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Así es la caza del ciervo axis en Argentina: tradición, fuego y mate

© Tweed Media

El aire del amanecer estaba repleto de niebla cuando me llevé el rifle al hombro. Su peso se sentía con propósito, como un lazo de acero frío que me unía a generaciones de cazadores que habían recorrido esos mismos pastizales bajo el cielo del sur.

El arma tenía alma e historia. Era un Mauser argentino modelo 1909, fabricado hace más de un siglo y transformado por el maestro armero José Podinski en una pieza única. Mi guía, Sebastián Casado, descubrió aquel rifle antiguo y vio en él el potencial para devolverlo a la vida. Con un cañón Douglas de 22 pulgadas y recámara en 6.5×55 Swedish, el resultado era una joya que equilibraba precisión, elegancia y alma.

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El ciervo del Imperio que conquistó las pampas

Argentina es un país de contrastes: la elegancia de Buenos Aires frente a la inmensidad de la pampa. En esos horizontes sin fin, el ciervo axis (Axis axis), originario de la India, encontró su paraíso. Traído en 1906 por grandes terratenientes, se adaptó con sorprendente facilidad.

Hoy, sus manadas moteadas recorren las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes, reemplazando a depredadores extintos y convirtiéndose en parte esencial del equilibrio ecológico. Su caso es una paradoja de conservación: mientras su población se controla para evitar daños a especies autóctonas, su caza sostenible financia los mismos ecosistemas que lo acogen.

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El arte del acecho invisible

El axis no se entrega fácilmente. No es un animal de llanura abierta, sino de sombra y hierba alta. Avanza como humo entre cardos y juncos, invisible hasta el último segundo.

Aquella mañana, Sebastián se movía con la serenidad de quien entiende el lenguaje del viento. A su lado caminaba Raúl, un viejo gaucho curtido por cuarenta años de campo.

«Ahí», susurró Sebastián. A través del visor distinguí un grupo de ciervos entre el pasto dorado. Nos movimos con pasos de felino, el viento a favor y los nervios contenidos. El macho guía levantó la cabeza. El silencio se volvió cristalino.

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El momento de la verdad

El Mauser descansaba firme contra mi mejilla. «Ahora», murmuró Sebastián. El disparo rompió la calma y el venado dio un salto y cayó entre los pajonales. Cuando me acerqué, admiré la perfección de su camuflaje: un macho de 80 kilos cuyas manchas blancas se fundían con la luz del amanecer.

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No era solo una cacería, sino parte de un plan de gestión responsable que regula las poblaciones y financia la conservación. Ese círculo virtuoso —caza, comunidad, naturaleza— mantiene viva la esencia de las estancias argentinas.

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Mate, fuego y hermandad gaucha

Tras la jornada, Sebastián pasó el mate. Ese amargo ritual que, en Argentina, es comunión con la tierra y sus gentes. Entre manos curtidas y miradas cómplices comprendí que el mate no se bebe: se comparte.

La estancia Los Crestones, en Castelli, es una joya de hospitalidad criolla. Restaurada con mimo, ofrece confort moderno sin perder autenticidad. En su parrilla chisporroteaban bifes y empanadas, mientras el vino corría generoso. Cada cena era un homenaje a la tierra.

La carne del ciervo que abatí fue donada a la iglesia local para su distribución entre familias necesitadas. Un gesto que honra la ética del cazador y la tradición rural argentina.

Caza y conservación: un mismo destino

Al caer la tarde, desde el porche de la estancia observé cómo el sol teñía la pampa de oro y carmesí. Allí comprendí el verdadero sentido de aquella jornada: la caza puede y debe ser una herramienta de conservación. Los ingresos que genera mantienen vivos los hábitats, sostienen las comunidades y financian la gestión de la fauna.

En un mundo donde la naturaleza retrocede, Argentina ofrece una lección: sin valor, la vida silvestre no tiene futuro. Pero cuando la caza se practica con respeto y conocimiento, los venados, los gauchos y el paisaje comparten el mismo destino.

Bajo un cielo blanco y celeste, la historia del axis se funde con la del hombre que lo caza. Una alianza antigua que aún perdura en cada amanecer pampeano.

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Guía práctica para vivir la experiencia

Dónde ir

daviddenies.com / redstagpatagonia.com

Equipo utilizado

Cómo llegar

Argentina es un país vasto: los traslados suelen requerir vuelos internos, pero empresas como Sundown Jet ofrecen charters directos que eliminan escalas y ahorran tiempo. Sus aeronaves —de Bombardier o King Air— llegan incluso a pistas rurales cercanas a los lodges.

Los vuelos chárter pueden costar desde 6.000 USD para cuatro pasajeros, una opción competitiva frente a los vuelos comerciales, especialmente para grupos cinegéticos.

La pista más próxima a Los Crestones está a solo 25 minutos, ideal para evitar el tráfico porteño.

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