Debes saber que te enfrentas un pájaro de vuelo más raso si lo comparamos con la torcaz. Rara vez alcanzará grandes alturas, por lo que debes buscar sus dibujos en el aire a ras de siembra o en las lindes de estas con el monte. Los frutales son su perdición, mientras que aprovecharán las zonas de almendros o naranjos para sestear: tenlo muy en cuenta al ubicar tu postura. Aprovecha también esas boquillas de monte seco entre lomas, son autopistas para las tórtolas.
Los profesores de la Universidad de Extremadura Gregorio Rocha y Sebastián Hidalgo, tras estudiar durante años sus tendencias poblacionales en Extremadura, se adhirieron a la conocida como teoría filopátrica –tendencia a regresar al lugar de nacimiento para volver a criar– para defender una gestión local de la especie y subrayar que se debe favorecer y potenciar el número de parejas reproductoras estivales mediante el cuidado del hábitat y la caza moderada para incrementar las poblaciones a nivel local.
¿Cúal es el objetivo?
La idea es ligarlas reproductivamente a este espacio protegido. Pero la teoría filopátrica está aún por consolidar en la tórtola europea: Browne y Aebischer estudiaron su ecología reproductiva durante más de medio siglo para concluir que esta característica parece muy baja: sólo dos ejemplares –capturados ya adultos– fueron vistos de nuevo o recapturados de los 102 adultos y 65 pollos en nido anillados entre 1996 y 1999.
¿Cómo tener más?
Ofrece a la tórtola zonas que sean de su agrado, como regadíos y otras áreas donde podrá encontrar la protección y comida que necesita. Hoy, la práctica que más daño provoca a esta especie es el uso de atrayentes alimenticios, algo ilegal pero muy extendido y que favorece la concentración en comederos artificiales donde en ocasiones son abatidas de forma ‘abusiva’ –los denominados cebaderos de tórtolas–. Lo mejor es que aportes agua y comida mediante bebederos artificiales y siembras específicas para las torcaces, siempre evitando la caza en su entorno.
Aprovecha y ‘tumba’ las siembras que no vayan a ser cosechadas. Utiliza un rodillo o una viga o mallazo arrastrado por un todoterreno. Esto permitirá a las torcaces alimentarse del cereal no cosechado. Es un método que resulta infalible. Procura mantener limpias las charcas, manantiales, pozas y otros puntos de agua y diseña zonas de reserva en zonas de sesteo donde no permitiremos su caza.