El joven cazador de 23 años Jesús Serrano Fernández, conocido cariñosamente en el mundo cinegético como ‘El Mota ‘ y natural de la localidad de Socovos (Albacete), abatió hace unos días un espectacular jabalí de 114 puntos y 125 kilos durante una espera tras un mes siguiendo el rastro del animal.
«Después de tantos días de seguimiento, mi padre, que lleva cuarenta años cazando, me aconsejó no ponerme antes ya que el aire no iba a favor del lugar por el que entraba el cochino», comienza relatando el cazador. Finalmente y tras varios días intentándolo, Jesús notó aquella noche que el aire había cambiado y decidió hacer la espera: «La brisa me daba en la cara, por lo que tenía todo a mi favor», explica el joven cazador manchego.
Un jabalí a la sombra de los pinos
Una vez puesto el pasado 2 de junio, sobre las 21:50 horas escuchó unas ramas de pino crujir, aunque nada más se oyó en los siguientes minutos: «Había media luna y no me fiaba de encender la linterna ya que estos macarenos saben mucho y a lo más mínimo pegan la arrancada. Pensaba que podría haberse quedado en la sombra de los pinos escuchando y por eso no me atrevía», comenta Jesús.
Efectivamente, el animal se encontraba escondido y, tras unos minutos de espera, salió al claro. El joven cazador esperó a que se pusiera de costado y disparó entonces con su rifle Remington. «Creía que el jabalí había caído fulminado, pero aguanté en el puesto y llamé a mi padre. Cuando llegó fuimos a ver dónde estaba el animal y para nuestra sorpresa ¡aún estaba vivo!», relata el joven antes de asegurar que, a pesar de que el gran jabalí trató de huir hacia el monte, de un nuevo disparo, ahora sí, consiguió cazarlo.
«La adrenalina empezó a subirme cuando me acerque al cochino y vi cómo era», confiesa este joven cazador albaceteño.
Otro enorme jabalí en espera hace unos días en Albacete
El cazador albaceteño Mario González, de 32 años de edad, consiguió abatir el pasado 9 de julio un gran jabalí de esos que dejan huella en cualquier cazador. Tras varias semanas de eternas esperas en su búsqueda, el viejo, resabiado y descomunal macareno de 120 kilos que estaba destrozando los campos de su localidad, Yeste (Albacete), dio la cara. O mejor dicho, los colmillos.
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