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¿Cómo distinguir a un corzo viejo de uno adulto antes de cazarlo?

Un ejemplar de corzo macho en una foto de archivo. © Shutterstock

Esta es una de las situaciones más comunes cuando los cazadores salimos de rececho. Por fin hemos localizado un buen corzo. Nos acercamos y nos detenemos para valorar su cuerna. ¿Qué edad tiene? Parece grande, alta y ancha en las bases, pero no podemos precipitarnos. Siempre según la zona donde estemos cazando, podría tratarse de un ejemplar joven con una cabeza importante pero que aún no ha alcanzado su estado máximo de madurez. Debemos calcular su edad para no abatir aquellos ejemplares que serán aún mejores en temporadas venideras. ¿Cómo lo hago? Fíjate en lo siguiente. 

Hechuras y movimientos

Los machos jóvenes muestran un comportamiento más juguetón que los de más edad. Es importante que estemos atentos a sus desplazamientos y a su forma de andar y de relacionarse con otros corzos. Un macho en su madurez raramente tolerará la presencia de otros ‘rivales’ junto a él. El aspecto físico también es un indicativo altamente fiable de su edad: fíjate en el grosor de su cuello, mucho más amplio y robusto en machos ya maduros. Los ejemplares con el cuello delgado trata de descartarlos, seguramente serán jóvenes.

Rosetas

Emplea el tiempo necesario en la observación del animal utilizando un buen equipo óptico, una herramienta más que recomendable, ya que nos facilitará la valoración de su trofeo. Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, una buena cámara bridge como complemento a tus binoculares es la herramienta ideal.

Presta mucha atención a las rosetas. Son una zona clave que nos puede decir mucho sobre su edad. Fíjate además en su posición: en los machos maduros se aprecia cómo, año tras año, la roseta se va inclinando hacia el lado del ojo. En uno joven, en cambio, suelen estar alineadas horizontalmente y la distancia con el globo ocular es mayor.

Un corzo entrado en años recién abatido. © Ángel Vidal.

Hábitos y costumbres

Desconfía de aquellos machos que, portando un buen trofeo, se dejan ver paciendo tranquilamente en los medios de una esparceta sin tomar apenas precauciones. Un corzo adulto lo es por cauto y precavido: intentará reducir al máximo sus ‘apariciones públicas’, limitándolas a las puramente necesarias para su supervivencia. Comerá lo justo, sin exponerse, con el culo dentro del monte y con la luz mínima. Todo corzo que veas que campea ajeno al peligro seguramente sea un ejemplar joven al que le quedan muchas batallas que ganar para, poco a poco, pulir su carácter.


Cazan en Soria un viejo corzo con una cuerna fuera de lo normal


El ladrido

No es una ciencia exacta, pero puede servirnos de orientación. Aquellos que tienen el aparato auditivo tan educado como para diferenciar entre el ladrido de un corzo joven y el de otro ya mayor aseguran que su voz es más ronca y grave a medida que avanza la edad del animal. Más ‘voz de hombre’, dicen. En mi caso y después de muchas temporadas tras los corzos todavía no tengo esa capacidad.

Un macho de corzo ladrando. © Shutterstock
       
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