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Cómo cazar corzos en julio y agosto durante el celo

Un macho persigue a una hembra en la época de celo. © Shutterstock

Con los campos ya cosechados y el calor apretando, los corzos se entregan al ancestral ritual de perpetuar la especie. Es en pleno verano cuando el monte se transforma en escenario de persecuciones, corros de cópula y encuentros entre rivales. Para los cazadores, es también un momento privilegiado para completar cupos, gestionar poblaciones y, por qué no, vivir uno de los lances más emocionantes de la temporada.

Aunque no es una práctica demasiado extendida en nuestro país, recechar corzos en celo puede ser tan técnico como apasionante. En estas fechas, los machos bajan la guardia y se exponen más, lo que facilita su localización. Pero cuidado: esto no significa que todo esté hecho. Las corzas, mucho más precavidas, pueden dar al traste con cualquier acercamiento si detectan el más mínimo indicio de peligro.

El peculiar ritual del celo

A diferencia de otros cérvidos, como el ciervo o el gamo, los corzos no berrean ni roncan. Su cortejo es silencioso pero no por ello menos intenso. El macho hostiga a la hembra con persistencia, persiguiéndola en círculos hasta formar los conocidos ‘corros de cópula’, figuras circulares visibles en la vegetación, testigos de un cortejo que puede durar horas.

Una pareja de corzos en celo. © Shutterstock

El momento decisivo no llega hasta que es ella quien se detiene y permite la cópula. Todo depende, por tanto, de su receptividad, lo que limita las oportunidades a unas pocas horas, o incluso minutos. Es una caza de oportunidades en la que el conocimiento del terreno y de los animales marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.

El ciclo biológico del corzo, además, es único: su diapausa embrionaria retrasa el desarrollo del embrión hasta enero, para que el parto tenga lugar en primavera, cuando las condiciones son más favorables. Por eso, si la fecundación no se produce en estos días de julio, las corzas deberán esperar un año entero para volver a intentarlo.

¿Qué corzos seleccionar?

El verano es ideal para localizar a esos machos esquivos que desaparecieron en primavera. También para hacer gestión, abatiendo ejemplares con cuerna defectuosa, varetos que no han evolucionado en su segunda cabeza o, especialmente, a los llamados ‘asesinos’, aquellos corzos territoriales que, con sus afiladas cuernas, pueden causar graves daños a otros machos durante las peleas.

Ahora puede ser el momento de cazar ese gran corzo que aún no había dado la cara. © Shutterstock

Mientras que en buena parte de Europa es habitual gestionar corzos desde edades tempranas, en España aún cuesta asumir esta estrategia. Sin embargo, seleccionar con criterio los individuos a cazar en esta época puede suponer una inversión de futuro en la calidad cinegética del acotado.

Caza a cualquier hora del día

Durante el celo, los horarios cambian. Aunque tradicionalmente se opta por las primeras y últimas horas del día, el corzo en celo puede estar activo en cualquier momento, especialmente si se dan dos factores clave: calor y humedad. Una tormenta veraniega puede ser el detonante que ponga a todos los animales en movimiento.

Y si bien los machos pierden parte de su habitual prudencia, son las hembras las que conviene vigilar. Ellas siguen manteniendo los sentidos alerta. Si una corza detecta al cazador, arrastrará consigo al macho, truncando cualquier posibilidad de lance.

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