Así es la historia de superación de un cazador jiennense que sufrió cuatro ictus en un día y al que la caza le dio fuerzas suficientes para salir adelante.
7/11/2019 | Redacción JyS
Matías Castillo Astasio, un cazador y pescador de 58 años de edad que sufrió el pasado mes de junio cuatro ictus en un solo día, se planteó como meta psicológica volver a cazar «para volver a vivir». Y así lo hizo tan sólo un mes y medio más tarde, con la apertura de la media veda en Andalucía el pasado agosto: «La vida es un arte. Si te hundes, te mueres. Yo quiero vivir y la caza me da vida».
Matías es agricultor y natural de una pequeña población situada en plena Sierra de Cazorla. En el momento en el que descuelga la llamada se encuentra recogiendo leña de olivo: «Soy una persona que no me puedo estar quieta de ninguna forma. Yo tengo olivar, estoy soltero y no hay quien me ayude a nada: todo lo tengo que hacer yo. O me recupero, o todo se ve abandonado», expresa con fortaleza.
El día del percance, ocurrido en el mes de junio, detalla que se levantó «con un ictus por la mañana en el que se me paralizó el lado izquierdo de la cara. A mediodía, comiendo, me dio otro, ya que tras el primero no fui al médico porque creía que había dormido mal. El segundo sí que me afectó bastante, por lo que me fui deprisa y me metieron en una ambulancia para llevarme directamente a la UCI, donde me repitió un tercero y un cuarto y donde estuve tres días ingresado», recuerda apesadumbrado el cazador.
La capacidad de superación y «no tirar la toalla» han sido piezaz clave para superar el percance, además de su obsesión por volver a cazar para «sentirse libre». «Practico más la caza mayor que la menor, sobre todo por la zona en la que vivo, en la que hay bastantes monterías», explica Matías.
Además de los cuatro ictus sufridos, Castillo también tuvo un problema en un hombro hace catorce años, algo que le impide disparar con normalidad al apoyarse el arma en el brazo derecho. «Al darme el alta por su cuenta, lo primero que les pregunté era si iba a poder o no cazar. Me dijo una inspectora que tendría que comprarme un rifle más pequeño y así lo hice», relata. «No puedo tirar quince o veinte disparos seguidos, porque entonces el hombro se debilita y me resiento mucho los días posteriores», admite. A pesar de sus limitaciones no falla un día de caza. Es su pasión y lo que le ha ayudado psicológicamente a «tirar para adelante».
Otras dos grandes historias de superación que fueron protagonistas en Jara y Sedal
Para finalizar, recordamos otras dos grandes historias de superación que fueron protagonistas en Jara y Sedal. La primera de ellas es la de José Manuel Suárez «Tachi», un jovencísimo cazador que en 2015 sufrió un accidente al caerse desde una roca durante una cacería cerca de la localidad leonesa de Almuzara que le dejó en una silla de ruedas. Es vecino de Robles y, por supuesto, sigue siendo un apasionado del mundo cinegético porque es su filosofía de vida. Esta es su historia.
También el pasado 18 de febrero, un caso similar fue protagonista en este medio. Fue el de Javier Díaz, cazador de la localidad madrileña de Navalcarnero, al que el pasado mes de enero un problema en la arteria femoral le cambió la vida: tuvieron que amputarle una pierna. Tras la operación llevada a cabo en el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, en Móstoles, tuvo la caza como terapia para afrontar el día a día tras el grave problema que sufrió. Su encomiable testimonio revelado a este medio es todo un ejemplo a seguir.