El duende -como la mayoría de los cazadores lo conocen- es una especie de hábitos solitarios. A pesar de ello, durante estas fechas y hasta el inicio de la primavera, podrás localizar al macho acompañando a la hembra y las crías del año anterior, o incluso formando grupos más o menos numerosos al juntarse varios de estos.
Nuestro protagonista prefiere biotopos de pequeña extensión, con distribución de la flora en mosaico que incluyan agrupaciones arbóreas salteadas, perdidos y siembras. Es habitual que el territorio de un macho se solape con el de varias hembras. Y una vez llegada la primavera, sean los más jóvenes los que deambulen de un lado a otro expulsados por los veteranos o más fuertes, viéndose obligados a colonizar nuevas zonas o bien asentarse en las peores o más humanizadas.
Su dieta variada y su corto tracto digestivo le obligan a alimentarse frecuentemente. Consumirá cuando se inicie el periodo hábil de caza -abril en la mayoría de nuestras regiones- renuevos, brotes y yemas de árboles y arbustos, así como multitud de herbáceas.
Trofeos del norte vs. trofeos del centro y sur
Existe una gran variación en cuanto al color, perlado, forma, volumen y tamaño de la cuerna. Estos dos últimos aspectos bastante acusados entre los ejemplares del norte y centro-sur peninsular.
Llama la atención que es precisamente en la cordillera Cantábrica donde encontramos los ejemplares más corpulentos. Sin embargo, sus trofeos son más pequeños. ¿Por qué sucede esto? La respuesta no es sencilla. Existen diferentes opiniones acerca de la causa, sin haber sido hasta el momento, avaladas en profundidad por algún estudio científico.
No obstante, arrojaremos algo de luz al respecto: la genética y la dieta son dos de los principales factores que hacen que los corzos del norte y centro-sur peninsular sean tan diferentes en cuanto a su trofeo. El primer caso se hace patente cuando ejemplares criados en cautividad en el centro peninsular no consiguen desarrollar todo su potencial en fincas del norte y viceversa. En el segundo caso, el factor ambiental cobra relevancia dada la ausencia de suficiente insolación diaria en el norte, privando al corzo de la formación de vitamina D y, por ello, alterando el proceso de calcificación de la cuerna. Además, la presencia de condiciones climáticas adversas, como nevadas, más comunes en el norte o zonas de montaña, provoca que el duende no pueda obtener una alimentación adecuada, consumiendo parte de sus reservas, necesarias estas en la formación del trofeo. Añadiremos que es en estas zonas donde mayores precipitaciones se producen, provocando además un efecto de lavado del suelo -normalmente ácido-, disminuyendo aún más la disponibilidad de minerales fundamentales en la formación de la cuerna del corzo, como el calcio, pasando en menor cantidad a las plantas y de estas al animal, a través de su alimentación.
Caces en el lugar que caces te interesará de igual modo aprender a localizarlos. Pues bien, continúa leyendo. Te contamos cómo.
¡Localízalos en tu coto!
Fíjate en estos rastros claves para el avistamiento
- Rascaderos y escodaduras: se desprenden de la borra o correal durante estas fechas frotando su cuerna sobre árboles y arbustos de pequeño porte. Producen con ello un característico descortezado. Si has encontrado alguna ¡ya has localizado el territorio de un macho!
- Excrementos: son pequeños, ovalados y con un característico ‘pico’ en uno de sus extremos. Su tamaño no supera los 8-10 milímetros.
- Huellas: son triangulares y alargadas, de forma acorazonada. Sus dimensiones: 4,25 por 3 centímetros aproximadamente.
- Escarbaduras y camas: las primeras son pequeñas zonas que limpian con sus pezuñas como método de marcado, comunes junto a escodaduras. Las segundas, aquellas donde se acuestan para rumiar o descansar.
- Siembras: le pirran las mezclas compuestas por trigo, veza y ray-grass. También la esparceta -serán capaces de atravesar otras siembras sin hacer el mínimo caso con tal de llegar a ella-, y ya más adelantada la temporada, el girasol y el altramuz.
Cázalos con ‘el culo’ y… ¡cuidado con el aire!
Una vez tengamos indicios de su presencia, realizaremos las primeras esperas para localizar los mejores ejemplares, teniendo en cuenta siempre la dirección del viento. Busca un sitio elevado desde el que divises las siembras, praderas o bordes de arroyos más querenciosos. Es en estos enclaves donde ‘dará la cara’. Accede a ellos con el viento en el rostro antes de que amanezca o durante las últimas horas de la tarde -es cuando más activos se muestran y cuando más fácil será localizar los mejores machos-.
10 puntos a tener en cuenta para acabar con éxito tus recechos
- El equipo: debe estar compuesto por ropa cómoda y preparada para el frío o la lluvia, botas con membrana impermeable y elementos básicos como agua, algo de comida, una navaja, cuerda, guantes, gorra, linterna, trípode o vara y una buena mochila donde llevarlo todo.
- El rifle: dado el pequeño tamaño de nuestro objetivo debes ponerlo a tiro lo más ‘fino’ posible. Te recomendamos que días antes al rececho acudas a un campo de tiro y compruebes este aspecto, si no quieres llevarte un disgusto y errar por ello el corzo de tu vida.
- Calibres adecuados: conviene la utilización de calibres adecuados al tamaño del duende. Entre los más populares y efectivos podemos citar aquellos que se encuentran entre el .243 Win. y el .3006 Springfield.
- Óptica: imprescindible que sea de buena calidad, ya que los corzos son más activos precisamente en los momentos en que vamos a disponer de poca luz. También que sean ligeros, para portarlos de manera cómoda. Los mejores visores serán aquellos de aumentos variables -entre 3 y 12- y ‘campanas’ con dimensiones entre 42 y 50 . Los prismáticos más recomendables: 7×42 u 8×42.
- El mejor momento para intentarlo: como ya hemos comentado es al amanecer y al atardecer cuando los corzos muestran mayor actividad. Aprovecha el medio día para descansar, sobre todo si hace calor, ya que los animales permanecerán más tiempo tumbados.
- Querencias: los machos fuertes ocuparán los territorios más favorables y con mejores posibilidades alimenticias. Durante el primer mes de su periodo hábil búscalos en las siembras de cereal (trigo, cebada, centeno) y forrajeras (esparcetas y alfalfas), el monte aún no se ha recuperado de las fuertes heladas invernales y acudirán a ellas tarde o temprano. No les queda más remedio.
- Localización: mira y remira con los prismáticos. Cuántas veces hemos estado frente a una ladera donde había algún corzo y no lo hemos localizado hasta echarnos los prismáticos a la cara. Aunque parezca que puedes verlos a simple vista no lo olvides: los prismáticos serán tus mejores aliados.
- Cómo juzgar un trofeo: te enseñará la propia experiencia, aunque podemos decirte que aquel corzo cuya cuerna no sobrepasa al menos en 5 o 6 dedos la longitud de sus orejas no es bueno. Como dice un amigo nuestro, ante los corzos buenos no se duda, si tienes que echarte los prismáticos a la cara en varias ocasiones y comienzas a justificarte, olvídalo, es más pequeño de lo que imaginas.
- La entrada: una vez localizado el ejemplar a abatir, comprueba la dirección del aire y estudia mentalmente el itinerario de acercamiento que te mantenga alejado de su vista. Según te acerques cuidado con hacer ruido, puede que las hojas o ramas te jueguen una mala pasada y alerten al propio ejemplar o a alguna hembra que lo acompañe.
- El disparo: si ya permaneces apuntándolo, no te precipites. Busca un buen apoyo y espera a que se cruce. Apunta al codillo y contén la respiración. Deja que la detonación te sorprenda. En caso de fallarlo acude al lugar del disparo, puede aparentemente no haberlo acusado y sin embargo estar herido.
¿Qué es lo que determina la calidad de los trofeos?
- Densidad de población: Respecto a la estructura de la población, algunos autores opinan que la ausencia de corzos adultos y una relación de sexos desproporcionada a favor de las hembras pueden tener como consecuencia que algunos machos se vean sometidos a esfuerzos excesivos durante el celo, pierdan mucho peso y lleguen al invierno mermados físicamente. En esta situación, la cuerna formada al año siguiente será de peor calidad como consecuencia de la menor disponibilidad de reservas por parte del organismo.
- Genética: como ya hemos apuntado es uno de los aspectos a tener en cuenta. Aunque algunos afirman que en los corzos no hay ningún animal selectivo, sí existen ciertas deformidades que pueden heredar los futuros corcinos, y en cuanto al trofeo se refiere, si buenos ejemplares quieres tener, deberás plantearte eliminar primero aquellos cuyo trofeo no sea adecuado, bien por alguna malformación o bien porque su desarrollo no sea proporcionado a su edad.
- Alimentación: es primordial, sobre todo cuando el animal es joven, para un adecuado desarrollo óseo. Escasez de alimento o falta de determinados nutrientes como el calcio, producirá dificultades en el proceso de calcificación de la cuerna y, por ende, peores trofeos.
- Estado de salud: determina este las condiciones idóneas del desarrollo de la cuerna, debido a alteraciones en el metabolismo o a la pérdida de energía. Aquel ejemplar enfermo o con dificultades en los meses cuando se desarrolla esta –finales de invierno-, difícil tendrá lograr que su metabolismo dé lo mejor de sí y su trofeo estará evidentemente por debajo de su potencial genético.
- Estrés: es otro factor a tener muy en cuenta. Actividades mal organizadas o trabajos agrícolas o forestales intensos, la presencia de otros animales no compatibles o la inadecuada gestión del turismo en la zona, pueden echar al traste la tranquilidad de nuestro cérvido, y por tanto su estado de salud y el adecuado desarrollo de la cuerna.
En resumen, son muchos y discutibles los aspectos a tener en cuenta para comprender el desarrollo de la cuerna y la distribución de los mejores machos de corzo en una determinada zona, aunque bien es cierto que los que consideramos más importantes son los que aquí han sido citados y, por consiguiente, aquellos a tener en cuenta para la gestión y localización de los mejores.
Esperamos que estas breves líneas hayan servido de ayuda para todos aquellos aficionados interesados en la caza y gestión del duende del bosque.
Suerte ¡y al corzo!
Nos vemos en el monte.