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Cazan un extraño conejo rubio y con los ojos azules en Zaragoza

Foto: C.M.P.

Carlos Manero Pérez ha enviado a la redacción de Jara y Sedal las imágenes de una captura inusual: un conejo rubio y de ojos azules que ha dejado sin palabras a los cazadores que lo han visto por el momento.

«Lo cazamos este jueves pasado, en Zaragoza. Tienen hecha la madriguera debajo de los cimientos de una paridera», comenta Manero sobre la nave donde guardan las ovejas y demás animales donde los conejos han excavado para fabricar su morada.

Según nos cuenta, un grupo de estos pequeños mamíferos «estaban haciendo daños» por lo que decidieron tratar de capturarlos «con hurón». Uno de los orejudos que abandonó la madriguera llamó poderosamente la atención de los presentes: «La verdad es que no estoy muy seguro si es que tenía cataratas el conejo o tenía ese color de ojos», argumenta Carlos sobre el conejo rubio y de ojos azulados.

Como se puede apreciar en el siguiente vídeo, los ojos azules son frecuentes en los conejos criados en cautividad, pero son algo extraordinariamente extraño en los ejemplares salvajes.

La variación del pelaje de los conejos, una característica digna de estudio

La mayoría estamos familiarizados con las diferencias de tamaño sur-norte, dado que generalmente una misma especie tiende a ser de mayor tamaño según se distribuye más al norte, un proceso que fue descrito por el científico alemán Carl Bergmann en 1847 y que recoge Ciencia y Caza en un interesante artículo en su web. Por ello ya no nos sorprende que los jabalíes y las perdices de Burgos sean más grandes que las de Cádiz.

Otro asunto relacionado es la variación de la coloración del pelaje y plumaje, que también pueden ser distintos en función del lugar en el que se encuentre la especie, si bien la explicación no es en este caso «sur o norte». Esta adaptación es conocida en el conejo de monte y seguramente a más de uno de venga a la cabeza aquel conejo más claro o más oscuro que abatió en tal sitio.

Un estudio de Stoner y colaboradores (2003), investigó esta adaptación en lagomorfos (conejos y liebres), utilizando datos de 146 investigaciones relacionadas anteriormente. Los autores asocian la variación de la coloración con el intento de camuflarse con el medio que lo rodea, de modo que en función de la vegetación predominante en la zona e incluso de la época del año esta tonalidad puede verse modificada en cierto grado. De esta manera conejos y liebres disminuyen las posibilidad de ser comidos.

       
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