Bertha es una apasionada de la caza del ciervo. Hace tan solo dos semanas cazó el último. Su historia podría ser como la de otras tantas cazadoras si no fuera porque acaba de cumplir 100 años.
17/1/2018 | Redacción JyS
Bertha Vickers vive en Morgantown, en Virginia (Estados Unidos) y es una apasionada de la caza del ciervo. Hace tan solo dos semanas cazó el último. Su historia podría ser como la de otras tantas cazadoras si no fuera porque acaba de cumplir 100 años.
«Justo aquí al otro lado del arroyo a unas tres o cuatro millas», relata Vickers a una redactora de Clarion Ledger, quien ha podido escuchar y compartir la historia de su última cacería. «Uno de mis vecinos me invitó. (…) Pude observar aves y ardillas hasta casi oscurecer».
La primera noche que realizó un aguardo hace ahora unos días, salió una cierva pero su perro la delató. «Dejó escapar un aullido y el ciervo se fue». Pero Vickers a la tarde siguiente ya estaba de nuevo en el puesto. «Salieron dos… Se estaban acercando a donde yo quería disparar. Estaba algo temblorosa hasta que me preparé para tirar. No pensé que todo iba a salir bien». A pesar de su incertidumbre, la veterana cazadora consiguió abatir el animal.
La imagen de Vickers con la cierva que compartió un familiar pronto corrió como la pólvora en las redes sociales, donde cientos de cazadores le daban la enhorabuena. «No sé por qué», dijo Vickers. «Si hubiera cazado a un gran trofeo, podría entenderlo, pero era solo una cierva».
Para otros, probablemente sea más significativo. Ella sin embargo es una cazadora humilde, y posiblemente la más antigua del estado, si no de la nación. Vickers nació el 9 de enero de 1918. Creció en una comunidad agrícola del condado de Oktibbeha a unos 8 kilómetros de donde vive ahora. Se casó en 1935 y tuvo que trabajar muy duro en un aserradero, como agricultora o criando y vendiendo pollos. En aquella árdua época la caza y la pesca ayudaban a poner comida sobre la mesa. Cuando acababan con el trabajo diario cazaban. «Comimos muchas codornices en aquel entonces», relata la protagonista.
En la década de los sesenta, ella y su esposo tenían menos responsabilidades familiares, por lo que comenzaron a cazar más. También llegaron más «oportunidades». Vickers cuenta al citado medio que los venados y los pavos comenzaron a «florecer» en la zona debido a los esfuerzos de conservación del Departamento de Vida Silvestre, Pesca y Parques de Mississippi.
La caza de ciervos también se convirtió en una tradición para Vickers y su esposo. «Solíamos dar vueltas los domingos por la noche para buscar rastros en el lado de la carretera», cuenta la cazadora. «Cuando empezamos a identificarlos, Bert consiguió algunos perros y comenzamos a cazar con ellos», relata.
En 2001 su marido de 66 años sucumbió al cáncer. Aunque perdió a su compañero de caza y al amor de su vida, no perdió su pasión por la naturaleza. Las metas de Vickers en su centenario no son ninguna sorpresa. «Voy a pescar más que el año pasado y me encantaría cazar un buen trofeo de ciervo. Ahora no puedo salir con este frío, pero ya vendrá el buen tiempo…».