la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza (Asiccaza), la facturación total asociada a la venta de la carne de caza por la industria de España esde al menos 44,7 millones de euros anuales –no obstante, una parte de las capturas no llegan a comercializarse, ya que son consumidas por los propios cazadores o su entorno cercano, principalmente la caza menor–. En total se calcula que en nuestro país existen entre 600 y 800 trabajadores directos trabajando en la industria de la carne de caza.

       
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