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Nos vamos a cazar alces a los mágicos bosques de Suecia: Norma VIP Moose Hunt 2022

Uno de los alces abatidos. © Ángel Vidal

No sería mi primera vez en Suecia con los alces como objetivo de mis cámaras. Ya en 2017 viajé hasta la Laponia sueca para cruzar el Círculo Polar Ártico y formar parte de una expedición de supervivencia. Sin sacos de dormir, la aurora boreal me sorprendía cada noche abrazado a la hoguera del refugio que levantamos alrededor de un impresionante abeto. Sin víveres, tan sólo nos alimentamos de la hembra de alce que tras dos días de caza conseguimos abatir recechando por un pesado terreno pantanoso alfombrado de musgo y líquenes. Perdidos en la inmensidad de la taiga, recorrimos varios kilómetros a pie y en canoa hasta el punto de extracción, donde un helicóptero nos devolvió a la civilización.

La aventura que me propuso a principios de junio Antonio Adán, responsable de Comunicación de Excopesa, no sería tan extrema, pero sí igual de emocionante. Asistir a la Norma VIP Moose Hunt, la cacería de alces que cada año organiza el fabricante sueco de munición, es una oportunidad de vivir una forma de caza milenaria del país escandinavo y, para mí, un privilegio poder filmarla y fotografiarla. Especialmente, en el 120 aniversario de Norma.

Antonio Adán, responsable de Comunicación de Excopesa. © Ángel Vidal

Norma, una marca centenaria

A mediados de octubre aterrizamos, por fin, en el aeropuerto de Oslo. Desde la capital noruega, y a bordo de una minivan junto con otros colegas de medios europeos, cruzamos la frontera para llegar a la localidad de Mitandersfors. Aquí, en el centro del territorio de alces más legendario de Suecia, en lo más profundo de los bosques del norte de la provincia de Värmland, nos alojaríamos los siguientes tres días.

Al día siguiente viajamos hasta la localidad de Åmotfors, a unos 20 kilómetros de la frontera con Noruega, donde en 1902 los hermanos Enger, procedentes de Oslo, abrieron la primera oficina de Norma. Aquí se encuentra hoy su actual fábrica. Construida en 1967, año en el que contaba con una plantilla de 530 trabajadores que fabricaban 64 millones de cartuchos al año. Desde sus inicios el negocio de Norma estuvo centrado sobre todo en la producción de munición militar y para rifles, hasta que en 1950 comienza a exportar cartuchería de caza a otros países. A lo largo de sus 120 años de historia la compañía ha pasado por varias manos: FFV (1979), Dynamit Nobel AB (1990), Ruag Ammotec AG (2002)… Hasta este histórico 2022, en el que el grupo Beretta Holding ha adquirido el grupo RUAG. Hoy, de su moderna factoría salen cada año 100 millones de cartuchos en más de 100 calibres para la caza y el tiro deportivo.

Desde la factoría de Norma nos desplazamos hasta el campo de tiro para que los participantes de las batidas tomaran contacto con el equipo que les tocó en suerte. El de Adán, un rifle de cerrojo equipado con silenciador –legal y de uso muy extendido en varios países europeos– en calibre 9,3×62 que alimentaría con proyectiles Norma Oryx de 285 grains de la gama Silencer, diseñada especialmente para ser disparadas con este accesorio. Una gama que se caracteriza por cargar pólvoras progresivas para impedir que el cartucho apenas pierda velocidad pese al uso de silenciador, además de ofrecer algo menos de retroceso. Un par de series de cuatro disparos sobre dianas móviles con la silueta de un alce fueron suficientes para coger confianza… y calentar motores.

Uno de los participantes en el campo de tiro. © Ángel Vidal

Primeras batidas

Poco antes de la salida del sol ya ocupaba junto a Adán el puesto de la primera batida, en el margen de una larguísima pista forestal. Cada cazador podría abatir un macho o bull (toro), como se también se les llama, una cría o una hembra o cow (vaca) que no estuviera seguida por una cría. No sería fácil. Son cacerías de lances contados, pero el primer animal no tardó en visitarnos: un moosehound, uno de los perros especializados en la caza de alces. Junto con sus guías, son los encargados de cortar el rastro de estos espectaculares animales, ladrando cuando se paran para empujarlos hacia los puestos. A 250 metros, poco antes de que nos recogiera uno de los vehículos de la organización, una hembra cruzaba la pista seguida de su cría.

Uno de los animales abatidos. © Ángel Vidal

Segunda batida. El puesto, a apenas 70 metros de una carretera. Los conductores nos saludan al vernos. Adán, cazando con silenciador. Creí estar alucinando y que en cualquier momento, bajo una seta, aparecería David el gnomo. Nada de eso. Simplemente, en Suecia la caza disfruta del reconocimiento que merece. Superado el choque cultural, en la tercera batida otra hembra con su cría pasaron cerca de nuestra torreta. Las vimos llegar, pero a pesar de su corpulencia y aspecto torpe se desplazan en el más absoluto silencio con la complicidad de la blanda alfombra de musgo en la que hunden sus largas patas. Rodearon nuestra postura para llegar a la vaguada de pequeños abetos repoblados que teníamos enfrente, pero sin opción clara de disparo Adán decidió no arriesgar. Yo tuve más fortuna y pude filmarlas para el vídeo de esta cacería disponible en nuestra plataforma Cazaflix.

Tres alces

Varios de los participantes en el evento. © Ángel Vidal

El segundo día ni encomendándonos a Skadi, la diosa nórdica de la caza, conseguimos ver un solo animal. Por ella debieron de brindar con mayor devoción la noche anterior nuestros compañeros franceses Maëlyne Heno y Jérome Baudin, que abatieron un macho cada uno. El más grande lo había tumbado el primer día uno de los perreros después de que otro de los cazadores lo dejara pinchado. Tres alces y unos increíbles días de caza para celebrar los 120 años de vida de uno de los grandes fabricantes de munición en todo el mundo. ¡Hälsa! (¡Salud!).

       
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