Mario Mirasierra, un cazador que acostumbra a practicar la actividad cinegética en la Montaña Palentina, ha enviado a la redacción de Jara y Sedal un vídeo en el que aparecen varios lobos cazando entre el ganado.
Según ha relatado a esta redacción, la mañana en la que logró filmar a los cánidos era «tranquila y fresca de primeros de septiembre». «Aún sin nada de berrea, nos disponíamos a controlar algún grupo de hembras para ver sus querencias salidas y entradas, e intentar abatir algún zorro para la gestión del coto…», comienza explicando.
Con las primeras luces, «algo nos extrañó a mi compañero Rubén -el cazador que le acompañaba- y a mí», relata el cazador. Y describe «zonas muy querenciosas en las que siempre suelen rondar ciervos y corzos» y que, en esa ocasión, «estaban totalmente desiertas». «Nuestra primera impresión era que los lobos habían estado de caza», señala.
«Ajenos a la escena que íbamos a presenciar»
Un grupo de vacas pacía a pocos metros y estaban algo intranquilas, correteando y mirando fijas: «Hicimos una primera vista con los prismáticos y ahí estaban… ¡dos lobos merodeaban entre ellas! Corriendo, pero sin indicios de querer darlas caza, por lo que sacamos las cámaras y nos pusimos en un sitio tapado, para evitar ser descubiertos por ellos y poder captar aquella imagen», sigue describiendo el cazador.
Poco a poco las vacas se iban tranquilizando y el ganado se iba separando: «De repente los lobos desaparecen entre la espesura. En pocos segundos vuelven a aparecer por la parte izquierda. La hembra más baja, se para y controla. El macho más alto, empieza a correr», narra Mirasierra.
Así dio caza un lobo a una cierva frente a los cazadores
Ambas cámaras estaban grabando, y de repente el macho se paró, agarró algo y empezó a tirar: «Rubén y yo nos quedamos expectantes ante aquella escena. Comenzó a tirar con toda su fuerza hacia la espesura y, cuando conseguimos ver lo que había cazado, comprobamos que era una cierva a la que en pocos segundos metió dentro del monte. Por poco no llegamos a ver esta gran escena de caza del lobo ibérico», señala Mirasierra.
Las vacas, ante aquel revuelo, habían acudido a ver lo que pasaba, y los lobos se vieron inseguros y por eso esperaron a que el ganado se tranquilizase y se alejase del lugar para llevarse su presa: «Después de un tiempo prudente decidimos acercarnos, localizar el sitio donde le habían dado caza y seguir el rastro hasta donde la habían escondido para que los buitres no pudieran acceder a ella», sigue explicando el cazador.
La cierva había sido arrastrada más de 100 metros: «Vimos los claros signos de ataque, y también de cómo en poco tiempo se habían comido más de la mitad del animal. Una escena que sin duda quedará grabada en nuestra memoria», concluye el cazador.