La moda de la caza zorzal (Turdus philomelos) no es nueva. Desde hace ya dos o tres décadas nos visitan con asiduidad multitud de cazadores italianos, grandes aficionados a la caza de este pequeño pájaro, a quienes se atribuye la moda de darles caza. Antaño no merecía la pena gastar un cartucho para tan poca carne. Y cuando digo cartucho en singular exagero, ya que de todos es sabido que no es raro disparar un par de cajas para hacernos con poco más de una docena de piezas. Hoy corren otros tiempos, y con un campo sembrado de caza de ‘plástico’ donde parece primar más la cantidad que la calidad, esta modalidad es de las pocas que perdura sin alteración y aún nos brinda no pocas alegrías.
La caza de este pequeño pájaro se practica en multitud de escenarios diferentes como olivares, enebrales, montes de encina y coscoja, pinares… y bien en pasos o al salto. En este artículo vamos a desmenuzar su caza en arroyos y lindazos de zarza (Rubus sp.) que tanto gusta visitar a nuestro amigo el zorzal.
Observa sus pasos y elige la zona
Lo principal es observar el campo al menos un par de días antes de la cacería, ya que estamos hablando de una especie migratoria y un día podemos tener un buen paso y al siguiente nada o muy poco. Si decidimos darles caza en la modalidad de puesto fijo, el paso siguiente será la construcción de las posturas en las zonas querenciosas de zarza que hayamos encontrado.
En este tipo de tiradas es importante que participen al menos cuatro o cinco cazadores para poder cubrir dichas zonas. Los puestos se ubicarán formando un círculo alrededor del zarzal dejando alguna vía de entrada libre, no colocando en ella ninguna escopeta para dejar cumplir al pájaro: así, cuando algunos de ellos estén dentro cantarán y atraerán a los demás.
Cuando hablamos de zarzal no nos referimos a un pequeño grupo de zarzas, sino a zonas en las que éstas abundan y los zorzales las utilizan como dormidero. La extensión del círculo depende del número de escopetas participantes, pero como mínimo tendrá un diámetro de más de 150 ó 200 metros.
Construye el puesto correctamente
La construcción de estos puestos debe de hacerse de manera que podamos introducirnos dentro y nos oculten totalmente –que no se nos vea desde ningún ángulo–. No sirven los de tipo pantalla, ya que utilizaremos el mismo tanto para tiradas de tarde como de mañana y en cada una de ellas el zorzal vendrá en sentidos diferentes: por las mañanas abandonará las zarzas para buscar alimento mientras que por la tarde entrará de nuevo para utilizarlas como dormidero.
El puesto debe construirse con vegetación del terreno y, si puede ser, hacerlo lo más tupido posible, ya que el zorzal posee una excelente visión y en días despejados y con poco viento volará alto y nos detectará al más mínimo movimiento. Por último, es importante no castigar estas zonas con sucesivas cacerías. Lo ideal es rotar para no repetir hasta llegar a desterrar a los zorzales de la zona.
Lleva un buen perro y elige bien la munición
De vital importancia también es la compañía de un buen perro, ya que muchos de los zorzales abatidos caerán dentro de las zarzas y, si no contamos con su ayuda, no conseguiremos recuperarlos. Nuestro auxiliar debe situarse junto a nosotros y saldrá del puesto a cobrar cuando se lo ordenemos –si le dejamos pasear por la zona sin control puede dar al trate con un buen paso–.
En cuanto al equipo, utilizaremos una escopeta de entre los calibres 12 y el 20 a la que estemos habituados y cartuchos con plomos del 8, 9 ó 10 y cargas de 30 y 32 gramos. El choke de tres estrellas hará un excelente trabajo, y no olvidaremos la percha para colgar las piezas abatidas y un maletín o morral para portar las cajas de munición.
¿Quieres cazar los zorzales al salto? Hazlo así
En arroyos con zarzas donde abundan los zorzales no es descabellado practicar su caza al salto. Lo ideal es hacerlo en compañía de algún amigo: si somos un par de escopetas recorriendo estos cursos de agua, una por cada orilla efectuando continuas asomadas, podemos pegar tantos o más disparos que en puesto fijo, ya que se caza durante más tiempo al no tener que esperar a que el zorzal se mueva, sino que seremos nosotros quienes provocaremos su arrancada.
Por tanto, la estrategia será parecida a la que se emplea para abatir especies de mayor porte: paso lento, sigiloso y siempre buscando taparnos con la vegetación para ir asomándonos poco a poco y sorprender al pájaro, obligándole a huir y consiguiendo así una oportunidad de disparo. Efectuaremos pequeñas paradas cuando nuestro compañero nos ‘cuque’ algún zorzal, algo que ocurre cuando le espantamos hacia su zona. Por ello, es preferible dejar que sea él quien intente abatirlo que efectuar un disparo arriesgado.
Usa un equipo ligero
El equipo que llevaremos debe ser ligero: la menor ropa posible, pues se tira tanto como se anda y al cabo de unas horas empieza a sobrarnos casi todo. No debemos olvidar las botas de goma, pues en ocasiones nos veremos obligados a cruzar los arroyos y la altura del agua puede superar la de cualquier bota tradicional. También llevaremos una percha para colgar los zorzales y los cartuchos alojados en amplios bolsillos o en bolsas de las que se utilizan en los ojeos de perdiz, ya que al efectuar bastantes tiros, a veces relativamente seguidos, es fundamental portar la munición de una manera cómoda.
Usaremos cargas de 30 y 32 gramos y plomo de entre el 8 y el 10 con chokes abiertos, pues los tiros serán muy cercanos. Cartuchos dispersantes de 9ª y 30 ó 32 gramos con choke de cuatro o tres estrellas serán los aliados ideales para hacernos con una buena percha.
Cómo apuntar y disparar con éxito
Una de las reglas fundamentales del tiro al zorzal es dejarlo cumplir y sólo efectuar el disparo cuando llegue a tu vertical o te sobrepase un poco. Es una pieza pequeña y muy rápida y si no cogemos rápidamente su línea de vuelo efectuaremos disparos traseros sin posibilidades de poder abatirlos.
Hay que tener en cuenta que realizaremos un adelanto proporcional a la altura que lleve y disparando sólo a aquellos que tengamos la certeza de poder abatir. En esta caza solemos realizar disparos exageradamente largos sin darnos cuenta de que lo máximo a lo que podemos llegar es a herir a la pieza y no cobrarla.
Se les suele tirar más cerca de lo que parece, pero la falta de referencias en el cielo nos lleva a alardear en ocasiones de haber abatido zorzales más allá de los 40 o los 50 metros. Te aseguro que a partir de los 45 metros se abaten muy pocos. No obstante, la experiencia te enseñará a juzgar sus trayectorias y velocidades y su correspondiente adelanto.
En el siguiente vídeo puedes ver una jornada de caza al salto en olivar.