Por Juan Arce Aliseda (Ingeniero técnico agrícola)

En pocas semanas, una vez estrenado el verano, los agricultores finalizarán, con la cosecha, su temporada de siembras. Es un momento crítico tanto para ellos, que miran al cielo ‘por si las tormentas’, como para los cazadores y gestores de cotos, que se juegan el renuevo poblacional de sus especies cinegéticas.

El entendimiento entre las dos partes supone acuerdos beneficiosos para ambos: los primeros toman medidas para evitar la muerte de animales, recibiendo compensaciones de los segundos por las pérdidas de producción.

Una de estas medidas sería comenzar la labor de recolección o siega de forrajes circundando el campo de cultivo en una primera vuelta y continuando desde el centro hacia los lados, abriendo un pasillo de escape para los animales, que son espantados del centro hacia los márgenes, y disminuyendo así el riesgo de que sean atropellados por cosechadoras, empacadoras y segadoras.

Para advertirles de su presencia es recomendable colocar delante de estas máquinas un sistema de barra colgante con cadenas, lonas o cualquier otro sistema. Además, conviene adecuar su velocidad a la capacidad de huida de los animales, no superando los cuatro kilómetros por hora, y disminuirla cuando se detecte la presencia de crías y evitar realizar estas labores durante la noche, pues la iluminación artificial les deslumbrará y reducirá sus posibilidades de salir con vida.

Velar por perdices y codornices

Otra medida eficaz para garantizar el futuro de las gallináceas es cultivar variedades de cereal que se adapten mejor a los ciclos reproductivos de la perdiz y la codorniz, por ejemplo sembrando trigo en lugar de cebadas o avenas. ¿La razón? El ciclo de trigo finaliza unas dos o tres semanas más tarde que el de cebada tradicional y de tres a cinco antes que las variedades usadas los últimos años, permitiéndoles sacar los pollos del nido con mayor seguridad.

Además, su proporción de proteínas es del 17% por un 10% en el caso de la cebada, y ya se conoce la apetencia de la patirroja por este nutriente, sobre todo en época de desarrollo y cría. Por último, su rastrojo también es más duro, ofreciendo una mayor protección frente a las rapaces.

La mejora de las labores por parte de los agricultores revertirá en un mayor cuidado de las tierras, y cuando se invierta en labores será para obtener un beneficio seguro.

Para disminuir los riesgos se recuperará el tradicional barbecho español, lo que significa un mejor fondo de las tierras de cultivo y, por tanto, la cosecha puede alargarse una o dos semanas, retrasándola hasta finales de junio o principios de julio. Esto es muy importante para sacar adelante los nidos: a mediados de junio, una cosechadora puede causar estragos en nuestra población de perdices y, sobre todo, codornices.

Cazadores y agricultores, de la mano

Un cazador charla con un agricultor. /JDG

Los cazadores y gestores de cotos tenemos la obligación de ser los principales valedores de un medio ambiente en el que están implicados todos los agentes que disfrutan y viven de él. Debemos ir de la mano con agricultores y ganaderos para recuperar la biodiversidad faunística y florística.

Las temporadas de caza y de cultivo se solapan a lo largo del año y es imprescindible, desde finales del verano, llegar a acuerdos para tomar medidas que vayan encaminadas al beneficio mutuo, para que cuando llegue el final de la primavera los agricultores recojan mucho grano y los cazadores muchas crías que sean el renuevo de la siguiente campaña. Ambos somos parte de la solución y debemos coordinarnos

Cuándo cosechar para mejorar la cría de la perdiz

Arado, siembra, abonado, tratamientos sanitarios, recolección y empacado son las tareas más habituales del campo. Las tres últimas son las que más influyen directamente sobre nuestras especies, bien durante el propio proceso mecánico, bien por su efecto tóxico o por la merma de insectos a causa de herbicidas e insecticidas, lo que influye de manera notable en las primeras fases de desarrollo de los pollos.

Además, la siega se realiza normalmente en mayo y junio, cuando nuestras perdices están a punto de sacar adelante sus polladas. Para defender los huevos o la prole recién nacida aguantan lo indecible en sus nidos, donde caen en una trampa mortal: la velocidad y eficacia de las segadoras. Aquéllas que no levantan a tiempo son literalmente destrozadas con toda su nidada. 

Sería importante llegar a acuerdos con los agricultores para dejar partes de la cosecha sin segar o retrasar la siega a julio, cuando los pollos ya están volanderos y se pueden desplazar de un lado a otro de la parcela rápidamente. Las buenas fincas que cuidan la perdiz ya lo hacen, con beneficio para los cazadores y para los agricultores, que reciben una compensación en caso de granizo o tormenta.

Cómo mejorar lindes, pastos y ribazos

El fin básico y esencial a perseguir en nuestro coto es la diversidad, tanto de paisaje como de zonas de alimentación, refugio y reproducciónUna buena finca de menor debe tener una estructura de mosaico en la que en cada zona de la misma, y en cada época del año, se satisfagan adecuadamente todos los requerimientos de las especies. Tan importante puede ser la alimentación como el refugio o la oferta de lugares adecuados de reproducción.

En esta diversidad juega un papel muy importante el manejo de las labores de los agricultores: frente a la concentración de parcelas sin ningún tipo de linde o separación entre las mismas, se pueden ir intercalando zonas de barbecho o de pastos naturales que ayuden a hacer mosaicos de paisaje. ¿Cómo hacerlo? Por ejemplo, formando pequeños caballones entre grandes parcelas para que la fauna tenga refugio y escape en el momento de la cosecha. 

Así puedes evitar los daños a la agricultura

Los daños a las cosechas son un foco conflicto entre cazadores y agricultores que los primeros podemos mitigar con los permisos para cazar fuera de temporada que concede la Administración en estos casos. Ésta debería ser la última de las soluciones, pues la alternativa pasa por dos medidas: la identificación y evaluación de los puntos críticos de las áreas de cultivos dañadas en nuestro coto y la planificación e instauración de medidas correctoras en estos puntos.

Suena complicado, pero en la práctica se resume en identificar las zonas del coto con más probabilidades de sufrir daños –por ejemplo zonas lindantes con el monte o valles de arroyos– o donde se concentran las mayores densidades de las poblaciones cinegéticas y aplicar medidas para disminuir la tentación de una correría nocturna, con medidas como la limpieza y desbroce de zonas periféricas, la colocación de barreras de protección con pastores eléctricos, la disposición de alimento suplementario o franjas de cultivos más golosos que distraigan la atención del cultivo principal…

Estas medidas, consensuadas entre agricultores y cazadores y ejercitadas convenientemente, supondrán una reducción del impacto que los daños a los cultivos suponen en la gestión de nuestro coto.