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Un toledano caza su primer jabalí en una batida en Asturias: un imponente macareno de 100 kilos

El jabalí abatido. © D. A.

David Alonso López es un toledano de 35 años que prácticamente dio sus primeros pasos en el monte acompañando a su padre, José Alonso, en sus jornadas de caza menor.  Asegura que la afición por la mayor entró en sus venas en 2019, cuando participó junto a su hermano en una primera montería y tuvo la suerte de abatir su primer venado, un ejemplar de 12 puntas: «No podía creérmelo», asegura.

Este año, a través de las redes sociales reservó un puesto para participar en un fin de semanas de batidas en el coto asturiano de “La Parraguesa”. Quería conocer la caza salvaje, incierta y dificultosa del jabalí con perros de rastro y que su padre viviera esa experiencia con él. José no había cazado hasta entonces nunca la mayor y esta era una gran oportunidad para hacerlo.

El pasado viernes 15, padre e hijo llegaron a tierras asturianas y se reunieron en el pueblo parragués de Margolles para cenar con el resto de cazadores, un numeroso grupo compuesto por personas de muy distintas partes de España. «Una vez allí tuve la sensación de conocerlos a todos… Fue genial. Se veía la ilusión de la gente, no por cazar, si no por pasar un finde semana inolvidable», apunta Alonso.

Un sábado agridulce

El gran tiradero con el que contaba Diego. © D. T.

La mañana del sábado, el abulense Diego Tomillo consiguió abatir un bonito macho de aproximadamente 70 kilos en un puesto y un lance espectacular. Ese fue el único de una jornada que se complicaría con la huida de un gran navajero que dejaba tras él varios perros heridos. Por suerte, todo quedó en un susto gracias a Sergio Cuenca, otro de los cazadores, que tenía botiquín y pudo coser a los canes in situ evitando un peor desenlace.

Diego Tomillo con el jabalí que consiguió abatir. © D. T.

«El día llegó a su fin y cenamos todos juntos reviviendo el día de caza y celebrando el éxito de Diego. El ambiente era de amistad y unión, pese a habernos conocido el día anterior», cuenta David.

Un lance de infarto, un susto y un gran navajero

La mañana del domingo comenzaba para nuestro protagonista de manera anecdótica. «Pensando que tenía el puesto 2 de la batida nos disponemos a colocarnos en él, pero cuál sería mi sorpresa cuando llego y veo a otro compañero…. Entonces me doy cuenta de que leí mal el papelito del sorteo, pensé que era el 02 y era el puesto 20. Seguro que todos pensaron en el novato», recuerda riendo Alonso.

Una vez había llegado al puesto correcto, el guarda avisó al cazador de que estaba en uno clave y le indicó por dónde, con casi toda certeza, le cumpliría la caza. Dicho y hecho. A media mañana, después de unas intensas ladras y un claro levante, un enorme jabalí rompió a la postura de David exactamente por el sitio que el guarda había señalado.

Dos disparos certeros del cazador no fueron suficientes para abatirlo y el corpulento animal trató de atacar al cazador. Nervioso, David efectuó un tercer disparo con el que no logró alcanzarlo, pero que sí sirvió para ahuyentarlo. El suido, herido, se encamó en un zarzal, lo que suponía un verdadero peligro para los perros, así que David lo remató rápido con la ayuda de uno de los monteros.

Jabalí y perros. © D. A.

Una vez abatido y cobrado, cazador y monteros quedaron impresionados. «Era mi primer jabalí y rondaría los 100 kilos además de tener una gran boca… aquello era un sueño. Cuando se enteró mi padre, se emocionó tanto o más que yo», asegura David.

El fin de una jornada inolvidable

Sergio Cuenca y Mario Ampudia abatieron por su parte dos jabalíes de 40 y 60 kilos respectivamente, completando así el cupo y poniendo fin a la batida. La cuadrilla se juntó antes de entrar al restaurante para ver el gran jabalí, felicitar y bautizar a David, comentar la jornada y hacerse las fotos de rigor.

La cuadrilla posa con los jabalíes abatidos.

«Ese momento fue lo mejor, todo era alegría, felicitaciones… y mi bautismo donde Bea y Sergio me llenaron la cara de sangre. Firmaría mil veces por estar allí con todos ellos y sobre todo con Bea, la anfitriona, que para mí se ha convertido en una amiga especial. Gracias a todos ellos, a la que hemos bautizado como «Cuadrilla Hariweys» y sobre todo gracias a ese 02», finaliza David.

       
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