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Caza de conejos con beagles: una alternativa al podenco y al perro de muestra

El autor con sus beagles durante una cacería de conejos. © Innova Ediciones

Por Luis Veiga

Cuando afrontamos una jornada en tierras gallegas con nuestros perros de caza debemos tener muy presente una serie de variables que nos pueden conducir al éxito o el fracaso. La ausencia de vegetación alta y la enorme exposición de estos montes a todo tipo de vientos y condiciones climatológicas inciden de forma decisiva en las zonas a cazar y en la manera de trabajar el monte. Por ejemplo, cuando sopla el nordés sabemos que el rastro será muy malo, con enormes dificultades para que los perros se acerquen al encame del conejo y una vez que se produzca el levante, las pérdidas suelen ser frecuentes.

El beagle es una raza que se adapta perfectamente a la vegetación gallega: buen pelo –aunque no sea un griffón–, pata recta, pie cerrado, talla ideal y, sobre todo, muy buena nariz, excelente voz y pasión por la caza. Pero a pesar de este exquisito olfato, han de mostrar mucha tenacidad para que el conejo no consiga su objetivo de despistarlos. Cuando estas pérdidas no se resuelven de forma rápida es cuando el cazador deberá ayudar y apoyar la labor de los perros, adentrándose en la maleza y reorganizando la búsqueda.

Si a esto añadimos que la pieza intentará pasar por encima o por debajo de la gran cantidad de piedras que hay en el monte o recorrerá pequeños trayectos por encima de los muretes que deslindan las propiedades, nos podemos imaginar las dificultades a las que nos enfrentamos cuando cazamos en lugares como A Costa da Morte.

El lugar donde se lleva a cabo la cacería de conejos con beagles es espectacular. © Innova Ediciones

Una caza dura en Galicia

A los fuertes vientos que azotan prácticamente todo el invierno esta zona le podemos añadir otra complicación: la lluvia, que en Galicia es frecuente en el invierno y hace más difícil todavía el trabajo de los beagles. Dificultad parecida nos la encontraremos cuando aprieta el calor y además lleva tiempo sin llover. Los perros se enfrentan entonces a un terreno muy seco y con una temperatura elevada pues, como decía anteriormente, al no haber vegetación alta el sol impacta directamente en el suelo y el rastro es deficiente. 

Me gusta cazar con un grupo de ocho o nueve perros, algo que además de hacer que los lances sean espectaculares te ofrece una importante serie de ventajas. En primer lugar, los auxiliares puede abarcar más monte, por lo que a la hora de trabajar un rastro las probabilidades de resolverlo aumentan notablemente. En un buen equipo de beagles todos los componentes deberán aportar al grupo para que los acercamientos, los levantes y la persecución sean lo más efectivos posible, tratando de solventar todas las dificultades de forma rápida y segura.

Otra imagen del autor cazando conejos con beagles. © Innova Ediciones

¿Por qué beagles para cazar conejos?

Una persecución de un lote de beagles perfectamente acoplados y durante espacios de tiempo prolongados hace las delicias de los amantes de esta modalidad de caza. También tiene sus complejidades, pues si los perros no están bien conjuntados y no poseen un elevado grado de obediencia podemos encontrarnos con un pelotón descontrolado y de difícil manejo. Esto supondrá que no cacemos el monte como debiéramos y nos dejemos piezas sin levantar o la que levantemos tenga muchas más oportunidades de escapar.

Pero, ¿por qué beagles y no otra raza? Por muchos motivos. El primero, porque es una raza con verdadera pasión por el rastro y que cuenta con una nariz exquisita, cualidades que un buen perro de rastro debe atesorar. El segundo es su talla, que lo capacita para perseguir sin descanso a las piezas con la intensidad necesaria para ponerlas a tiro permitiéndole sortear con facilidad las barreras naturales que se puede encontrar a lo largo de la jornada –piedras, muretes…–.

El tercero es su espectacular voz, que nos ayudará a escuchar a nuestros auxiliares en lo más profundo de la espesura, además de hacer mucho más espectaculares los lances. El cuarto, su capacidad para trabajar en grupo y bajo las órdenes del conductor. El quinto es su inteligencia, que le permite aprender rápido y mejorar continuamente sus prestaciones en el monte.

En resumen, un cúmulo de virtudes que se adaptan perfectamente a estos montes y que hacen de esta raza una de las más apropiadas para cazar conejos en esta modalidad. No creo que me equivoque si afirmo que el beagle es hoy la raza más empleada en Galicia por los cazadores para perseguir orejudos.

Un vídeo grabado por el autor

Lo primero, elegir dónde cazar

Una jornada de caza comienza con la decisión de la zona que vamos a cazar, pues la climatología, como ya he comentado, influye de manera decisiva y no todas las zonas son igual de apropiadas para la suelta. Si sopla el viento y llueve buscaremos montes que estén medianamente protegidos del temporal. Si las heladas son intensas nos desplazaremos a zonas soleadas.

Una vez los perros están en el monte procuraremos que localicen los rastros de la noche y traten de descifrarlos para llegar al encame. Esta tarea suele ser compleja, sobre todo cuanto más avanzada va la temporada, pues el conejo antes de encamar tratará de complicar el rastro para que resulte difícil localizarle. El beagle es un perro que tiene fama de destacar por su facilidad para seguir bien y rápido y también de ser un mal levantador. Yo creo que no es cuestión de razas, sino de carácter e instinto. 

Efectuado el levante, nuestro equipo de beagles comenzará una persecución a través del tojo que en muchos casos puede prolongarse hasta un par de horas, sobre todo en zonas de maleza alta en donde el conejo se siente protegido por la espesura y alargará sus carreras. Cuanto más intensa sea la persecución, más opciones tenemos de que el conejo se vea obligado a cruzar claros y cortes y nos ofrezca alguna posibilidad de tiro. El impresionante sonido de la jauría, con sus ladridos, nos brinda un espectáculo único que uno recuerda a lo largo del tiempo.

Un descanso… y a por la tarde

Entre levantes y persecuciones agotamos la mañana. A mediodía nos acercamos a los coches a reponer fuerzas y soltar algún perro joven que empiezo a cazar en esa temporada. Pienso que a éstos, en su primera campaña, les es suficiente media jornada de caza. Acostumbro a soltarlos por las tardes, pues es una caza más tranquila y pausada que la de la mañana –los rastros no son tan frescos y los perros veteranos bajan su intensidad en la búsqueda–, por lo que les resultará más fácil seguir el ritmo de la jauría. Si la climatología es adversa, estas tardes de caza serán las que realmente nos permitirán conocer el nivel de nuestros perros y el nuestro propio, pues en ocasiones el rastro es muy malo o prácticamente nulo y eso nos obligará a poner toda la carne en el asador.

Siempre digo que lo que realmente necesitamos en A Costa da Morte, extensible a toda Galicia, son perros que trabajen y profundicen en la maleza sin rastro, pues de lo contrario nos dejaremos caza en sus encames. Esto es más que complicado, pues debemos tener claro que nuestros perros se enfrentan a un tojo que los martiriza con sus espinas, capaces de atravesar hasta nuestras botas. Deben caminar permanentemente sobre esta alfombra de clavos formada por estas espinas secas que caen al suelo. Por eso es más que complicado que un animal realice un trabajo intenso durante siete u ocho horas de caza.

El punto… y seguido

Adentrados en plena tarde, es práctico mirar cerca de las zonas donde los conejos han realizado agujeros. Puede que alguno que permanecía en uno de ellos lo haya abandonado y de esa forma nuestros beagles podrán comenzar la persecución de inmediato al encontrar un rastro movido. La jornada finaliza tras disfrutar de las ladras de nuestros beagles al tiempo que tenemos el privilegio de contemplar el hermoso paisaje de esta Costa da Morte, paraje único en Galicia y en la Península.

Así debe ser un beagle para cazar conejos

A pesar de que todos los cazadores buscamos siempre el perro diez es muy difícil conseguir que un animal reúna todas las cualidades para que sea considerado como tal. Después de 28 años seleccionando beagles para cazar, criando siempre con las mejores perras y los mejores machos, me di cuenta de que algunos de los animales con los que tuve y tengo el lujo de cazar son muy difíciles de conseguir. Para ello sólo existe una fórmula: selección y adiestramiento.

Me gusta iniciar a los cachorros desde muy jóvenes y siempre busco en ellos las dos cualidades que más valoro en un perro de caza: pasión e inteligencia. Uno sin pasión no lo podemos considerar como tal. Y cuando toca descifrar rastros, desencamar, resolver pérdidas… un auxiliar inteligente siempre marcará las diferencias. Por último, a un buen beagle la nariz y la voz… se le presuponen.

       
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