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Caza de ciervos en berrea: consejos para disparar con precisión

El autor, con su rifle. © Jara y Sedal

Un hándicap con el que tenemos que contar al cazar en berrea es que, si no hemos realizado aguardos veraniegos o recechado corzos, después de varios meses sin disparar habremos perdido el feeling con nuestro rifle. Por eso, mi primer consejo antes de salir al monte es acudir a un campo de tiro y practicar la técnica de posición y disparo. Colocaremos una diana a una distancia controlada (100 metros) y nos aseguraremos de que tanto visor, anillas y tornillos de la acción del rifle mantienen su apriete correspondiente.

Yo suelo marcarlos desde el primer día que lo monto con un rotulador permanente para, de un simple vistazo, poder comprobar si se han aflojado. Lo siguiente es regular las dioptrías del visor. Desde una buena posición de tiro encararemos el rifle y empezaremos a girar hasta que veamos la retícula perfectamente nítida, a la vez que regulamos el paralaje, y la diana. Esto que parece tan simple es fundamental, pues en berrea la mayoría de los lances se juegan con unas condiciones de luz muy precarias, al amanecer y al atardecer, cuando los cambios de temperatura permiten al venado berrear en su intento atraer al mayor número de hembras.

¿Cuál es el mejor calibre para cazar ciervos?

A lo largo de mi dilatada carrera he escuchado todo tipo de lances de venados con diferentes calibres, algunos hasta africanos, y la conclusión a la que he llegado ha sido siempre la misma: el cazador que confía en sí mismo y en su equipo, y además entrena, se decanta por cartuchos medios como el .308 Win., el .270 Win. o el .30-06, que transmiten suficiente energía para abatir un venado limpiamente a media distancia. Por eso no quiero entrar en el debate de qué calibre elegir, pues necesitaría un artículo de varias páginas para ello, pero sí quiero dejar claro que para mí lo más importante es lo que está detrás de la culata: el cazador. Como siempre defiendo, lo que mata es la precisión. 

Preparado para imprevistos

Durante el rececho lo ideal es llevar pocos aumentos, pues es fácil que nos sorprenda algún animal demasiado cerca y tengamos que realizar un disparo rápido y cercano; si tenemos muchísimos aumentos nos va ser imposible meterlo dentro de la mira. Lo siguiente es conocer el gatillo, un aspecto muy particular. Yo prefiero que sea de un tiempo –que a la hora de accionarlo no tenga recorrido y así nos sorprenda el disparo en el momento que tengamos al animal metido en nuestro visor– y con una presión de entre 500 y 600 gramos. Piensa que el clima en esta época aún no es frío y no necesitaremos usar guantes que nos hagan perder tacto con el gatillo, razón por lo que podemos ajustarlo muy ligero.

La importancia de la postura al disparar

Seguro que a ti también te ha sucedido en más de una ocasión que, nada más apretar el gatillo, sabes que el disparo es fallido porque no has hecho las cosas bien. Esta es la razón por la que debemos entrenar las diferentes posiciones de tiro que nos podemos ver obligados a tomar en el monte. Lo primero, de obligado cumplimiento, es aprovechar los puestos naturales que el campo ofrece y que pueden ser mucho más útiles que la típica vara de caza. En alguna ocasión, después de localizar un buen ejemplar y no tener apoyo he tenido que retroceder 40 metros hasta una roca alejándome de mi objetivo sólo para tener el apoyo correcto y poder ser lo más preciso posible.

Siempre recomiendo disparar tumbado, pero la cosa se complica cuando no cabe otra opción y tenemos que tirar de rodillas sin apoyo natural o de pie. En el primer caso es indispensable utilizar un bípode de media altura. En el momento de colocarnos tenemos que recordar que la rodilla izquierda debe estar en contacto con el suelo y la derecha levantada –en el caso de los cazadores diestros–, pues lo que buscamos es contar con un tercer apoyo que aporte estabilidad en nuestro rifle. Ya sé que la teoría es fácil y que en la práctica entra en juego la adrenalina que se dispara al ver al ciervo de nuestras vidas moviéndose entre el bosque.

Los disparos de pie suelen ser la opción más complicada, pero con una vara doble conseguiremos una buena estabilidad gracias a un ligero truco: montar una cuerda o tensor en la parte trasera de manera que creamos una tensión pisándola con nuestro pie derecho, eliminando así el vaivén vertical que se produce en estos tipos de apoyos.

Rafa Carrillo cargando el rifle. © Jara y Sedal

Suelta el aire…

Hasta aquí todo correcto. Ya has alcanzado la postura deseada, el ciervo está tranquilo y estás a punto de apretar el gatillo. Ahora entra en juego la respiración. Toma aire y ve expulsándolo de forma pausada mientras acompañas el gatillo con el dedo de forma suave. Esta técnica necesita mucho entrenamiento que, en seco, podemos realizar en nuestra casa: apoyando el arma simulando una situación de caza y viendo que el canteo del rifle es perfecto –gracias a un nivel de burbuja en el visor–. 

Cómo realizar el disparo

Una vez que adoptamos la posición de disparo debemos empuñar el rifle con suavidad, sin ejercer presión en la empuñadura, pues eso afectaría al disparo. Hay que pensar que lo importante es que la cantonera esté bien apoyada en el hombro, que es la zona que realmente frena el retroceso del disparo. Ahora toca sentir el gatillo en la yema del dedo y a la vez controlar la respiración, algo bastante difícil en una situación real de caza debido a la tensión del lance. Hay que tratar de hacer coincidir el disparo con ese momento en que los pulmones se acaban de vaciar y nuestro pulso se encuentra más estable. Si logramos conjugar todo este proceso estaremos muy cerca de ejecutar lo que solemos llamar el disparo perfecto. 

Es cierto que una vez tengas dentro de tu visor la zona vital de tu objetivo aún quedan cosas por hacer. No has de olvidar cuando los machos están rodeados de su grupo de hembras se muestran bastantes nerviosos y en ocasiones reaccionan y se mueven muy rápidamente. Es entonces cuando hay que mantener la cabeza muy fría para no realizar el disparo, pues si nos precipitamos lo mas seguro es que le dejemos herido o, en el mejor de los casos, fallemos el tiro. Por tanto, algo muy importante es nuestro camuflaje. En esta modalidad nuestro protagonista está totalmente concentrado en su grupo de hembras, como decía antes, y eso facilita nuestra entrada, cierto. El problema está en las decenas de ojos que tiene alrededor… 

Rompe tu silueta

Ellas son las que seguramente van a delatar nuestra presencia al grupo formando la típica estampida que dará al traste con el rececho. Yo recomiendo utilizar un cobertor o vestir un conjunto de ropa muy ligero –todavía las temperaturas son elevadas– y de los colores de la zona que vayamos a cazar. Los patrones camo de última generación funcionan realmente bien –incluso ante al ojo humano–, siendo capaces de romper o distorsionar nuestra silueta y fundirnos con el entorno. Espero que estos consejos os ayuden a capturar ese macho con el que todos soñamos. Suerte y buena caza.

Rafa Carrillo con un ciervo en berrea. © Jara y Sedal
       
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